Una noche de 1988, la mujer de Andrew Moravcsik osó decir en voz alta que el Muro de Berlín iba a caer de manera inminente. A su marido, por aquel entonces un joven y brillante analista graduado en las mejores universidades de Estados Unidos, le dio un ataque de risa. “En el mundo acadíémico el consenso era unánime y me apostíé con ella una cena en cualquier restaurante del mundo, billete de avión incluído, a que el Muro o su equivalente seguiría ahí en 2010. Claro, un año y medio despuíés me encontraba pagando una cuenta carísima en un hotel de Moscúâ€.
Aprendida la lección, Moravcsik se ha convertido en un adicto a contradecir los convencionalismos. Hasta tal punto que algunos de sus libros han conseguido cambiar para siempre la forma de pensar la Europa contemporánea en ambientes acadíémicos. Hoy por hoy está considerado el mayor experto en materia de su país, aunque nada a menudo contra corriente. “El convencionalismo ahora mismo en Estados Unidos es que se inaugura una íépoca de dos potencias, un G-2 entre Pekín y Washington, mientras que Europa ha entrado en un declive terminal y no volverá nunca a la cima. Pero creo que es una moda falsa y me gustaría desafiarlaâ€.
Y eso es justo lo que está haciendo ahora. Moravcsik, que vivió de niño en Pakistán y que acaba de pasar un año en China con su mujer y sus dos hijos, dedicó una hora y media la semana pasada a defender su idea en la Universidad John Hopkins. En su exposición, que comentó despuíés con El Confidencial, partió de la premisa de que es Europa, y no China, la única superpotencia que compite con Estados Unidos. Y a menudo gana la partida.
“Y no voy a agarrarme a esa otra idea, tambiíén extendida, de que China va a colapsar por sus problemas internos. Al revíés, creo que es un país bastante sólido y razonablemente bien gobernado. Mi tesis no parte de la debilidad de China, sino de la fortaleza de Europa. (...) Y mi conclusión es que China es una potencia respetable, mientras que la Unión Europea es una superpotencia. Incluso algunos países que la integran, como Alemania, tienen más peso que Chinaâ€.
Estos son sus argumentos.
1. El PIB nominal es lo importante y tampoco tanto...
Lo único en lo que China puede superar a la Unión Europea a medio plazo es en producto interior bruto (PIB), pero se trata de un indicador cuya importancia no conviene exagerar “El PIB nominal chino, más relevante a efectos de transacciones internacionales que el de paridad de poder adquisitivo, sigue siendo hoy la mitad que el de la Unión Europea. Y aunque a medio plazo se produzca un adelantamiento, no se trataría de algo relevante porque la Historia nos demuestra que lo importante no es el PIB, sino el PIB per cápita, en el que China está muy, muy por debajo de Europa y no la va a alcanzar en mucho, mucho tiempoâ€. El imperio chino, de hecho, fue durante buena parte de la Historia la región con más PIB del planeta, sin que eso se tradujese en hegemonía mundial ni capacidad de influencia.
Moravcsik cree que esto es porque la sociedad China tiene que repartir su riqueza entre 1.400 millones de habitantes. Y lo importante, insiste, no es cuánto dinero tiene un Gobierno en total, sino cuánto puede dedicar a “hacer lo que quiere, no lo que debeâ€. “Lo que marca la diferencia es cuánto dinero sobra para invertir en cosas que no son pura supervivencia. Y en China sobra muy poco porque la renta per cápita es muy baja, los problemas son muchos y las necesidades por cubrir muy altas. Además, Pekín ha decidido que su prioridad es desarrollarse, no lanzarse a grandes aventuras internacionales como por ejemplo sí hizo la Unión Soviíéticaâ€.
2. China es un ‘enano’ militar
Los incrementos anuales del presupuesto militar chino suelen ocupar titulares, pero pocas veces se explica el contexto. Actualmente, Europa copa el 15% del gasto militar, frente al 35-40 de Estados Unidos y el 10% de China. “La diferencia con Europa se va recortando, pero una vez más no es el dato definitivo porque la inversión militar es a largo plazo. Lo importante no es lo que se gasta hoy, sino lo que se gastó hace años y lo que se invirtió en tecnología militarâ€.
