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Las negociaciones entre el Congreso y la Casa Blanca sobre la crisis presupuestaria en Estados Unidos continúan estancadas, apenas siete días antes de un posible cierre parcial de agencias federales por falta de fondos.
El año fiscal culmina el próximo 30 de septiembre, por lo que antes de ese día los legisladores deben lograr un arreglo que evite el cese de funciones de varias entidades gubernamentales.
Esta ausencia de consenso sobre el tema amenaza con un costo político tanto para demócratas como republicanos, aunque estos últimos parecen cargar con la culpa principal.
La semana pasada la Cámara de Representantes aprobó una medida que mantendría el funcionamiento del gobierno hasta el 15 de diciembre, pero a la vez el proyecto pretende quitarle los fondos a la ley de salud aprobada en 2010 por el presidente Barack Obama, conocida como Obamacare.
Sin embargo, es muy probable que el proyecto patrocinado por el partido rojo sea rechazado en el Senado, donde en los próximos días los integrantes más conservadores del partido rojo iniciarán maniobras dilatorias conocidas como filibusterismo.
Además, Obama ha amenazado con vetar cualquier proyecto que se le presente con esas características, si finalmente se aprueba en el Capitolio y llega a su despacho.
Las relaciones entre negociadores demócratas y republicanos se han deteriorado de manera significativa hasta un punto de que virtualmente no existen la confianza y el respeto entre ambas partes, señala hoy un artículo del diario The Hill.
Los azules acusan al partido rojo de mantener una ideología en contra de las funciones del gobierno y de estar dispuestos a hacer cualquier cosa, incluso paralizar el gobierno, con el fin de eliminar los fondos del Obamacare, que pretende dar cobertura de salud a unos 48 millones de estadounidenses sin seguro míédico.
Está previsto que el plenario del Senado realice mañana una votación sobre las nominaciones de varios candidatos a puestos federales y despuíés los legisladores de las dos agrupaciones políticas se retirarán a sus respectivos almuerzos semanales donde establecerán una estrategia sobre el tema fiscal para los próximos días.
Miembros del liderazgo republicano temen que esta crisis pueda tener un costo político tambiíén matizado por las discusiones en torno al incremento del techo de deuda, algo que debería tambiíén acordarse antes de mediados de octubre para evitar la suspensión de pagos de obligaciones del Ejecutivo.
El jefe de la Casa Blanca alertó este fin de semana que si el Congreso no eleva el límite oficial de 16,4 billones de dólares de la deuda pública, Estados Unidos dejará de pagar sus obligaciones financieras, lo que pondrá en peligro la economía y tendrá repercusiones globales, con un impacto negativo en las bolsas de valores.