Nueve meses paralizado. Es el estado en el que se encuentra el grupo Colonial, desde que su fundador Luis Portillo saliera de la compañía. Ahora puede ser que esa parálisis se rompa. Los dos principales accionistas del grupo, Banco Popular y La Caixa están negociando con Josíé Ramón Carabante, ex accionista de la inmobiliaria, un plan para sacar de ese letargo a Colonial.
Las conversaciones, que se llevan manteniendo durante las últimas semanas, están orquestadas por el empresario y el objetivo final es limar las diferencias entre las dos entidades financieras sobre el futuro de la inmobiliaria. Pero en estos encuentros tambiíén hay otros protagonistas. Los bancos acreedores (Eurohypo, Calyon, Royal Bank of Scottland y Goldman Sachs) han participado en algunos de estos encuentros.
No hay que olvidar que cualquier plan de viabilidad tiene que contar con el respaldo de estas entidades financieras, ya que son las que autorizarán la refinanciación de la deuda, el principal problema de la inmobiliaria.
Desde finales de abril, La Caixa y el Banco Popular (POP.MCPOPULAR
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resumen noticias perfil recomendaciones / consenso gráficos carteras histórico Insider ), junto a otras entidades financieras, adquirieron el 23,8 por ciento de Colonial (CAR.MCINMOBILIARIA COLONIAL
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resumen noticias perfil recomendaciones / consenso gráficos carteras histórico ). Una operación derivada del embargo de acciones de Luis Portillo que realizaron las cajas y los bancos acreedores. De ese grupo de entidades, Popular y La Caixa tomaron las riendas de la compañía. De hecho, cada una de ellas nombró a sus representantes en el Consejo de Administración de la inmobiliaria.
Acordar una estrategia
Pasaron los meses y no se llegaba a un acuerdo sobre un plan futuro para Colonial, al abrirse una brecha entre las dos principales accionistas. Por un lado, La Caixa apostaba por una venta ordenada de activos para reducir deuda, mientras que el Popular apoyaba un plan de viabilidad, pues confiaba en la calidad de los activos de Colonial.
Un ejemplo de ese desacuerdo es la paralización que sufren los planes que avanzó a finales de junio, Mariano de Miguel, ex presidente de la compañía. Antes de la Junta de Accionistas del grupo, el ejecutivo anunció que a mediados de julio se recibiría una oferta vinculante para comprar la filial francesa SFL. No se conoce si la oferta llegó a la mesa de los ejecutivos, pero lo que es evidente es que la idea de vender la filial francesa se ha quedado en el aire. Lo mismo ocurre con el 15% de FCC (FCC.MCFCC
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resumen noticias perfil recomendaciones / consenso gráficos carteras histórico Insider ) que controla Colonial. Una de las pautas era vender ese paquete, operación que se ha quedado tambiíén paralizada.
El ex presidente tambiíén afirmó que la compañía iba a cerrar en agosto un acuerdo con los bancos acreedores para refinanciar su deuda. Un objetivo que tampoco se ha conseguido, principalmente porque esas entidades financieras estarán dispuestas a flexibilizar la deuda de más de 6.000 millones de euros que soporta Colonial cuando tengan en la mesa un plan de viabilidad que las convenza. Ahora no existe.
Pedir apoyo
En ese escenario entra Josíé Ramón Carabante. Este empresario retoma sus relaciones con el Banco Popular a raíz de la compra de Hispania, inmobiliaria de Trinitario Casanova, y de un porcentaje pequeño del banco. La entidad financiera, consciente de que Carabante fue consejero de Colonial y que conoce su funcionamiento, le pidió ayuda para reflotar la inmobiliaria. El empresario no lo duda y empieza a orquestar reuniones para diseñar una boceto que salve la compañía.
La novedad de estas gestiones es que en la misma mesa se sientan los bancos accionistas y las entidades financieras acreedoras. Lo que supone un paso hacia delante respecto a la paralización de la compañía, aunque todavía queda lo más importante, llegar a un acuerdo.
Por el momento, no hay un proyecto, pero sí un principio común: mantener la mayoría de los activos de la compañía para que sea viable. Para lograr ese objetivo, la compañía deberá desprenderse de las propiedades no estratíégicas, flexibilizar las condiciones del príéstamo y conseguir liquidez para destinarlo a nuevos proyectos. Por ahora sólo hay intenciones, pero faltan las armas y las autorizaciones.