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Autor Tema: Repsol, en la 'pole' de la incierta carrera hacia la privatización petrolera  (Leído 239 veces)

Eguzki

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Míéxico aspira a convertirse en el nuevo centro del tablero mundial de los hidrocarburos. Según las estimaciones, hay 30.000 millones de barriles de petróleo esperando a ser extraí­dos en las aguas profundas del Golfo de Míéxico. Un tesoro gigantesco para cuya explotación el Gobierno de Enrique Peña Nieto necesita ayuda. Y Repsol tiene muchos números para sacar una enorme tajada del pastel.

El Ejecutivo mexicano está inmerso en una políémica reforma energíética que pretende modificar la Constitución para terminar con el monopolio de Petróleos Mexicanos (Pemex), compañí­a que al mismo tiempo regula y opera en exclusiva sobre el territorio desde 1938. En ese año, el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria del petróleo para alegrí­a de sus conciudadanos. Desde entonces, y hace ya 75 años, el oro negro es para los mexicanos como la bandera: un activo inviolable y motivo de orgullo nacional.

Tanto celo patrio ha provocado que Pemex, hoy la octava petrolera por número de barriles extraí­dos, se haya sumergido en una profunda crisis de producción y de gestión-corrupción, lo que para el sector liberal ocasiona un gran perjuicio para el desarrollo del paí­s. Su producción ha caí­do un 18% en los últimos 12 años, mientas que en Brasil aumentó un 241% o en Angola un 1.000%, según datos del FMI. Recientes estudios indican que en 2020 incluso podrí­a haber un díéficit de hidrocarburos en el paí­s, aun siendo uno de los 10 mayores productores mundiales.

El nuevo Oriente Medio

"Si Míéxico es capaz de hacer pasar la reforma energíética de manera que pueda atraer inversiones extranjeras, esto supondrí­a que al juntar Canadá, Estados Unidos y Míéxico nos convertiremos en el nuevo Oriente Medio en cuanto a producción de gas y petróleo", señaló recientemente el congresista estadounidense Henry Cuellar al diario Reforma.

Pero Míéxico aspira a convertirse en el nuevo centro del tablero mundial de los hidrocarburos. Según las estimaciones, hay 30.000 millones de barriles de petróleo esperando a ser extraí­dos en las aguas profundas del Golfo de Míéxico. Un tesoro gigantesco para cuya explotación el Gobierno de Enrique Peña Nieto necesita ayuda. Y Repsol tiene muchos números para sacar una enorme tajada del pastel.

El Ejecutivo mexicano está inmerso en una políémica reforma energíética que pretende modificar la Constitución para terminar con el monopolio de Petróleos Mexicanos (Pemex), compañí­a que al mismo tiempo regula y opera en exclusiva sobre el territorio desde 1938. En ese año, el presidente Lázaro Cárdenas nacionalizó la industria del petróleo para alegrí­a de sus conciudadanos. Desde entonces, y hace ya 75 años, el oro negro es para los mexicanos como la bandera: un activo inviolable y motivo de orgullo nacional.

Tanto celo patrio ha provocado que Pemex, hoy la octava petrolera por número de barriles extraí­dos, se haya sumergido en una profunda crisis de producción y de gestión-corrupción, lo que para el sector liberal ocasiona un gran perjuicio para el desarrollo del paí­s. Su producción ha caí­do un 18% en los últimos 12 años, mientas que en Brasil aumentó un 241% o en Angola un 1.000%, según datos del FMI. Recientes estudios indican que en 2020 incluso podrí­a haber un díéficit de hidrocarburos en el paí­s, aun siendo uno de los 10 mayores productores mundiales.

El nuevo Oriente Medio

"Si Míéxico es capaz de hacer pasar la reforma energíética de manera que pueda atraer inversiones extranjeras, esto supondrí­a que al juntar Canadá, Estados Unidos y Míéxico nos convertiremos en el nuevo Oriente Medio en cuanto a producción de gas y petróleo", señaló recientemente el congresista estadounidense Henry Cuellar al diario Reforma.

