Por... Camilo Katari
Los grandes empresarios de la industria armamentista se encuentran en apuros, sus ventas han quedado estancadas porque la aventura guerrerista en medio oriente fue frenada por una acción de todos los países que quieren vivir en paz.
Para nadie es desconocido que la industria armamentista es uno de las columnas vertebrales de la economía de EEUU. Los viejos liberales ultracatólicos o protestantes (la diferencia no es importante) que gustan de vez en cuando utilizar los cucuruchos blancos y su insignia KKK, le han construido un cerco a Obama, ellos, los liberales son los portavoces de las grandes industrias y los más grandes defensores de la propiedad privada, de la libre empresa y de libertad de comprar armas más o menos como comprar calcetines.
Los EEUU están demostrando, a raíz de su crisis interna, el peligroso retorno a los años del terror Macartista, donde toda actitud fuera de su control (de los ultraliberales) era acusada de “comunista†y echada a la hoguera (es una metáfora nomás) en una renovada actitud inquisitorial cuyo blanco (o negro según se mire) somos los pueblos de infieles, infieles al mercado a la religión dogmática y opresora; estamos pues en peligro inminente se ser excomulgados y luego bombardeados.
La escaramuza en el medio oriente enfureció a estos ultraliberales y el ojo en tinta pide venganza, y un pasito en ese sentido fue dejarle sin fondos a Obama; esta actitud nos demuestra hasta donde son capaces de llegar para imponer sus ideas, está claro que no hay patria, sólo negocios. Poner en riesgo a millones de trabajadores no les interesa ¿les interesará unos tantos millones de pueblos indígenas?
La señal imperial está muy clara: “iremos por todo y por todos y todas†se nos vienen tiempos difíciles y nosotros, todavía muy provincianos nos peleamos por cosas muy, pero muy pequeñas.
Me parece que muchos bolivianos y bolivianas no estamos preparados para situaciones difíciles, habida cuenta de lo que ha pasado en nuestro país desde el año 2000.
La irrupción del pueblo ordenando la política y la economía, ha sido uno de los peores golpes para el capitalismo mundial, ha roto en los hechos la dependencia del “sistema democrático restringidoâ€.
Esta ruptura ha hecho que, nuevamente resucite la esperanza en una nueva forma de Estado y sociedad, venciendo los fantasmas que dejó el socialismo realmente existente.
Somos una esperanza, más allá del gobierno, como sociedad somos responsables de poner en debate el poder imperial, de cuestionar el poder colonial. ¿Estamos a la altura de esta responsabilidad?