¿Cuál es el mayor peligro para la zona euro en estos momentos? ¿Una nueva crisis bancaria? ¿El fin de los estímulos en los Estados Unidos? ¿El ascenso de extremistas, políticos antieuropeos en Francia, Italia y Grecia?
Todos son una gran amenaza, y tienen el potencial para hacer descarrilar la frágil recuperación de la economía del viejo continente. Pero de hecho, la verdadera amenaza es: la deflación.
Tres años despuíés de una fuerte recesión, muchos países de la zona euro están cerca de mostrar un descenso de los precios, dice Matthew Lynn de MarketWatch. “En Grecia, los precios están bajando en tíérminos absolutos. En España y Portugal, la inflación se acerca a cero, y sólo sube porque los gobiernos con problemas de ingresos siguen incrementando los impuestos sobre las ventas.
Si bien la amenaza de deflación es algo exagerada en las economías más desarrolladas, en la zona euro es un peligro real. ¿Por quíé? Porque hace que los niveles de deuda empeoren - y todas las naciones perifíéricas ya están cargando una deuda insostenible. Y tambiíén porque hace subir las tasas de interíés reales, en un momento en el que las economías ya están luchando para superar la recesión. Lo peor de todo es que no parece que haya nada que pueda hacer el Banco Central Europeo.
Desde la crisis financiera de 2008, los bancos centrales han estado obsesionados por la deflación. Fue la amenaza de la caída de los precios, y el daño que pudiera hacer a la economía, lo que provocó la política de flexibilización cuantitativa en todo el mundo. La lógica dictaba que imprimiendo el dinero suficiente los precios se estabilizarían. Habría algún riesgo de inflación, pero para las economías con una gran crisis de deuda, había cosas peores.
Y parece haber funcionado.
Estados Unidos ha logrado mantener la inflación al alza, y su economía está ahora en vías de recuperación. En el Reino Unido, la deflación es tan probable como tomar el sol en octubre. La inflación se ha mantenido persistentemente alta, incluso cuando la economía pasaba por la recesión más larga desde 1930. Incluso en la zona euro, los precios continuaron subiendo. Hasta ahora, claro.
En septiembre, la inflación en la zona euro cayó a su nivel más bajo en 3,5 años - sólo un 1,1% (vs. 1,3% del mes anterior) y muy por debajo de la tasa objetivo oficial del BCE del 2%. Pero eso enmascara las grandes diferencias en todo el continente. Grecia está experimentando deflación, los precios han disminuido a una tasa anual del 1% en septiembre.
Otros países de la periferia se están acercando a esos niveles. En Irlanda, la inflación se redujo a cero el mes pasado. En España, en septiembre, la tasa se redujo al 0,48%, frente al 3,49% de hace un año. En Portugal fue sólo del 0,3%, y en Italia se redujo por debajo del 1%.
La situación real es peor de lo que señala la tasa general.
En España, por ejemplo, la gran subida del IVA sigue incluyíéndose en el dato. Eliminado esa partida, la inflación habría caído por debajo de cero. En Portugal, los precios habrían subido una fracción si hubiíéramos eliminado el IVA.
En una economía sana, la deflación no es una gran preocupación, y mucho menos de lo que muchos economistas asumen. Siempre y cuando los salarios se mantengan o desciendan menos que los precios, es algo bueno. El argumento que mantienen algunos economistas es que la caída de los precios retrae al consumidor porque cree que los bienes seguirán cayendo en el futuro. Pero hay muchísimas industrias donde ya vemos este fenómeno: ordenadores, telíéfonos móviles y tablets cada vez son más baratas y mejores, pero seguimos comprándolos. Acabamos comprando las cosas que necesitamos, incluso si sabemos que el precio bajará el próximo mes, porque las necesitamos ahora.
Pero hay dos situaciones en las que la deflación es un gran problema, y desafortunadamente ambos se aplican en la zona euro en estos momentos.
La primera es cuando hay niveles muy altos de deuda. Digamos que un país tiene un producto interior bruto de 100.000 millones de euros y una deuda de 100.000 millones. La deflación implica que si el PIB cae hasta 90.000 millones, nadie estará mejor o peor si los salarios no caen más que eso. Pero la deuda sigue siendo de 100.000 millones. El ratio de deuda respecto al PIB ha aumentado considerablemente, y hay menos dinero para abordar dicha deuda. No es bueno.
A medida que avanza la deflación, la carga de deuda será peor. Grecia tiene deudas totales del 161% del PIB. Irlanda, Italia, Portugal están en los 12 principales países deudores del mundo, con una deuda de entre el 118% del PIB al 126%. España está un poco mejor, pero todavía tiene en una relación deuda/PIB del 85%.
Y además, la deflación hace subir las tasas de interíés reales. Si las tasas están, por ejemplo, en el 1%, y la inflación es del 2%, entonces hay una tasa de interíés real negativa del 1%. Pero cuando usted tiene una deflación del 1% al año, la tasa de interíés real sube al 2%.
Peor aún, no hay nada que se pueda hacer al respecto. Incluso si las tasas descienden al 0%, si los precios caen, las tasas de interíés reales subirán todo el tiempo. Y sin embargo, estas economías están atrapadas en una recesión o estancadas. Si las tasas de interíés reales suben en una economía que ya está en problemas, el país se hundirá.
Los inversores han vuelto a comprar acciones de la zona euro al descontar que ya ha pasado lo peor de la crisis. Pero si comienza la deflación (no ha hecho más que empezar) las acciones van a sufrir.â€
Fuentes: Matthew Lynn - MarketWatch
Carlos Montero
Lacartadelabolsa