Vaqueiros (zona en la región de Asturias)
Trashumantes, desde tiempo inmemorial, entre los pastos cercanos a la costa oeste asturiana (en invierno) a los prados montañeses que separan Asturias de León (en verano). Las fechas entre San Miguel de mayo a San Miguel de septiembre. San Miguel es una figura mítica judeo cristiana, un ángel vencedor de espíritus malignos y relacionado tambiíén con el juicio a los muertos.
Hay supervivientes en la actualidad, aunque ya ha desaparecido la marginación social. Antes trasladaban sus cosas en los viajes en sus propios animales (eran ganaderos). Y ahora, los que quedan, lo hacen en furgoneta o camiones. Debido a su trashumancia no estaban por lo tanto empadronados en ningún pueblo. De ahí (¿sólo por eso?) que tambiíén se casaran entre ellos (endogamia). Esto podría ser una razón lógica para sentirlos diferentes, pero no lo suficiente para explicar un rechazo total.
Tampoco coincidían sus fiestas y celebraciones con la de los demás campesinos y pueblos de la zona. Sobre su origen hay muchas teorías. Ellos mismos tenían una orgullosa canción en la que se dice que los vaqueiros ya existían : “antes que Dios fuera Dios/ y el sol diera por los riscosâ€.
Teorías: esclavos romanos según Meníéndez Pidal. Moriscos expulsados de Granada según Bances y Valdíés. Mozárabes obligados a emigrar por el rey Alfonso I según Fíélix de Aramburu. Normandos apresados por el rey Ramiro I según Elías G.Tuñón. Caldeos según Federico Rubio. Tambiíén se ha especulado con que fueran judíos o godos fugitivos. De nada hay pruebas.
Tambiíén se piensa que no era su origen lo diferenciador con el resto de los asturianos, sino algo interior que poseían (¿poder, creencia, secreto, forma de vida?...).
Los hechos son que no se les permitía vivir en ningún pueblo (ellos mismos construían sus cabañas en los prados a donde se mudaban), ni se les enterraba en los cementerios comunes. Y que, a pesar de vivir en la misma zona asturiana, sus costumbres eran distintas.
Su propia tradición vaqueira, casi perdida, tiene la conciencia de haber surgido de algo distinto, sin saber quíé. Otro rasgo distintivo son sus casas de muros de mampostería y techo cónico exageradamente empinado, de entramado de madera y cubierta de retama, que formaba una capa impermeable para la nieve y la lluvia (ya fueron descritas minuciosamente por los cronistas romanos). Existe tambiíén algún resto de un antiguo matriarcado en la dirección de sus bailes tradicionales, y amamantar a los niños atados a una tabla, para el muy simbólico objetivo de que no se criases “torcidosâ€. Tambiíén pasaban a sus niños por el humo de las hogueras del solsticio de verano (cristianizadas como hogueras de San Juan) para evitarles daños. Y existía el llamado “pan de cantiello†en los funerales, para celebrar el regreso del muerto a la tierra de los antepasados. Había frases de rasgos paganos, por ejemplo: “soy más decente que el sol†y relativizadoras de los ritos cristianos como “yo puedo confesar a los propios confesoresâ€.
Discriminaciones:
Los nobles de la zona les cargaban con impuestos que no tenían que pagar el resto de los campesinos asturianos. El clero escribía con letras grabadas en una zona de las iglesias “De aquí no passan a oyr missa los vaqueirosâ€. Al menos todavía puede leerse esa frase en la iglesia de San Martín de Luiña. Según Jovellanos en otros sitios se les daba la comunión a la puerta de la iglesia, sin dejarles pasar. No podían llevar al santo en las procesiones, se les enterraba en cementerios aparte, no podían ingresar en los seminarios, tenían que atravesar en silencio los pueblos no vaqueiros que les pillaran de camino, en las tabernas se les servía en vasos de cuero, nunca de cristal. Tambiíén tenían prohibidas la profesión de míédicos o profesionales autónomos y casarse fuera de su grupo. Existieron casos de apedreamientos por la calle.
En contrapartida ellos rara vez iban a la iglesia y eso se les reprochaba tambiíén. Y se enorgullecían de su diferencia, como en el cantar que decía: “Os vaqueiros son vaqueiros,/ etchos mismos lo tchuraron/ y vale más un vaqueiro/ que veinticinco aldeanosâ€.
La mayoría de las costumbres rituales señaladas (pasar por el humo, etc.) ya no las hacen los pocos que quedan y que siguen practicando la trashumancia. Actualmente ha derivado, como en el caso de los maragatos y pasiegos) en reclamo turístico, con bodas “vaqueiras†organizadas por ayuntamientos y demás tinglado turístico folklórico.
La mayor parte de las brañas (grupos de cabañas cónicas típicas) se han hundido o están en muy mal estado, aunque algunas han sido restauradas por ecologistas ciudadanos que tratan de revitalizar el contacto con el pasado y la naturaleza.