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Autor Tema: Míéxico: Urgencia…  (Leído 220 veces)

OCIN

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Míéxico: Urgencia…
« en: Julio 23, 2013, 11:51:53 pm »
Por… Macario Schettino



Creo que no estamos entendiendo la urgencia con que debe modificarse la estructura económica de Míéxico. Lo que construimos durante el siglo XX fue bastante malo para entonces, pero ahora es ya peligroso, y nos queda muy poco tiempo para corregirlo, si no queremos ser testigos de un desplome. Muchos pensarán que estoy exagerando, y que simplemente me uno a la amenaza de siempre de que si no hay reformas, todo será peor. No es así­. En verdad la situación es muy complicada, y creo que no la estamos entendiendo bien. Permí­tame darle cifras.
En muchas ocasiones, desde hace ya algunos años, hemos hablado aquí­ de la revolución energíética en EE.UU. Incluso cuando muy pocos se habí­an dado cuenta de ello. Ahora este tema creo que ya alcanzó los titulares y, cinco años despuíés, percibimos que algo podrí­a estar cambiando. Pero no captamos el sentido de urgencia. Bueno, las exportaciones de petróleo a EE.UU. se están cayendo. Si bien Míéxico ha dejado de exportar porque ha dejado de producir, lo que se percibe en los últimos dos años ya no es eso, sino que nuestro gran cliente para el petróleo, EE.UU., compra menos.

De 2006 a 2011 poco más del 80% de lo que exportamos iba a ese paí­s, pero en 2012 la proporción se redujo a 76%, y en lo que va de 2013 está en 71%. Esto significa que el año pasado Pemex tuvo que encontrar clientes para 50 mil barriles diarios que EE.UU. dejó de comprar, y en este año lleva otro tanto. Como eso de encontrar clientes nuevos no es tan sencillo, ocasionalmente se nos queda el petróleo por acá, como pasó en mayo. En ese mes apenas logramos vender un poco más de un millón de barriles diarios, la cifra más baja desde los años setenta (con la excepción de junio de 1985, por cuestiones climáticas). En marzo, por quinto mes consecutivo, EE.UU. produjo más petróleo que Arabia Saudita, y se mantiene como el primer productor mundial. Hace algunos dí­as, el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) presentó una propuesta para pensar la reforma energíética que hace íénfasis en este cambio mundial del mercado energíético, y en la situación extrema en que estamos nosotros, el paí­s más cerrado del mundo en esa materia. Es un muy buen documento, aunque creo que es necesario que seamos más insistentes en la urgencia del tema. Las reformas legales son indispensables, como se sabe, pero tardan mucho en ser operativas.

Para que sea más claro: las reformas que se han logrado hacer en lo que va de la actual administración, a travíés del Pacto por Míéxico, con todo lo celebradas que han sido, todaví­a no tienen un impacto real. La educativa permitió una transformación del instituto de evaluación, y hasta ahí­ estamos. La de telecomunicaciones, ni siquiera ha ayudado a acelerar el “apagón” analógico, el tema más relevante en materia de televisión.
Falta la legislación secundaria, y luego su aplicación paulatina. Pero ese tiempo creo que ya no lo tenemos. Si tardamos en una reforma energíética lo que estamos tardando con las otras, será en un par de años cuando la situación cambie y se permita inversión privada (o lo que sea que se apruebe). Para entonces, EE.UU. y Canadá serán autosuficientes, prácticamente hablando, en hidrocarburos. El mercado petrolero sólo será el nacional, que no es muy atractivo. Si es así­, la inversión que Míéxico podrá captar será reducida. Mientras, se sigue deteriorando el resto de la estructura que construimos el siglo pasado, como le decí­a. Tanto el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) como el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) están ya financieramente destruidos. Incluso sin fijarnos en las pensiones, que se financian de impuestos, estas instituciones no pueden cumplir sus funciones.

En un par de años, habrá que subsidiar la operación de ambas instituciones. Esto significa mover dinero de impuestos para allá. Pero, aunque usted no lo crea, los impuestos ya no están alcanzando. Las pensiones, que como le decí­a no tienen de dónde financiarse, en este año se van a llevar 75% del IVA que se recauda. En 1990, representaban 10% del IVA, para el 2000 ya era 45%, ahora alcanza tres cuartas partes, y en muy poco tiempo todo lo recaudado, si no hay cambios, se irá a pagar las pensiones— que, por cierto, sólo cubren a un tercio de la población. En muy pocas palabras, la situación es muy seria. Los que somos más viejos podemos recordar muy bien lo que fue la díécada de los ochenta: viví­amos a duras penas. Los que hoy se quejan de que en Míéxico hay pobreza y de que se vive mal, simplemente ya olvidaron, o no conocieron, esos años.
Logramos salir de esa situación gracias a la apertura comercial y al tratado de libre comercio. Pero el impulso de esos cambios se agotó pronto. Para 2001, ya no habí­a nada, y desde entonces hemos sobrevivido dando lástimas. No nos hundimos, pero no crecimos, y los gastos pospuestos (pensiones, inversión energíética, etc.) nos alcanzaron. Por eso desde 1997 la cantaleta de las reformas, porque sin modificar la estructura económica del siglo XX es imposible salir adelante. Ya pasaron 15 años, no hicimos las reformas, y el tiempo nos ha ganado.

Los gastos en salud y educación crecen más rápido de lo previsto, el valor de la mano de obra es cada vez menor, y ahora la revolución energíética cambia el mercado mundial. Aún si las reformas fueran buenas (energíética y fiscal), y pudiíéramos aplicarlas en dos años, la situación serí­a complicada para Míéxico. Es el mejor de los casos. Todo lo que he comentado no quiere decir que Míéxico no tenga la mejor oportunidad en lo que va del siglo. La tenemos. China está ya en proceso de freno, y el centro económico del mundo regresa a EE.UU., nuestro vecino y socio, que nos necesita para tener íéxito. Pero esa oportunidad, para convertirse en realidad, exige la transformación estructural que no hemos hecho. Y no sólo hay que hacerla bien, sino rápido. No veo esa urgencia en los tomadores de decisiones.

Suerte en sus vidas…


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...