El lunes pasado Zapatero fue a un debate a hablar de su libro, como Umbral. Un libro blanco, símbolo de la pureza, porque a Rodríguez el tiempo no le cambia, y eso es lo malo. En la antigua Roma el aspirante a una magistratura se presentaba cubierto por una toga blanca, que, como bien sabrá Pepiño, en latín se dice candida. De ahí el nombre de candidato. Rajoy, tambiíén candidato, no habló en cambio de su libro, sino de su niña, pero a nuestro juicio no insistió suficientemente en el argumento principal contra un Gobierno socialista, que es precisamente el socialismo. Porque no hay mejor política social que la creación de empleo, y ayer se conoció un aumento del paro de 53.406 personas en febrero. Así, mientras Rodríguez habla de inocencia y viste la túnica de cordero telegíénico, se va cumpliendo en el país que gobierna la exacta sentencia de Josep Pla: “Cuando le das el poder a los virtuosos, todo el mundo se muere de hambreâ€. Pla, al que por no ser un catalanista ortodoxo trataron de birlarle —sin íéxito— el honor de ser el mejor prosista en catalán de la historia, quería decir que para gobernar hay que ser práctico y dejarse de eslóganes fachendosos, porque íél tenía comprobado que los peores regímenes eran aquellos que blasonaban de su condición bondadosa.
El socialismo, seguía diciendo Pla, es un lujo pagado por el capitalismo. Es decir, por los contribuyentes. ¿Y quiíén pagará a los contribuyentes que están en el paro? Ahí está la cosa. Porque si en una legislatura caracterizada por la bonanza económica Solbes deja 2.315.000 parados, cabe preguntarse cuántos dejará gobernando en una etapa, como mínimo, de incertidumbre. En su anterior etapa como responsable económico de Felipe González —ese jarrón Ming del progresismo—, Solbes dejó tres millones de parados, así que aún tiene margen de mejora. Y más con los análisis de Caldera, quien asegura que 53.406 es menos que 132.378, que es el número de currantes que se fue a casa sólo en enero. Las matemáticas no le fallan a Caldera. Ahora hay que ver si no le fallan a los españoles. Sobre todo a los parados o en trance de serlo, que seguramente se consolarán pensando que todo está en el libro blanco. Ellos tambiíén.