Por... Luis Beatón
La discriminación, el abuso sexual de empleadores, los bajos salarios y otras violaciones figuran entre los problemas que enfrentan los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos.
Tras años de espera, la reforma de las leyes migratorias se encuentra en el limbo, caracterizado por la negativa de los legisladores del Partido Republicano a votar un proyecto bipartidista aprobado en junio por el Senado estadounidense.
La situación enfrentada por los inmigrantes, principalmente las mujeres, fue abordada de manera descarnada por el diario californiano La Opinión, al denunciar los abusos de que son víctimas algunas fíéminas.
Cansada de llorar y de escuchar que su queja por abuso sexual no procedía por falta de pruebas, una noche "Mireya", una campesina de Bakersfield, California, intentó quitarse la vida, señala el rotativo.
"Pensaba que yo no valía nada y me tomíé unas pastillas para dormir y no despertar", cuenta ahogada en llanto, describe la publicación al narrar el desespero de la fíémina. "Sentí que para una mujer sola, sin documentos, no había justicia".
Por díécadas, trabajadoras agrícolas han denunciado el acoso sexual y hasta la violación por supervisores y compañeros en los campos de California, pero su valentía ha dado pocos frutos: ni un solo cargo criminal se ha presentado contra los agresores, precisa la narración.
Según Grace Meng, investigadora de la organización Human Rights Watch (HRW), "en algunos terribles casos, incluso cuando las mujeres se atreven a reportarlo, se enfrentan a policías que no están interesados en investigar el abuso".
Otra denunciante que escondió su identidad real bajo el nombre de "Rocío", una campesina del área de Fresno, asegura que los encargados y supervisores que por años la obligaron a tener relaciones sexuales para conservar el empleo, continúan en el mismo lugar.
Ella y otras 24 mujeres, incluso niñas de 15 años, padecieron ese infierno, precisa.
Una pesquisa del Southern Poverty Law Center encontró que, en 2010, el 90 por ciento de las campesinas dijo haber sido acosada, manoseada o hasta violada, aunque el Departamento de Justicia reporta que la tasa de denuncia en la industria agrícola es muy baja: dos tercios prefiere callar el abuso. Según "Rocío", emigró en busca de un futuro mejor, pero al llegar se llevó una gran decepción, porque las trabajadoras no tienen los mismos derechos y beneficios que los hombres, y, si la acosan sexualmente, ni el patrón ni la policía la ayudan.
Un estudio de HRW, "Cultivando el miedo - la vulnerabilidad de las inmigrantes agricultoras ante la violencia y el acoso sexual en Estados Unidos", ilustra los abusos sufridos por medio centenar de trabajadoras del campo indocumentadas en los estados de California, Carolina del Norte y Nueva York.
Esa investigación recoge el caso de una joven inmigrante, la cual fue violada por un compañero y aunque denunció el caso a la policía y le dijeron que lo arrestarían, "nunca lo hicieron y, en cambio, cruzaron mis datos con inmigración y, como no tengo papeles, me deportaron sin importarles que tuviera tres hijos, uno de ellos un bebíé, y que tuviera que dejarlos en el país".
El documento, citado por el diario californiano, señala que cientos de miles de mujeres y niñas inmigrantes que trabajan en el campo en Estados Unidos corren un alto riesgo de acabar siendo víctimas de violencia sexual o casos de acoso en sus puestos de trabajo porque las autoridades no las protegen.
Estos abusos ocurren, esencialmente, porque el 50 por ciento de la mano de obra que trabaja en los campos estadounidenses son inmigrantes indocumentados y los contratistas usan esa condición para atemorizar a sus víctimas.
Cada día que el Congreso retrasa la promulgación de una reforma migratoria, expone a más agricultoras al peligro de los abusos sexuales, señaló Meng.
Mientras tanto, 2013 se acerca a su fin y pese al amplio apoyo entre la población que tiene el cambio de las leyes migratorias, el tema parece encaminado a una nueva postergación.
Más de 600 líderes conservadores viajaron a Washington D.C., donde realizaron alrededor de de 120 reuniones con republicanos en la Cámara de Representantes para persuadirlos a que voten una reforma migratoria este año.
En su más reciente aproximación al tema, el presidente de la Cámara baja, el republicano John Boehner, dio un portazo a la reforma cuando dijo que no presentará a votación ninguna iniciativa, en especial el plan bipartidista aprobado por el Senado.
En la Cámara de Representantes, donde está estancada la reforma migratoria, se requerirá el apoyo de al menos 218 de los 435 miembros de ese órgano legislativo. En junio pasado, el Senado aprobó su propia versión de la reforma migratoria en una votación de 68-32.
Para los republicanos en el Congreso, no importan las súplicas de millones de inmigrantes para que aprueben una reforma migratoria.
Según activistas que participaron en una protesta en Staten Island, Nueva York, donde está ubicada la oficina del congresista republicano Michael Grimm, quien se opone al proyecto de ley, hay muchas madres que están sufriendo pero tambiíén muchos niños porque sus padres han sido deportados.
En ese sentido, "Martha", una mexicana que ocultó su identidad por temor a represalias, expresó su preocupación por si pasa algo "conmigo o con mi esposo porque mis hijos autistas quedarían desamparados. Ellos nacieron aquí y en mi país no tendrían la posibilidad de superarse".
Hasta ahora, los republicanos del Congreso, tanto la minoría durante los dos últimos años del expresidente George W. Bush o la mayoría en la Cámara baja desde 2010 bajo la Administración Obama, han bloqueado los intentos del presidente de aprobar una reforma migratoria.
Mientras esto ocurra, no habrá paz en muchos hogares de la minoría más numerosa del país, continuarán los abusos y las agresiones sexuales, para mostrar una parte del lado oscuro que hace necesario un cambio de la ley.