Pero en lugar de alegrí­as, el proyecto de Peña Nieto está provocando un terremoto social y polí­tico. Manos a la cabeza y gritos al cielo ante lo que para la izquierda mexicana es llanamente vender la patria al capital extranjero, llámese este Exxon Mobil, Chevron o los rapaces fondos de inversión de Wall Street. No obstante, el Gobierno sigue adelante. Dice que el petróleo seguirá siendo de los mexicanos, que la reforma sólo contempla introducir “contratos de utilidad compartida”, donde la propiedad y comercialización del crudo serán atribución exclusiva del Estado.

Según Peña Nieto, la llegada de las grandes petroleras a los yacimientos mexicanos dejará miles de millones de dólares en impuestos, creará puestos de trabajo y ayudará a modernizar el paí­s, pues Pemex se ve hoy incapaz, por tecnologí­a y presupuesto, de explorar los yacimientos en aguas profundas del Golfo de Míéxico, que entrañan enormes inversiones y grandes riesgos. Por no hablar de la explotación del gas shale, que está revolucionando el sector de los hidrocarburos, en el que Míéxico tiene un importante papel que desempeñar.

Repsol, en la 'pole position'

Y es en esta apertura del mercado donde Repsol parte en primera posición en parrilla de salida, por delante de bólidos más potentes como Exxon Mobil, Royal Dutch Shell o Petrochina. Dos factores claves le han dado la pole. Primero, que Pemex posee el 9,4% de las acciones de Repsol desde 2011 y tiene butaca en el consejo de administración que preside Antonio Brufau. Y segundo, que la española, mediante su filial Repsol Exploración Míéxico, es la única compañí­a extranjera con experiencia operativa directa en el paí­s.

“Es sin duda una ventaja competitiva respecto a otros operadores que no han trabajado en Míéxico”, indica a El Confidencial Luis Miguel Labardini, socio de la consultora especializada Marcos y Asociados. “El hecho de que Pemex sea accionista de Repsol podrí­a servir como punto de partida para una asociación futura entre ambos para desarrollar campos petroleros”, continúa. Según este analista, Pemex podrí­a asociarse con Repsol en la exploración de yacimientos en aguas profundas, donde se requiere mayor tecnologí­a e inversión. Para las actuales operaciones en aguas someras, “lo más probable es que Pemex continúe operando en solitario, pues ya posee desarrollos de campos muy avanzados”.

El Banco Sabadell se pronunció en junio sobre el asunto: “Recordamos que Pemex, actual monopolio energíético en Míéxico, mantiene una participación del 9,37% en Repsol y que en el pasado habí­a mostrado interíés en alcanzar acuerdos con Repsol para desarrollos futuros en Míéxico”. Al banco le surgió, no obstante, una duda a la hora de aconsejar la compra de acciones de la firma española: el actual proceso de arbitraje con Argentina por la expropiación de YPF, “ya que la oferta de expropiación que recibió Repsol habrí­a llegado a travíés de Pemex según algunas fuentes, y recordamos que esta oferta fue rechazada por insuficiente. Otras compañí­as que han mostrado interíés en Míéxico son ExxonMobil, y Royal Dutch Shell”, argumenta el banco.

Tensión entre Brufau y sus accionistas mexicanos

Hace semanas se publicó en varios medios que a Antonio Brufau no le habí­a gustado nada la posible entrada de Pemex en el yacimiento argentino de Vaca Muerta, del cual Repsol fue expulsado por la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner. Algunas fuentes hablan incluso de una relación muy tensa entre Brufau y sus accionistas mexicanos.

