Por… Ethan Nadelmann
La semana pasada, luego de meses de debates y negociaciones intensas, el parlamento uruguayo aprobó una ley que legaliza la marihuana. Si es aprobada por el senado, el presidente Josíé Mujica con toda seguridad la firmará, y en ese momento Uruguay se convertirá en el primer país en el mundo en reemplazar la ley de prohibición de la marihuana con un sistema legal de regulación.
Esta medida atrevida de Uruguay hace mucho más que seguir los pasos de los estados Colorado y Washington, que en noviembre del año pasado se volvieron las primeras jurisdicciones políticas en el mundo en aprobar la legalización de la marihuana. Es importante que provee un modelo sobre cómo comenzar un debate sobre la política de la marihuana de una forma madura y responsable.
Cuando el presidente Mujica realizó su propuesta en junio de 2012 dejó claro que le daba la bienvenida a un debate vigoroso sobre de sus míéritos y particularidades. Invitaron a expertos internacionales para sostener discusiones profundas con personas de amplios segmentos de la sociedad civil y del gobierno. Un rango específico de propuestas fueron consideradas, todas con miras a transformar una industria ilegal en una legal para proteger de manera más efectiva la seguridad y la salud pública. La retórica política y la demagogia permeó el debate, como es de esperarse en cualquier proceso democrático dinámico, pero se impusieron los asuntos sustanciales. La ley aprobada la semana pasada efectivamente integra elementos de las leyes de Colorado y de Washington, con innovaciones de Europa y provisiones propias para Uruguay.
A los adultos se les permite cultivar hasta seis plantas; las cooperativas pueden proveer marihuana para un número limitado de miembros; y las farmacias pueden vender venderla. Las ventas a menores de edad, conducir bajo la influencia de la marihuana y cualquier tipo de publicidad estarían prohibidas. Este nuevo modelo será de gran interíés para partidarios y legisladores en otros países, y por supuesto, para el creciente número de estados en EE.UU. en los cuales una mayoría de los ciudadanos ahora favorece legalizar la marihuana. Lo que me sorprende más como estadounidense acerca de la histórica medida de Uruguay es la demostración de liderazgo político por parte del presidente Mujica. En EE.UU., la reforma a la política de la marihuana es un asunto en el que el pueblo lidera y los políticos simplemente siguen la corriente.
Los estados de Colorado y Washington cambiaron sus leyes mediante referendos y aproximadamente un 55% de los electores respaldaron la reforma, mientras que gran parte de los funcionarios electos actuaron como meros espectadores. Incluso hoy que la mayoría de los estadounidenses favorecen la legalización de la marihuana, ningún gobernador o senador estadounidense está preparado para respaldar públicamente la legalización de la marihuana (con la excepción de los gobernadores de Washington y Colorado que ahora se ven obligados a implementar las leyes nuevas en sus respectivos estados). En cambio, cuando el presidente Mujica hizo su propuesta, dicen que lo hizo sin consultar alguna encuesta o a consultores políticos; simplemente escuchó a expertos respetables acerca de lo que la política óptima hacia la marihuana debería ser —y luego dijo, hagámoslo. El presidente Mujica no es el único líder latinoamericano que ha demostrado coraje haciendo un llamado a alternativas a la guerra contra las drogas.
Los presidentes Juan Manuel Santos de Colombia y Otto Píérez Molina de Guatemala se han atrevido a exigir que la legalización, la despenalización y otras alternativas a las ineficaces, costosas y destructivas políticas prohibicionistas sean consideradas. Más recientemente, el Secretario General de la OEA Josíé Miguel Insulza catapultó la discusión regional acerca de la política de drogas a un nivel intelectual sin precedente entre las organizaciones multilaterales. Pero la propuesta del presidente Mujica es singular dado que cambia no solamente el debate público sino tambiíén las leyes y políticas vigentes. Todo esto sirve como un llamado de atención a Europa, que estuvo liderando la reforma a la política de drogas a fines del siglo veinte pero que ahora se ha quedado atrás ante los avances en las Amíéricas. Las propuestas serias para regular legalmente la marihuana están proliferando en países como Suiza, España, la República Checa, Dinamarca y Países Bajos. En Marruecos, desde hace mucho uno de los principales productores de marihuana, las propuestas de legalización ahora están siendo seriamente consideradas por el gobierno nacional.
¿Quiíén es el siguiente?
En EE.UU. es probable que varios estados legalicen la marihuana durante los próximos años, probablemente encabezados por Oregón. En Canadá, el primer ministro Stephen Harper nos recuerda a los fanáticos de la guerra contra las drogas que dominaron la política de drogas en EE.UU. durante los ochenta y noventa, pero ambos partidos de oposición parecen estar listos (en inglíés) para legalizar la marihuana apenas retornen al poder. Yo mantendría la atención sobre los holandeses, que hace más de treinta años fueron pioneros en la regulación legal de las ventas al por menor de la marihuana mediante el sistema de “coffeeshops†(en inglíés) y que ahora podrían inspirarse en Colorado, Washington y Uruguay para legalizar y regular completamente la industria.
Suerte en sus inversiones…