Telefónica ha echado el resto para renovar el pacto de accionistas de Telco, la empresa instrumental que actúa como accionista de referencia de Telecom Italia. Pero una vez asegurado el futuro del consorcio junto a Generali, Mediobanca e Intesa Sanpaolo, la pregunta que flota en el aire es todo un desafío para la operadora que preside Cíésar Alierta: ¿Y ahora quíé? ¿Quíé hacemos con Telecom Italia?
Entre los analistas internacionales la respuesta predominante apunta a la enajenación de activos dentro de un plan de viabilidad orientado a la generación de recursos que garantice las inversiones en redes de nueva generación para el mercado domíéstico. Telecom Italia está condenada a vender por obligación si no quiere perder por necesidad; una estrategia de la que a fuerza ahorcan y por la ya han tenido que pasar otros multinacionales competidoras, como pueda ser la holandesa KPN. E incluso la propia Telefónica.
Es verdad que nadie escarmienta en cabeza ajena, pero el hecho de que la operadora española se haya erigido en baluarte del futuro de Telecom Italia induce a pensar que la empresa transalpina tendrá que seguir ahora el camino emprendido en su día por la propia Telefónica. De otro modo no se entiende que Alierta haya comprometido casi 750 millones de euros en dejar Telco más limpia que una patena sin otro objetivo que servir de consorte a los intereses italianos en el sector de las telecomunicaciones.
Telefónica ha garantizado que no comprará más acciones de Telecom Italia, evitando las suspicacias que apuntaban a una fusión entre las dos compañías. Nada más lejos de la realidad si se tienen en cuenta los enormes inconvenientes regulatorios y la consolidación de una deuda que sumaría otros 30.000 millones de euros a los 50.000 que ya registra el balance de la operadora española.
La intención de Alierta es bastante más pragmática, al menos de momento. Telefónica no está dispuesta a hacer aflorar las minusvalías de su aventura italiana, aunque eso no implica que quiera jugarse el envite con una apuesta financiera de altos vuelos sin antes disponer de un plan industrial en Telecom Italia. Ni más ni menos eso es lo que le pide Telco al equipo gestor de la operadora que lidera Franco Bernabí¨.
El consejero delegado de Telecom Italia se ha despachado con una solución a la boloñesa, con poca salsa y mucha pasta. Casi tanta como los 3.000 millones de euros en forma de ampliación de capital que pide su consejero delegado para evitar que las agencias de rating sitúen la calificación de la empresa en el bono basura. La solución fue rechazada de entrada en la reunión extraoficial que los socios de referencia de la operadora celebraron en Milán la pasada semana.
La valoración de TIM Brasil
Los 'capos' de Telco, que suman nueve de los doce puestos dentro del máximo órgano de gobierno de Telecom Italia, insisten en que lo mejor es desprenderse de la filial brasileña TIM, segundo operador móvil en su mercado, con más de 70 millones de clientes y un ebitda de 2.000 millones anuales. El precio de mercado de la compañía se sitúa en torno a los 5.000 millones de euros, y permitiría abordar los desafíos industriales de su actual casa matriz.
Bernabí¨ se resiste como gato panza arriba a romper el cordón umbilical de los negocios transatlánticos y trata de elevar el listón del precio de TIM como argumento para bloquear la venta. El primer ejecutivo de Telecom Italia se niega a ceder la filial brasileña por menos de 10.000 millones, y a cambio propone empaquetar en una filial otros activos para acompañar el nuevo esfuerzo financiero que reclama a sus accionistas.
Los gestores de la operadora se comprometen a reorganizar las unidades domíésticas de la empresa en dos divisiones separadas respectivamente para clientes residenciales y corporativos. A partir de esta estructura operativa, Telecom Italia estaría dispuesta a desprenderse de hasta 12.000 estaciones con un valor de mercado estimado entre 500 y 1.000 millones de euros.
La solución definitiva se perfilará con todos los detalles el próximo día 3 de octubre, que es cuando Bernabí¨ ha convocado al consejo de administración de Telecom Italia en Milán. El cónclave se presenta incierto, pero el paso al frente que ha dado esta semana Telefónica es el mejor augurio para pensar en una rápida fumata blanca. Por lo pronto, la política de generosidad y apaciguamiento demostrada por Alierta ha permitido al Gobierno de Enrico Letta blindar a su operadora telefónica de las garras de otros potenciales compradores extracomunitarios.
La renovación del pacto de accionistas de Telco ha espantado a eventuales inversores que sobrevolaban la compañía, entre los que se había destacado Naguib Sawiris a travíés de su empresa Orascom Telecom. Algunos accionistas de Telecom Italia, como la familia Fossati, conocida en España por sus negocios con Agrolimen, tenía avanzadas negociaciones para colocar su 5% de la operadora al magnate egipcio en una transacción que estaba supeditada al desmantelamiento del núcleo duro capitaneado por Telefónica.
Telco ha reforzado su mando y control sobre Telecom Italia hasta febrero de 2015, alejando los fantasmas que acechaban la compañía y asegurando su estabilidad financiera. Como socio industrial de excepción, Telefónica está dispuesta a apoyar tambiíén el plan de viabilidad de su homóloga y sacar a flote la compañía. Pero eso implicará que la operadora formalice un programa industrial a tono con las necesidades de un mercado global en constante mutación tecnológica. La solución, o cuando menos el primer atisbo de la misma, se podrá comprobar dentro de una semana en Milán. Alierta ha movido ficha; ahora le toca el turno a Bernabí¨.