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Autor Tema: Misterios sin resolver  (Leído 1752 veces)

Scientia

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Misterios sin resolver
« en: Agosto 16, 2008, 08:48:18 pm »
La casa abandonada
Cinco chicos de Valencia se reúnen en una casa solitaria en mitad de tierras de cultivo para practicar espiritismo.
 
 

En un pueblo de la Comunidad Valenciana ocurrieron estos hechos, contados por alguien de la misma localidad. Una noche, cinco chicos se reunieron en una vieja y solitaria casa abandonada en mitad de tierras de huerta con el fin de hacer espiritismo.

Lo prepararon todo, comenzaron, y como en cada sesión que se precie, uno de ellos, el portavoz, hizo la cuestión de inicio: "Si hay alguien que te moleste aquí­, dinos quien es y se irá".

El vaso indicó dos nombres, los dueños de los nombres se miraron sorprendidos y se despidieron de los otros tres. Volverí­an al pueblo caminando y ya se verí­an más tarde.

Dejaron a los otros tres con su sesión de espiritismo y conversaron por el camino. Cuando llevaban unos cien metros andados, escucharon un ruido y se giraron: La casa caí­a derrumbándose sobre los tres chicos que se habí­an quedado en la sesión espiritista. 
 
 



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Una amistad eterna.
« Respuesta #1 en: Agosto 16, 2008, 08:49:56 pm »
Una amistad eterna.
Año 1982. Alicia y Sara eran dos chicas, ambas de 15 años, e í­ntimas amigas
desde la más tierna infancia. Viví­an en el mismo barrio, estudiaban en el mismo
instituto, iban a la misma clase... en fin, eran inseparables. Sin embargo, tení­an
caracteres muy diferentes. Alicia era alegre y extrovertida, mientras que Sara era
muy tí­mida y callada.
 
 

Año 1982. Alicia y Sara eran dos chicas, ambas de 15 años, e í­ntimas amigas

desde la más tierna infancia. Viví­an en el mismo barrio, estudiaban en el mismo

instituto, iban a la misma clase... en fin, eran inseparables. Sin embargo, tení­an

caracteres muy diferentes. Alicia era alegre y extrovertida, mientras que Sara era

muy tí­mida y callada.

Cierto dí­a, Sara le propuso a Alicia:

- ¿Por quíé no hacemos un juramento de sangre?

- ¿Quíé?

- Mira, por si algún dí­a perdemos el contacto, juramos que la que muera antes de

nosotras dos, irá a avisar a la otra.

- Quíé tonterí­a, Sara, nosotras siempre estaremos juntas.

Ante la insistencia de Sara, y entre asombrada y divertida, Alicia al final aceptó

la propuesta. Ambas se practicaron un corte con una navaja en el dedo í­ndice de la

mano derecha, y sellaron el pacto a la luz de unas velas.

Pasaron los años. Alicia habí­a terminado sus estudios de derecho, tení­a un buen

trabajo, una casa preciosa y un marido y un hijo maravillosos. Hací­a mucho que no

veí­a a Sara, la amiga de su juventud, aunque a veces se acordaba de ella cuando se

veí­a la cicatriz de su dedo í­ndice. Al final, la vida les habí­a llevado por caminos

distintos y no habí­an vuelto a verse desde que acabaron el instituto.

Una noche, Alicia tuvo una horrible pesadilla: iba conduciendo, cuando de repente un

camión invadí­a su carril y chocaba con su coche.

Se despertó empapada en sudor, y justo en ese momento, oyó llamar al timbre de la

casa. Eran las 3 de la madrugada. Miró a su marido, que dormí­a profundamente a su

lado, en ese momento, el timbre volvió a sonar con insistencia. Maldiciendo por lo

bajo y preguntándose quiíén podrí­a ser a esas horas, Alicia se levantó y fue a abrir

la puerta.

Cuando abrió la puerta y vio a la mujer que estaba en el porche, abrió la boca,

totalmente anonadada. Aunque habí­a cambiado bastante, la reconoció enseguida.

Allí­, terriblemente pálida, ojerosa y con una enorme herida sangrante en la cabeza,

estaba su antigua amiga Sara.

- ¡Por Dios, Sara! ¿Quíé ta ha ocurrido? Entra, te curaríé esa herida.

- ¡Cuánto tiempo

sin vernos!

Sara no se movió de donde estaba.

- He venido a cumplir mi promesa, Alicia. He muerto y vengo a decí­rtelo.

