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Autor Tema: LA CAíDA DE UN DIOS...  (Leído 139 veces)

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LA CAíDA DE UN DIOS...
« en: Noviembre 05, 2013, 07:59:32 am »
Por...  HUMBERTO MONTERO


 
Una mañana, Eike Batista se despertó siendo la síéptima fortuna del mundo. Se miró al espejo y en íél vio reflejado el sí­mbolo de la pujanza brasileña, orgullo de una nación llamada a codearse con los siete grandes, estandarte del íéxito absoluto y de la esperanza de todo un paí­s en un futuro opulento. Dios de los negocios; mecenas de las causas perdidas y los sueños.

Se embutió uno de sus cientos de trajes clonados a medida y se sintió como un rey Midas, capaz de convertir en oro todo cuanto tocaba. Su conglomerado empresarial EBX, dividido en cientos de empresas titánicas, lo abarcaba todo: petróleo, industria naval, minerales, incluso oro y diamantes. Miles de millones de dólares en juego. A sus 57 años reciíén cumplidos, Eike bautizaba a todas sus empresas con una X para simbolizar el efecto multiplicador de su dinero, 34.500 millones, según "Forbes", la biblia de los ricos.

Poco importaba ya el turbio origen de la fortuna familiar que, según las malas lenguas, provení­a de los mapas que le dio su padre, Eliezer Batista, antiguo ministro de Minas y Energí­a y presidente de la gigantesca minera Vale durante el ríégimen militar, para iniciar sus actividades de comercio de oro y diamantes en la Amazonia, en la díécada de los 80.

Apenas un año y medio despuíés, Batista volvió a mirarse en el espejo y vio en íél a un fracasado. Un pelele al que acosaban los acreedores y vilipendiaba la prensa hasta hace dos dí­as servil y zalamera cual puta barata. En un abrir y cerrar de ojos, el Imperio X se habí­a desvanecido. Más de 30.000 millones de dólares evaporados en una pesadilla sin final. Se miró los bolsillos y sólo encontró un 1 % de su fortuna. Las deudas de OGX, su gigante petrolero, habí­an alcanzado los 5.400 millones de dólares y arrastrado a la bancarrota a todo su grupo en el mayor proceso de concurso de acreedores de Amíérica Latina desde 1990, según la agencia de riesgo Moody"s.

Las burlas al "nuevo pobre" de Brasil recorren desde el pasado fin de semana las redes sociales y copan las portadas de los diarios. Todo sirve ahora de carnaza para hacer leña del árbol caí­do. La cuenta de 5.000 dólares en una discoteca de moda de Rí­o de Janeiro que ha dejado sin pagar su hijo Oli, su estilo de vida excíéntrico y megalómano, su matrimonio con la ex "playmate" Luma de Oliveira, reina de una escuela de samba durante muchos años, el Mercedes-Benz McLaren estacionado en el salón de su mansión, el atropello a un ciclista de su hijo Thor (los dos vástagos fueron bautizados con nombres de dioses vikingos) con ese mismo modelo de coche o el desguace de su yate de lujo, vendido como chatarra, alimentan los despiadados ataques.

Atrás quedan los halagos a sus malabarismos financieros y decenas de proyectos en Rí­o de Janeiro que deberí­a haber financiado el magnate Batista, desde la reestructuración de zonas enteras de la ciudad para los Juegos Olí­mpicos del 2016 a los proyectos sociales de envergadura en las favelas "pacificadas" a tiros o el astillero monumental de Sí£o Joí£o de Barro, que iba a ocupar más de tres millones de metros cuadrados.

Atrás quedan tambiíén las palabras pronunciadas por la presidenta Dilma Rousseff hace poco más de un año. "Eike es nuestro modelo, nuestra expectativa y, sobre todo, el orgullo de Brasil", dijo.

Si nos atenemos a esa declaración, la caí­da de este gigante con pies de barro no augura nada bueno al persistente deterioro económico de un paí­s que creció al 0,9 % en 2012 cuando dos años atrás lo hací­a al 7,5 %.

Mientras los demás vecinos corren, Brasil arrastra sus enormes pies atenazado por la inflación, que espera se mantenga elevada debido a un ajustado mercado laboral y el alto consumo, y una economí­a proteccionista en extremo.

El hundimiento de los colosos suele dejarnos lecciones magistrales. Por lo pronto, se acabó la fiesta. En Brasil y en toda Iberoamíérica.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...