Con la reforma energíética, Pemex pasarí­a a ser un operador más y cederí­a la regulación del mercado a un organismo estatal independiente. Ese factor, según los expertos, hace que Repsol no pueda dar por asegurados contratos y licencias de explotación por el simple hecho de ser socio de Pemex. “Puede haber un elemento de ventaja de conocimiento; sin embargo, creo que el espí­ritu de la contratación pública en Míéxico es no brindar ventajas a nadie. Se está buscando, o eso creo, que vengan las mejores empresas con las mejores propuestas. Los concursos los ganarán las empresas que ofrezcan el mejor proyecto”, incide David Shields, experto en el sector y director de la revista especializada Energí­a a Debate.

“Se supone que Pemex seguirá siendo la empresa dominante y mantendrá casi un monopolio sobre diversas actividades todaví­a por un buen tiempo. Aun así­, entiendo que Pemex no deberí­a cabildear a favor de nadie. Puede que eso ocurra, pero el espí­ritu de la reforma no es favorecer al que más le interese a Pemex, aunque sea su socio”, añade.

Un gran rival de Repsol serán las petroleras de Texas, que van a lanzarse con todo su arsenal sobre unas aguas que, según consideran, son su “mercado natural”, tal como advirtió Morgan & Lewis. Hablamos de ExxonMobil y ConocoPhillips, que junto a Chevron (con sede en California), BP y Royal Dutch Shell conforman lo más granado del panorama de los hidrocarburos, cinco empresas cuyos ingresos combinados suman el 10% del PIB de Estados Unidos.

¿Merece la pena entrar en Míéxico?

Pero más allá de vaticinios y especulaciones, el contenido de la reforma energíética continúa siendo una incógnita y podrí­a terminar, como ya ocurriera en 2008, en un avance muy pusilánime. “Puede que al final sólo se concedan [contratos] a empresas mexicanas, que a su vez negociarí­an con extranjeras. Quizá se establecen cláusulas de candados para evitar la participación extranjera directa. Puede que la presión polí­tica y popular haga que se incluyan estos candados, o haga que se retrase su aprobación entre protestas y demás”, advierte a El Confidencial Sergio Garduño, socio de Consultores Internacionales.

Es en este punto donde entra en juego el interíés de las grandes petroleras. ¿Merece de verdad la pena entrar en Míéxico? “En las condiciones que plantea la reforma, y todaví­a sin saber exactamente el contenido de las leyes secundarias, mi opinión, si yo fuera un gran operador internacional, es que quizá no me interesa tanto entrar”, dice Shields. Un recelo que tambiíén comparte Labardini: “Se está hablando solamente de contratos de utilidad compartida, y eso hace que se limite mucho el menú de alternativas. Habrí­a una entidad pública que serí­a la única con capacidad para comercializar el gas y el petróleo fruto de esos contratos de utilidad compartida, y eso me parece que incrementa el perfil de riesgo para los operadores y reduce el atractivo del esquema. A cualquier operador le interesa optimizar el valor de lo producido mediante su participación directa en la comercialización del producto, y eso no estarí­a ocurriendo así­â€ en esta reforma, explica el socio de Marcos y Asociados.

El interíés de las petroleras tambiíén dependerá del llamado government take, el pago de impuestos calculado sobre las ganancias. Polonia, por ejemplo, es la que tiene una tasa más baja con un 30%, mientras Venezuela, Malasia y Libia cargan un 95% en forma de impuestos, regalí­as, ventas de bases de licitación y todo tipo de cobros por dar acceso a los recursos naturales del paí­s. En las aguas profundas del Golfo de Míéxico estadounidense, Washington carga una media del 64%.

Será pues el contenido de las leyes secundarias el que indique cuán atrevida es esta apertura a la inversión extranjera. Y para conocerlo todaví­a falta más de un año. Tras la reforma de la Constitución, el paquete de leyes secundarias y contratos estarí­a listo para las primeras licitaciones en la segunda mitad de 2014, y la entrada de operadores extranjeros a los campos petroleros mexicanos se espera para inicios de 2015.