Moravcsik recuerda que la mayor parte del gasto chino se va en pagar los crecientes salarios y gastos de su gigantesco Ejíército, que además desempeña muchos más papeles en la sociedad que el meramente bíélico. Como ejemplo, el analista utiliza el caso del primer portaaviones chino, el Shi Lang, una antigualla rescatada de los escombros de la Unión Soviíética, tuneada y fletada el año pasado en medio de una enorme cobertura mediática. “China tiene ya un portaaviones, de acuerdo, pero resulta que Japón tiene 20, Reino Unido, 40; Francia, 8. En su mayor titular militar de los últimos años, China está poniíéndose a la altura de Tailandia o Argentina, que tambiíén tienen un portaavionesâ€.
3. China no tiene amigos
Las alianzas internacionales, asegura Moravcsik, son esenciales para determinar el peso de un país en el tablero internacional. En esta materia, China sigue estando bastante aislada. “Veamos por ejemplo las alianzas militares formales. Resulta que Estados Unidos tiene más de 60 aliados y Europa más de 50. ¿Y China? China tiene sólo uno, que además no es precisamente el amigo que todos querríamos tener, sino ¡Corea del Norte!â€.
Algo parecido sucede con las bases militares en el extranjero. Entre las dos potencias, Estados Unidos y Europa mantienen 300.000 soldados por todo el planeta, en los cinco continentes. Mientras tanto, la presencia militar de China en el extranjero es prácticamente inexistente. El desequilibrio es todavía mayor, insiste Moravcsik, si consideramos la sintonía que existe entre Washington y Bruselas por motivos culturales, políticos o estratíégicos. “A Europa le ayuda mucho tener cosas en común con Estados Unidos, y viceversa. Siguen siendo un bloque bastante sólidoâ€.
4. Muchos quieren parecerse a Europa, algunos a EEUU, pero nadie a China
Moravcsik cree que el poder de seducción de la Vieja Europa sigue siendo altísimo, a pesar de sus problemas recientes. Algo que resulta lógico teniendo en cuenta que es la región con mayor esperanza de vida, mejor sistema sanitario, más vacaciones, más libertad social... “Según las encuestas de opinión, cuando se le pregunta a la gente de terceros países a quiíén quieren parecerse, en torno al 50% dicen que a Europa, cerca del 25% responden que a Estados Unidos y sólo a un 5% les gustaría que su país fuese como Chinaâ€.
De la Unión Europea salen, además, el 65% de las ayudas al tercer mundo (tanto públicas como privadas) que se conceden cada año, frente al el 23% de Estados Unidos y menos del 4% de China. “Eso aun incluyendo los famosos príéstamos millonarios chinos en ífrica que tanto ruido hacenâ€. Incluso en las organizaciones internacionales, como el aparato burocrático de la ONU, sigue siendo Europa quien paga la mayoría de las facturas y, por tanto, ejerce más influencia. “Resumiendo, todavía hoy el mundo quiere ser europeo. Las Constituciones que se copian son las europeas o la canadiense, ni siquiera la de Estados Unidos. Y las regulaciones y prácticas consideradas más avanzadas tambiíén están en Europa, que en este capítulo gana por paliza. Europa es más atractiva en casi todos los sentidos: sistema político, normas de comercio, instituciones...â€.
5. China no gana ni en sus propias categorías
Las exportaciones y las inversiones directas, las dos joyas del cuadro macroeconómico chino, tampoco consiguen derrotar a la Unión Europea, que en medio de la crisis, y aun descontando el tráfico entre sus respectivos países (60% del total), lidera la clasificación mundial. “Además hay que tener en cuenta que mucho de lo que China cuenta como exportación es en realidad comercio de bienes intermediosâ€, sostiene Moravcsik.
“Es hasta cierto punto una ilusión que China sea una potencia exportadora tan grande como nos pensamosâ€, remata. Todavía mayor es el salto en materia de inversiones. “En un año de recesión como 2012, Europa recibió entre tres y cuatro veces más inversiones directas que China. En definitiva, Europa es la región más importante del mundo en muchas cosas y en algunas es la segunda más importante del planeta por detrás de Estados Unidos. China, por el contrario, llega a casi todo en tercer o cuarto puestoâ€.
