Por... Alfredo Bullard
Un empresario se dedicaba a fabricar jabones pero tenía el problema de que, por fallas en la línea de producción, algunas cajas que debían contener jabones quedaban vacías. Los consumidores se quejaban, y entonces el empresario hizo una inversión importante para diseñar un mecanismo que permitiera discriminar las cajas llenas de las vacías y así evitar que los errores llegaran al mercado. Sin embargo, ninguna solución fue satisfactoria a pesar de que se gastaron varios miles de dólares en buscarla.
Entonces, un empleado logró ver el problema. Regresó con un ventilador en la mano, lo encendió y dirigió el aire hacia la faja continua donde venían las cajas de los jabones. Por arte de magia las vacías se volaban y salían de la faja, mientras que las llenas, gracias al peso del jabón, se quedaban. Con solo 30 dólares resolvió el problema.
La NASA invirtió miles de dólares en diseñar un lapicero que pudiera funcionar en el espacio. Dado que en el espacio no hay gravedad, la tinta no bajaba y los lapiceros no escribían. Luego de mucho esfuerzo y varios miles de dólares, consiguieron orgullosamente su objetivo y presentaron el lapicero.
Luego descubrieron que los cosmonautas rusos habían encontrado la solución muchos años antes: en lugar de usar lapiceros usaban lápices.
Tendemos a pensar que la creatividad y la innovación significan encontrar soluciones complejas a problemas difíciles. Pero la verdadera creatividad suele ser aquella que encuentra una solución simple y por eso está al alcance de todos.
Steve Jobs, el fundador de Apple, una empresa creada en los años 70 en un garaje y que en el 2012 se convirtió en la más valiosa del mundo, basó su íéxito en la simple innovación. Y como íél decía: “Lo simple puede ser más difícil que lo complejoâ€. Y complementaba su idea con un “es maravilloso tener una mentalidad de principianteâ€.
Pensar en simple, sin embargo, requiere de mucho esfuerzo, y son las ideas simples las que empujan las revoluciones. Lo que hizo que personas como Steve Jobs o Bill Gates transformaran garajes en empresas más ricas que muchos países no ha sido ni el capital, ni la regulación, ni los subsidios estatales. Fue la innovación: esa increíble capacidad del ser humano de imaginar algo y de convertirlo en realidad. Y la simplicidad crea la magia de ver algo tan evidente que nadie más lo había visto.
Lo que diferencia la mera creatividad de la innovación es el esfuerzo que hay en la segunda. Pablo Picasso decía: “La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajandoâ€.
Asimismo, el esfuerzo de pensar y convertir la idea en realidad proviene de los incentivos que se tengan. Los Ford, los Edison, los Job, los Gates, hicieron lo que hicieron porque deseaban ganar dinero, no es la necesidad la verdadera madre de la inventiva. Es la posibilidad de cobrarles a otros por encontrar solución a sus necesidades el verdadero motor del crecimiento y del desarrollo.
El crecimiento de los últimos años que ha tenido nuestro país puede explicarse fácilmente: miles de peruanos creativos han encontrado, mediante miles de aparentes pequeños actos de innovación, nuevos caminos para solucionar necesidades de otros. Gracias a esa posibilidad han generado bienes y servicios que mejoran nuestras vidas y que a la vez generan trabajo y nuevas oportunidades de innovar.
Los grandes híéroes de nuestro desarrollo no han sido ni los gobernantes ni sus ministros. Los híéroes son los emprendedores creativos y esforzados, de todos los niveles. El Estado se limitó a dejar de entorpecerlos, y ello liberó su capacidad de innovar.
El mensaje para hacer sostenible el desarrollo no es entonces pedir más políticas públicas, sino más libertad individual. No hay problema grande para un emprendedor chico pero libre. Como dice un proverbio africano: “Si piensas que eres demasiado pequeño como para hacer una diferencia, es que no has dormido nunca con un mosquito en la habitaciónâ€.