Un ex militar armado con un fusil de asalto asesinó este lunes a 12 personas en la sede central de la Armada de Estados Unidos. Al menos 14 personas más recibieron impactos de bala y fueron ingresadas en los hospitales de Washington, cuyos habitantes sufrieron la jornada más tensa desde el ataque al Pentágono el 11 de septiembre de 2011.
Las autoridades han hecho públicas las identidades de siete de las 12 víctimas: Michael Arnold, de 59 años, Sylvia Frasier, de 53 años, Kathy Gaarde, de 62 años, John Roger Johnson, de 73 años, Frank Kohler, 50; Kenneth Bernard Proctor, de 46 años, y Vishnu Pandit, de 61 años. El resto se conocerán cuando se le haya comunicado a las familias , explicó la jefe de la policía de Washington, Cathy L. Lanier.
El autor de la masacre se llama Aaron Alexis y hasta enero de 2011 ejerció como electricista en un escuadrón cuya base se encuentra en la ciudad texana de Fort Worth. Nació hace 34 años en Nueva York, donde aún reside su madre Cathleen.
Desde hace unos meses trabajaba como informático para una filial de Hewlett-Packard y tenía credencial para acceder al edificio donde perpetró la masacre. Las autoridades identificaron al pistolero por sus huellas dactilares y durante muchas horas barajaron la hipótesis de que hubiera otros dos pistoleros implicados en la matanza. Sólo a última hora de la tarde el FBI confirmó que Alexis había actuado en solitario y subrayó que no existían motivos para pensar que el incidente fuera un el fruto de un ataque terrorista.
Alexis había servido durante tres años y medio como electricista de aviación en una base de Fort Worth y sus superiores le despidieron despuíés de varios arrestos. El fusil AR-15 con el que cometió la masacre de Washington lo compró la semana pasada en una armería de Lorton (Virginia).
La licencia de armas de Alexis estaba en regla. Un detalle llamativo si tenemos en cuenta que fue detenido al menos en dos ocasiones. La primera en Seattle en 2004 por disparar contra las ruedas del coche de unos albañiles y la segunda en Fort Worth por intimidar con un balazo a la vecina del piso de arriba. Entonces Alexis dijo que se le había disparado sin querer la pistola mientras la limpiaba. En Seattle dijo que sufría problemas psicológicos porque había participado en las tareas de rescate tras el ataque contra las Torres Gemelas.
Pánico y caos
Los primeros disparos sonaron en torno a las 8.20 de la mañana y enseguida sonaron las alarmas de emergencia. Muchos empleados se encontraban en la cafetería del edificio y salieron huyendo al comprobar que había un hombre disparando desde el cuarto piso hacia el vestíbulo central.
"La alarma de incendios empezó a sonar y yo estaba al telíéfono", decía este lunes uno de los primeros testigos en salir del complejo de la Armada. "Alguien vino y me dijo que no era una alarma y que habían disparado a alguien en el edificio. Mientras salíamos por la puerta de atrás vimos al pistolero al fondo del pasillo y oímos disparos. Al doblar la esquina, empezó a dispararnos al menos dos o tres ráfagas".
Las sirenas llevaron a evacuar los demás edificios del complejo. Entre ellos la residencia oficial del almirante Jonathan Greenert, que ejerce como jefe de la Armada y cuyo domicilio se encuentra a tan sólo unos metros del lugar donde se produjo el tiroteo. Greenert y su esposa fueron trasladados al Pentágono unos minutos despuíés de la llegada de la policía y permanecieron lejos del recinto durante la jornada.
Las autoridades aseguran que el valor de los policías evitó que se disparara el número de víctimas. Un extremo que concuerda con los testimonios que apuntan que el pistolero no fue abatido hasta unos minutos antes del mediodía y que se enzarzó en varios episodios de fuego cruzado con las fuerzas del orden, que distrajeron su atención y evitaron una matanza mayor.
Testigos
A Patricia Ward los primeros ruidos la sorprendieron desayunando en la cafetería del primer piso del edificio: "Oí tres disparos consecutivos. Tres segundos despuíés hubo cuatro disparos más y todos en la cafetería salieron disparados intentando averiguar por dónde salir. Los camareros nos decían que nos quedáramos. Pero yo sólo corrí y salí por las puertas laterales".
El alcalde de Washington, Vincent Gray, explicó que se trataba de "un incidente aislado". Pero eso no impidió que las autoridades reforzaran la seguridad en torno al Pentágono y al Capitolio y que la policía neoyorquina activara medidas especiales para evitar atentados.
El tiroteo se produjo en un complejo donde trabajan miles de personas y sembró el caos en las calles de Washington, cuyas autoridades suspendieron un partido de bíéisbol, cerraron varias escuelas y suspendieron durante unos minutos la actividad del aeropuerto Ronald Reagan.
La sede de la Armada es el complejo militar más antiguo de EEUU y se encuentra a orillas del río Anacostia. A unos dos kilómetros del Capitolio y a cuatro de la verja de la Casa Blanca, donde un hombre fue detenido por los miembros del servicio secreto al hacer estallar un petardo por la tarde unos minutos antes de las seis.
A Barack Obama la masacre le sorprendió preparando su discurso económico sobre el quinto aniversario de la quiebra de Lehman Brothers. El presidente definió lo ocurrido como "un acto cobarde" y expresó su píésame a las familias de las víctimas.
"Lo que ha ocurrido es otro tiroteo, esta vez perpetrado en una base militar", dijo Obama. "Las víctimas son patriotas que hacen su trabajo y que hoy han afrontado una violencia inimaginable que no esperaban sufrir aquí en casa. He dejado claro a mi equipo que quiero una investigación exhaustiva sobre lo que ha ocurrido como lo hemos hecho con tantos otros tiroteos que han ocurrido".