Por… Guillermo Cabieses
No son muchos los acadíémicos cuyas ideas han alcanzado la inmortalidad. Ronald H. Coase está en ese reducido grupo. Sus ideas han alcanzado una relevancia que lo sitúan como uno de los pensadores sociales más importantes de los últimos siglos. En unos cuantos artículos nos enseñó a pensar de una forma distinta, alejarnos de la “economía de pizarraâ€, entender que la clave de un buen análisis está en hacer las preguntas correctas. Su primer aporte a la economía partió justamente de una pregunta brillante.
En su famoso artículo “La naturaleza de la firmaâ€, publicado en 1937, Coase se preguntó lo que hasta entonces nadie había cuestionado. ¿Por quíé existen las empresas?, si el mercado es la forma más eficiente de organización social, ¿por quíé no todo se negocia a travíés del sistema de precios?
Las empresas existen porque tanto recurrir al sistema de precios, como la organización de las actividades económicas mediante firmas implica asumir costos de transacción (costos de operar en el mercado). Al ser esto así, las personas optamos entre uno u otro mecanismo de asignación de recursos en función de un análisis costo-beneficio.
Es por esto que las empresas de automóviles no fabrican los vidrios, ni las llantas y que los jefes no negocian dentro de una empresa cada orden que dan a sus subordinados. Las empresas crecen hasta el punto en donde les resulte más eficiente hacer una operación en el mercado que realizarla internamente. Esto, que hoy ha alcanzado la obviedad de las grandes ideas, fue revolucionario en ese momento en el que se creía que las empresas crecerían sin parar y que el único freno que tenían era el estado y sus políticas antimonopólicas. Gracias a Coase sabemos que las empresas crecen hasta el punto en donde sus costos de operar internamente superen los de utilizar el sistema de precios, sin que sea necesaria la intervención del estado.
En 1960 Coase escribió otro ensayo que marcó un hito en la historia de las ideas: “El problema del costo socialâ€. En íél se encuentran los postulados del que sería bautizado por George Stigler como el Teorema de Coase que cuestiona la intervención estatal como la solución al problema de las externalidades (un efecto negativo cuyos costos son asumidos por una persona distinta a la que causa el efecto, por ejemplo, la contaminación), explicitando que en un mundo en el que no hubiesen costos de transacción, la intervención estatal es innecesaria, dado que las partes negociando siempre podrán alcanzar la eficiencia en la medida en que existan derechos de propiedad definidos.
No obstante, y esto es lo realmente importante de la idea cousiana, en el mundo real los costos de transacción no son iguales a cero, por lo que la regulación, lejos de solucionar el problema de las externalidades (que se soluciona mediante la asignación de derechos de propiedad que hagan que quien realiza una actividad asuma sus costos y sus beneficios), bien puede agravarlo al limitar los derechos de propiedad que permiten alcanzar la eficiencia. Coase nos invitó a estudiar la realidad como es y no a pensar en ella como quisiíésemos que fuera. Nos enseñó que en el mundo real, a diferencia de en las pizarras de algunos economistas, la regulación suele ser el problema y no la solución.
Suerte en sus vidas y en sus economías…