Alicia se quedó sin habla.

- Ya que la vida nos ha separado, estaremos juntas en la muerte. Te estaríé

esperando...- dijo Sara levantando el dedo í­ndice. Acto seguido, desapareció.

Alicia empezó a notar un dolor persistente en su propio dedo í­ndice, al mirárselo

descubrió que lo tení­a empapado en sangre, como si se le hubiera vuelto a abrir el

corte que se hiciera años atrás... Lanzó un alarido estremecedor y cayó desvanecida

al suelo.

Al dí­a siguiente, despertó en su cama y pensó que todo habí­a sido un mal sueño.

Encendió el televisor para desayunar, y lo que vio la dejó helada: la noche

anterior, a las 3 de la madrugada, habí­a habido un accidente de tráfico: un camión

habí­a chocado con un coche, y la conductora del mismo habí­a fallecido en el acto.

A partir de aquíél dí­a, su vida se convirtió en un autíéntico infierno. No comí­a, se

olvidaba de recoger a su hijo en el colegio, no rendí­a en el trabajo... Y todas las

noches tení­a el mismo sueño, en el cual oí­a llamar a la puerta, y al abrir veí­a a

Sara levantando el dedo í­ndice y diciendo "te estaríé esperando", tras lo cual

siempre se despertaba con un dolor insoportable en su dedo lleno de sangre.

Su marido no entendí­a lo que le estaba pasando, los míédicos no encontraban ninguna

explicación, y finalmente internaron a Alicia en un psiquiátrico.

Allí­ no hizo sino empeorar, ahora en sus pesadillas veí­a a Sara junto a su cama.

Una noche, un celador del psiquiátrico oyó un espantoso ruido de cristales rotos

que provení­a de la habitación de Alicia.

Al entrar en la habitación vio que la ventana estaba rota, se asomó y vio a Alicia

tirada sobre la acera en medio de un charco de sangre. Tení­a una gran herida en la

cabeza y a su lado, en el pavimento, alguien habí­a escrito con su sangre: "AMIGAS

PARA SIEMPRE". 
 
 

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Llamada perdida
« Respuesta #2 en: Agosto 16, 2008, 08:53:10 pm »
Ocurrió dí­as antes de semana santa. Despuíés de estar toda la tarde estudiando en la biblioteca de su universidad una chica se da cuenta al salir que tení­a 5 llamadas perdidas de su novio. En un primer momento ya le resultó extraño, pues habí­an quedado para cenar aquella noche como solí­an hacer cada martes.

Mientras se dirigí­a a su coche marcó el número de telíéfono, otra vez va a llegar tarde, a ver quíé le ha pasado hoy…., pensó. Pero despuíés de 5 tonos…. El buzón: soy ví­ctor, en estos momentos no te puedo atender, si quieres puedes dejar tu mensaje Ella decidió colgar, ya lo llamarí­a al llegar a casa.

Estaba oscuro, pero no le costó encontrar su coche, a aquellas horas el parking de la Universidad estaba prácticamente vací­o. Se sentó al volante, y cuando apenas habí­a arrancado el motor, volvió a sonar el móvil.

Aunque le costó encontrarlo entre todas las cosas que llevaba en el bolso consiguió descolgar, ella ya esta un poquito atacada!!

Era su novio, ¿dónde estás? ¿Estás bien? Ví­ctor, no te oigo Al otro lado… sólo habí­a silencio.

Despuíés de esperar unos segundos, decidió colgar, y llamarlo ella. Una vez más 5 tonos……………..el tiempo esta vez parecí­a pasar más despacio “No síé que te pasa, ¿por quíé no coges el telíéfono? …… En fin, nos vemos donde siempre, pero primero tengo que pasar por mi casa. Un beso”.

Al colgar el telíéfono lo dejó donde lo podí­a ver. No podí­a fijarse en la carretera, solamente mirar hacia el móvil…..pero el móvil no sonaba… cada vez más inquieta no pudo evitar no asustarse cuando sonó de nuevo. Paró el coche bruscamente en el arcíén y contestó (muy nerviosa) Ví­ctor??, Ví­ctor???....¿quíé pasa? Contíéstame de una vez, ya está bien!! no me hace ninguna gracia!!!” La comunicación se cortó de repente.

Sin darse cuenta empezó a pisar fuertemente el acelerador, el coche iba cada vez más rápido y de repente los vio de pie en la puerta de su casa: eran sus padres. Victor ha muerto. Se mató esta mañana con el coche.