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Autor Tema: El emprendedor africano que salvó a su pueblo con molinos de viento...  (Leído 114 veces)

OCIN

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Por...   David PíérezEnviar correo a David Píérez



Hubo un tiempo en que William Kamkwamba era uno más entre los millones de niños pobres que viven en Malawi, uno de los paí­ses más necesitados de ífrica. Ahora, ha alcanzado una fama notable. Los medios de comunicacición occidentales han contado su historia y millones de personas en todo el mundo han encontrado inspiración en las charlas que el emprendedor ha pronunciado en TED, el influyente foro tecnológico.

Incluso Bill Clinton es ahora mentor del joven, que tambiíén ha sido felicitado personalmente por Al Gore y ha ingresado en la sociedad secreta más antigua de Estados Unidos, la Sphinx Senior Society.

¿Quíé ha hecho Kamkwamba?

Antes de descubrir las maravillas de la ciencia yo era un simple granjero en un paí­s de granjeros pobres, pero aquel año nuestra suerte se oscurecióSu ejemplo dista mucho de parecerse a las startups que estamos acostumbrados a ver todos los dí­as levantando rondas de financiación. En 2001, una hambruna dramática asoló Malawi y tuvo que dejar la escuela. Sus padres no podí­an pagar la matrí­cula (80 dólares) de acceso a la educación secundaria. "Antes de descubrir las maravillas de la ciencia yo era un simple granjero en un paí­s de granjeros pobres, pero aquel año nuestra suerte se oscureció", relata William.

"En mi casa comí­amos sólo una vez al dí­a, por las noches", recuerda: "Miríé a mi padre y despuíés a los campos de siembra secos. Era un futuro que no podí­a aceptar". Se enfrentó a la situación entrando en un biblioteca. Tení­a catorce años.

Un molino hecho de chatarra

Allí­ empezó a leer libros de ciencias, especialmente sobre fí­sica. Como no sabí­a inglíés, el africano al principio sólo se fijaba en los gráficos y en las fotografí­as, tratando de relacionar las palabras con los dibujosAllí­ empezó a leer libros de ciencias, especialmente sobre fí­sica. Como no sabí­a inglíés, el africano al principio sólo se fijaba en los gráficos y en las fotografí­as, tratando de relacionar las palabras con los dibujos. Fue así­ como se encontró con una imagen que cambiarí­a su vida: la foto de un molino de viento en un libro titulado Using energy.

"El libro decí­a que un molino podí­a generar electricidad y bombear agua, y eso significaba riego, una defensa contra la hambruna que estábamos pasando en aquel tiempo". Decidió construirlo. Pero como no tení­a los materiales necesarios, tuvo que conformarse con la chatarra que encontró en un almacen cercano: el aspa de un ventilador, un amortiguador, los restos de una bicicleta, tubos de PVC...


Gracias a su primer molino, llevó la electricidad a su hogar. Con doce vatios de potencia, pudo encender cuatro bombillas y dos radios. Sin embargo, Kamkwamba querí­a ayudar a toda la comunidad; y para eso eso necesitaba construir un molino mayor -con el tiempo construirí­a varios- e instalar una bomba de agua y un sistema de riego por goteo.

Tambiíén lo logró, aunque desde 2007, cuando fue invitado por primera vez a un evento TED -tardaron varias semanas en encontrar la casa de Kamkwamba-, los inversores se volcaron con William, aportando el capital necesario para la consecución de sus proyectos. Cuando subió al escenario tení­a 19 años. "Antes de esa íépoca, no habí­a estado lejos de mi casa. No habí­a visto un ordenador. Nunca habí­a entrado en internet ni habí­a visto un avión", recuerda.

Un largo camino

Antes de que entrase en aquella biblioteca, en su aldea, Masitala, donde apenas hay cincuenta casas, no habí­a electricidad ni agua potable. Diez años despuíés, el escenario ha cambiado. Sus vecinos comenzaron tachándole de loco, pero ahora le admiran como a un híéroe.

Los últimos molinos de viento construidos por el joven africano
Mientras tanto, Kamkwamba sigue su viaje. En ífrica, retomó sus estudios de secundaria en un colegio bí­blico y luego fue admitido en la elitista African Leadership Academy, en Sudáfrica. En la actualidad, estudia en la Universidad de Dartmouth y su sueño es dirigir su propia empresa de fabricación de molinos, para llevar la tecnologí­a a ífrica.

Ahora tiene Twitter y ya ha sido invitado por Google como conferenciante cientí­fico. Tambiíén ha escrito una autobiografí­a, The Boy Who Harnessed the Wind, donde relata su experiencia como inventor. Y el documental sobre su vida, William and the Windmill, sigue cosechando premios, el último este año en el festival South by Southwest, en Estados Unidos.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...