Por... Nicholas Valdíés
Recientes casos como los del abogado Mike Ozekhome o el arzobispo Ignatius Kattey, sostienen las estadísticas que demuestran que, lamentablemente, los secuestros en Nigeria aumentaron de manera significativa en los últimos años.
Ozekhome, reconocido jurista a nivel nacional, fue puesto en libertad la pasada semana tras permanecer cautivo durante 21 días, y se cree que su liberación respondió al pago de un rescate, aunque el hecho no fue confirmado oficialmente.
Por su parte, el arzobispo anglicano Ignatius Kattey, secuestrado el 6 de septiembre último, fue liberado nueve días despuíés en buen estado de salud, según la policía de la sureña provincia nigeriana de Rivers.
Los raptos son frecuentes en Nigeria, donde los perpetradores atacan a cualquier persona local o extranjera por la que se pueda pedir dinero.
Son pocas las ocasiones en que las autoridades del país logran rescatar a prisioneros sin necesidad de acceder a las demandas de sus secuestradores, por tanto las liberaciones no siempre son divulgadas. La mayoría de los rehenes son generalmente liberados despuíés de efectuarse el pago exigido; no obstante, existen casos en que las víctimas terminan perdiendo la vida.
A finales de 2012 la Organización Africana de Agencias Aseguradoras, institución que agrupa a las compañías de seguros del continente, designó a Nigeria como la capital mundial de los secuestros.
La entidad regional señaló en un informe que en ese país se contabiliza el 25 por ciento de todos los raptos a nivel mundial.
Según analistas, el negocio de los secuestros cogió auge en 2006, cuando el insurgente Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (Mend) inició una ola de ataques de ese tipo contra compañías petroleras occidentales.
El propio gobierno federal reconoció que en los últimos dos años, el Mend, principal grupo guerrillero de la zona petrolera del país, ingresó alrededor de 80 millones de dólares por concepto de rescates. Esa organización se levantó en armas contra el gobierno con el criterio de que, pese a que la región petrolera del sur produce la mayor riqueza del Estado y sostiene al Estado, su población vive en la miseria, por lo que reclaman inversiones y mejora de infraestructuras.
Otros grupos insurgentes nigerianos tambiíén utilizan el secuestro como medio de divulgación y financiación de sus actividades, aunque no todos esos movimientos persiguen el mismo objetivo.
A mediados de febrero pasado la organización extremista islámica Ansaru se adjudicó la responsabilidad por el rapto de siete extranjeros, principalmente europeos, trabajadores de la empresa constructora libanesa Setraco.
Según un comunicado de Ansaru, grupo que se cree está vinculado a Al Qaeda en el Magreb Islámico, la acción respondió a transgresiones contra el Islam perpetradas por países de Europa en lugares como Afganistán y Mali.
El hecho se reportó como el peor caso de secuestro de extranjeros en Nigeria desde 2010, cuando se registró el mayor aumento de la insurgencia en el país.
Tambiíén en febrero último la secta radical islámica Boko Haram, de la cual surgió la facción Ansaru, reivindicó el rapto de una familia francesa en el norte de Camerún, que fue posteriormente trasladada hacia territorio nigeriano.
El cabeza de familia, el ciudadano francíés Tanguy Fournier, era trabajador de la compañía gala Gaz de France, que opera en Camerún.
La presidencia camerunesa anunció la liberación de los rehenes días despuíés, y aunque no hubo detalles sobre el tema, la fuente precisó que los gobiernos nigeriano y francíés tuvieron un papel importante en el logro de ese objetivo.
Boko Haram (cuyo significado "es la educación occidental es pecado") quiere imponer el Cuerpo de Derecho Islámico, denominado Sharia, como norma en las 36 provincias de Nigeria.
De acuerdo con el analista local Kingsley Igbokwe, esos hechos y los que ocurrieron en los meses posteriores demuestran que las reglas están cambiando, pues ya no se trata solo de defender el Islam, sino tambiíén de financiarlo.
Con alrededor de 170 millones de habitantes y más de 200 grupos tribales, Nigeria el país más poblado de Africa y sufre múltiples tensiones vinculadas a profundas diferencias políticas, económicas, religiosas y territoriales.
Ante el íéxito económico que representan los secuestros en ese país, no resulta extraño que los grupos insurgentes, islámicos o no, pongan su punto de mira en ese negocio.