En este escenario de placidez en los mercados, en el que el sentimiento alcista está tan extendido que hasta los bajistas más empedernidos recomiendan comprar bolsa, hay una tendencia que llama especialmente la atención, y es la entrada de dinero internacional en las bolsas europeas.
Los últimos datos muestran como una enorme cantidad de dinero en efectivo proveniente de EE.UU. y de otros mercados desarrollados (Japón por ejemplo), se está posicionando fuertemente en los mercados de valores europeos. En la semana finalizada el 23 de octubre fueron 5.000 millones de dólares, que es la mayor aportación en la historia. A lo largo de 2013 se ha desviado más dinero a las acciones europeas que nunca antes que se tenga registrado.
Prestigiosos inversores internacionales como John Paulson, George Soros, Bill Gates… (Warren Buffet está estudiando alternativas), hedge funds como Och-Ziff y Falcon Edge, han comunicado recientemente fuertes inversiones en los activos europeos.
El motivo que justifica estas compras es que los mercados del viejo continente están baratos, lo cual es bastante lógico si tenemos en cuenta el escenario económico en el que se encuentran sus economías. El Eurostoxx 50 ha subido más del 20% desde los mínimos de junio de este año, y cotiza en base a ratios fundamentales con un descuento aproximado del 30% respecto al índice MSCI World de países desarrollados. Su PER es de 13,6 veces beneficios 2013 frente a casi 16 veces beneficio del S&P 500 y 18 veces beneficio del índice de Japón.
Pero como dice Matthew Lynn en el WSJ, a veces las cosas están baratas por una razón, y no sólo porque el mercado las ha infravalorado. Lynn afirma que lógica de la inversión en Europa es fácilmente entendible –aunque la economía europea tenga problemas, sigue siendo el hogar de docenas de compañías globales de clase mundial. Si puedo comprar acciones globales europeas más baratas, ¿por quíé comprar sus competidoras de EE.UU. Japón o Corea?
El problema, según añade Lynn, es que la crisis europea está muy lejos de acabar. El trabajo que se ha hecho hasta estos momentos ha sido fácil. Lo duro viene a partir de ahora.
Hay tres grandes problemas en Europa según Lynn:
El primero es que sus economías siguen en recesión. El repunte durante el verano se basó en un incremento de la confianza. No había muchas cifras concretas que lo respaldara. El hecho es que grandes economías como Italia están atrapadas en la recesión, y Francia o España están a tan sólo un paso de ella. La economía griega sigue contrayíéndose sin muestras de crecimiento auto sostenido.
Es cierto que los mercados de valores pueden subir aun cuando las economías estíén cayendo. O que el BCE puede incrementar sus medidas de flexibilización cuantitativa a la escala que lo han hecho el de EE.UU. o el del Reino Unido. Pero todavía hay límites a lo lejos que pueden subir unos mercados de valores con el telón de fondo de unos consumidores sin trabajo que no compran. Y los beneficios corporativos, si no se incrementan las ventas, no pueden subir sostenidamente.
Por otro lado sobre Europa se cierne una parálisis política.
Alemania está atascada sin gobierno tras las elecciones del pasado mes de septiembre, y se están complicando las negociaciones para formar una nueva coalición. Países como Grecia y Portugal necesitan urgentemente nuevos rescates, y eso no sucederá sin un gobierno en Alemania.
Otro tema complicado serán las elecciones al Parlamento Europeo del próximo mes de mayo. Los partidos anti-euro -Frente Nacional de Francia, el Británico Partido por la Independencia, o el Partido de la Libertad en los Países Bajos-, están ganando apoyo. Aún no tienen mucho poder en el Parlamento, pero pueden bloquear diversas iniciativas. La cuestión fundamental es que el euro necesita grandes pasos hacia la integración para que pueda sobrevivir. ¿Cómo se darán estos pasos si los euro escíépticos tienen cada vez más fuerza en el Parlamento? La respuesta es que no se darán.
Por último, las grandes compañías de la zona euro se las han arreglado para solventar medianamente bien esta crisis en los dos últimos años mediante las ventas en mercados de mayor crecimiento como EE.UU. o los de Asia. Este positivo hecho se unía a unos costes laborales contenidos por la profunda recesión en sus mercados matrices, y por los altos niveles de desempleo.
Pero hay un límite a este planteamiento. Incluso la poderosa máquina exportadora alemana parece que se está resintiendo según sus últimos datos. Con el aumento del valor del euro, cada vez va a ser más difícil vender al resto del mundo, lo que perjudicará las cuentas de estas compañías si la demanda interna no toma el relevo, lo que parece no sucederá en el futuro cercano.
En el pasado reciente hubo oportunidades de entrar en los mercados de renta variable de la zona euro, pues sus precios eran ridículamente baratos. Pero eso ya no es cierto. El dinero mundial se está volcando en Europa precisamente en el momento equivocado, y se va a quemar.
Lacartadelabolsa