6. El pesimismo es el peor enemigo de Europa y distorsiona la imagen
En lo que, según Moravcsik, los europeos tambiíén somos campeones es en pesimismo. “Lo que más necesitan en Europa es una buena campaña de relaciones públicas. Es difícil entusiasmarse con la idea de Europa despuíés de hablar con los europeos. Porque cuando alguien te dice sin parar lo mal que van las cosas en su país, ¿cómo vas a entusiasmarte y ponerlo como ejemplo? Aquí en Estados Unidos somos al revíés, estamos siempre de promoción, describimos todo con entusiasmo aunque en realidad no sea tan bueno. Imagino que todos habíéis hablado alguna vez con un europeo, así que ya sabíéis a lo que me refieroâ€.
Porque, en realidad, remata el experto, “Europa es la región más creativa, próspera, ambiciosa, exitosa y mejor organizada del mundo, aunque ahora estíé pasando por una crisis. Una región más poderosa de lo que pensamos nosotros, mucho más poderosa de lo que piensan ellos mismos y sin lugar a dudas más poderosa que Chinaâ€.
7. Los argumentos euroescíépticos son irracionales y ridículos
El euroentusiasmo sin frenos de Moravcsik incluye a la propia Unión Europea como institución y experimento político. El experto, que insiste en analizar los países de la UE como un conjunto y no como una suma de naciones, asegura que se trata de una de las maquinarias de ingeniería social, política y económica más eficaces y baratas del mundo. “No considerar una unidad real a la UE es un error. De hecho, ha demostrado ser más eficaz con su sistema coral que muchas potencias centralizadasâ€, sostiene.
Al preguntarle al respecto, Moravcsik dice que entiende los argumentos de los euroescíépticos pero no los comparte. “La UE es mucho más pragmática y funciona mucho mejor de lo que la gente piensa. Lo sorprendente es la poca centralización que hace falta para tener resultados sorprendentes. ¿La burocracia de Bruselas? Pues creo que es el sueño de un libertario: pequeña, con un presupuesto reducidísimo si se compara con otras burocracias. Es una joya y es difícil encontrar algo más democrático, donde haya más participación. Los euroescíépticos están consiguiendo convencer a mucha gente, pero, honestamente, creo que sus críticas son absurdas e irracionales, sobre todo si lo comparamos con el resto del mundo. Además no son sinceras. Los británicos saben que no pueden irseâ€. En lo único en lo que Moravcsik acepta que Europa tiene un problema es con el Banco Central Europeo.
Incluso al tratar la falta de política exterior común, este experto la considera fruto de una estrategia muy pragmática, que permite que Europa no tenga que significarse nunca, pueda jugar a varias bandas al mismo tiempo. “Además los europeos no tienen ninguna amenaza exterior realmente seria, por lo que no están obligados a responder a elloâ€.
8. Las predicciones a 50 años siempre fallan y el mundo de mañana es para los países creativos
Moravcsik, finalmente, dice ser optimista con el futuro de Europa, ya que cree que las potencias a las que mejor les irá en el futuro son aquellas que demuestran tener “soluciones creativas a problemas cada vez más complejosâ€, como los territoriales, económicos, etcíétera. “Y en esto Europa me parece la más preparada para adoptar fórmulas flexibles que funcionen. El centralismo no tiene porquíé ser algo positivo a lo que hay que aspirarâ€.
En definitiva, ¿China la gran potencia dentro de 50 años? Antes de responder, Moravcsik propone mirar 50 años hacia atrás para ver lo impredecible y sorprendente que es el curso de la Historia. En 1963 se inauguró el telíéfono rojo entre Washington y Moscú, asesinaron a John F. Kennedy, De Gaulle vetó la candidatura británica a la Comunidad Europea, Stroessner era elegido presidente en Paraguay y Kenia se independizó del Imperio Británico. “Si la gente quiere hacer predicciones sobre lo que pasará dentro de 50 años, dejadles que lo hagan, pero no les creáis nuncaâ€, concluye.