Por... Silvina Espinosa de los Monteros
Despuíés de Economic Origins of Dictatorship and Democracy, investigación galardonada con numerosos premios internacionales, los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson acaban de publicar la versión en lengua española del libro Por quíé fracasan los países. Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza (Crítica, 2013), texto sobre el cual charló el segundo integrante de la dupla de autores, aprovechando su estancia en el país para impartir una conferencia en el Colegio de Míéxico.
El prestigioso politólogo y acadíémico de la Universidad de Harvard, James A. Robinson (Londres, 1960) realizó algunos comentarios sobre este exhaustivo análisis histórico de economía comparada.
A lo largo de 590 páginas, Por quíé fracasan los países explica el motivo por el cual algunas naciones, incluso en condiciones similares, progresan más que otras. Lo cual se debe al hecho de haber construido instituciones políticas inclusivas, en las que existe mayor participación ciudadana.
¿Cuál es el rol de la cultura y la educación en la construcción de esas instituciones políticas inclusivas?
La educación es crucial. Tú no puedes tener una sociedad próspera en el mundo moderno sin inversión en educación de alta calidad. De ahí la importancia de que el gobierno mexicano estíé tratando de mejorar el sistema educativo. Eso es fundamental.
Una de las enseñanzas del sistema democrático americano es aquella frase que dice: “La democracia comienza en la escuelaâ€, pero Míéxico posee un sistema educativo muy vertical.
Tal vez haya democracia en el voto, pero no en las aulas.
La educación es una forma de socialización y control. Para elevar la calidad del nivel educativo se necesita la participación de los padres, ya que los propios profesores no están incentivados para ello. Algo que resulta interesante, porque el PRI tenía un gran mecanismo para controlar a la sociedad y probablemente la educación sea parte de eso. Quizás lo que se necesita es la democratización del sistema educativo mexicano.
¿Quíé sería necesario para incentivar a los políticos a crear leyes en ese sentido?
Los políticos tampoco están incentivados. El cambio político generalmente viene a partir del conflicto, cuando la sociedad se moviliza para cambiar las instituciones. No creo que debas esperar que gente poderosa cambie instituciones sin tener intereses de por medio. Existe la posibilidad, inusual, de que un político cambie, pero usualmente la manera en que esto sucede es de una forma clientelista. No es hacer cosas por el bien de la sociedad, sino dando a la gente trabajos o contratos, lo cual no es una manera muy inclusiva de gobernar. Generalmente, el cambio sucede a partir de movilizaciones sociales, aunque esto no necesariamente mejora del todo las cosas. En el libro, por ejemplo, enfatizamos cómo las acciones colectivas que se dieron en Estados Unidos en la díécada de los 50 o 60 del siglo pasado, con el movimiento de los derechos civiles, tuvo un largo alcance. Sin embargo, hay casos como el de la revolución bolivariana o la mexicana, que lucharon por una sociedad más igualitaria y no lo consiguieron del todo.
¿Hay un buen futuro para este país tomando en cuenta la perspectiva histórica?
La historia no es especialmente alentadora, pero con la decisión del presidente Zedillo de no ejercer “el dedazoâ€, se abrió la posibilidad de hacer cambios muy positivos. Si me preguntas cuáles son los dos países en Amíérica Latina respecto a los que me siento más optimista son: Míéxico y Brasil. Míéxico ha hecho un gran progreso en los últimos 10 o 15 años. Uno de los muchos problemas por superar es el progreso lento, porque existe una gran herencia del partido único de Estado. Ahora, la pregunta que nos debemos hacer es si la democracia que se ha creado será capaz de ser lo suficientemente crítica para contrarrestar estos problemas.