Por... TAMMY WEBBER
Las imágenes son alarmantes. Nubes negras oscurecen el cielo diurno mientras un manto de gravilla negra cubre casas y automóviles, y obliga a los residentes a buscar refugio.
La arremetida, captada en fotos y videos desde Detroit y Chicago este año, fue causada por el mismo motivo: los vientos furiosos que barren enormes montículos negros de coque de petróleo, un residuo de la refinación del petróleo que se ha ido acumulando en los canales de navegación del centro norte del país y que ha desencadenado una ola de preocupaciones sanitarias y ecológicas.
Las pilas son evidencia de un agudo aumento en la producción petrolera estadounidense —particularmente el crudo extraído de arenas petrolíferas en Canadá— que ha quedado atascada en la región debido a la capacidad limitada de los oleoductos para transportar el crudo al Golfo de Míéxico y las costas del oeste, lo que ha llevado a una refinación sin precedente de petróleo aquí y la consecuente producción de coque.
En vecindarios del centro norte de Estados Unidos cercanos a las refinerías, las crecientes montañas negras han provocado la indignación de los residentes y nuevos esfuerzos de los legisladores por controlar o proscribir el polvo resultante.
"Apenas pudimos abrir las ventanas este verano debido a que el polvo negro era muy espeso", se quejó Susana Gómez, madre y abuela que vive en el sudeste de Chicago, cerca de vías ferroviarias de una terminal que acumula coque hasta poder cargarlo en barcos para exportación. Dijo que le preocupa uno de sus hijos, que es asmático, pero no tiene los recursos como para mudarse.
Alan Beemsterboer, cuya familia es propietaria de otro sitio que ha almacenado asfalto y carbón, y ahora coque, dice que no comprende la controversia. "Esta ha sido siempre un área industrial", afirmó. "Ahora carbón y coque están mal vistos".
El coque ha sido un elemento del panorama industrial estadounidense desde la díécada de 1930, cuando las refinerías empezaron a instalar equipos para "cocinar" residuos de la producción de gasolina y diíésel para transformarlos en un combustible sólido que pudiera utilizarse en termoelíéctricas y hornos de cemento.
Pero el enorme volumen de coque que se ha acumulado súbitamente en Detroit y Chicago este año —casi todo al aire libre— no tiene precedente y tomó por sorpresa al público y a las autoridades.
Con la cantidad de petróleo canadiense que entra en Estados Unidos aumentando casi a diario, refinerías como Marathon en Detroit, BP en Indiana, y Phillips 66 en Illinois, se han expandido para manejar la carga de trabajo.
Las refinerías por lo general venden el coque a otras compañías, que lo almacenan hasta que pueden embarcarlo para exportarlo a lugares como China. La quema del coque emite altos niveles de hollín y gases de efecto invernadero, por lo que su utilización en Estados Unidos está restringida.
En Detroit, el coque comenzó a aparecer en la ribera del río homónimo a principios de año, varios meses despuíés de que la refinería Marathon Petroleum Corp. completara una expansión de 2.200 millones de dólares. Pero las protestas de los vecinos, que tomaron videos de la gravilla volando por los aires, provocaron que las autoridades locales ordenaran la remoción de los montículos.
En Chicago, los habitantes se alarmaron cuando los montículos negros comenzaron a crecer hace unos seis meses, dijo Tom Shepherd, miembro de un grupo vecinal. La gota que derramó el vaso fue cuando el coque salió volando el 30 de agosto y cayó en jardines, iglesias y un campo de bíéisbol infantil.
El alcalde de Chicago Rahm Emanuel ordenó al Departamento de Salud de la ciudad adoptar regulaciones para el coque, mientras que los concejales introdujeron ordenanzas para regularlo o prohibirlo. La ciudad y la fiscal general de Illinois Lisa Madigan interpusieron demandas contra Beemsterboer por el coque en sus instalaciones.
"Tienes un subproducto... que está degradando económica y ambientalmente a una comunidad y la salud de nuestros niños, y no hay nada escrito que permita a Chicago proteger a sus propios ciudadanos", dijo Emanuel en conferencia de prensa.
Aunque el coque no está clasificado como peligroso, contiene metales pesados y su inhalación puede causar problemas respiratorios.
Las cosas podrían complicarse. La producción de coque en la refinería de BP se triplicará el próximo año, de 700.000 toneladas anuales a 2,2 millones de toneladas, cuando se complete el próximo mes una modernización de sus instalaciones, de acuerdo con el portavoz Scott Dean.