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Autor Tema: India: Una nación que se ha olvidado de la competitividad...  (Leído 147 veces)

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India: Una nación que se ha olvidado de la competitividad...
« en: Noviembre 27, 2013, 06:33:19 pm »
Por...  Swaminathan S. Anklesaria Aiyar




En 1991, India era el principal benefactor de ayuda externa del mundo, un gigante no competitivo rogando por dádivas. Las reformas económicas que se iniciaron en 1991 gradualmente hicieron de India un paí­s altamente competitivo, que alcanzó un crecimiento de 9% del PIB y que llegó a ser considerado un potencial súper poder.

Esos dí­as han pasado. El crecimiento del PIB se ha reducido a la mitad, 4,5%. Peor aún, la clase polí­tica de India ha dejado de siquiera tratar de competir a nivel global. Se enfoca en subsidios, reservaciones y medidas especiales para alimentar la acumulación de votos, sin importar las consecuencias que todo esto tenga para la competitividad. Esto finalmente resultará en la bancarrota, no en un crecimiento inclusivo (como dicen los polí­ticos en el congreso).

Cuando India quebró en 1991, se necesitaron medidas drásticas a lo largo de varios años para restaurar la competitividad. El rupia fue devaluado inmensamente, las licencias industriales y el permiso en virtud de la Ley de Monopolios y Prácticas de Comercio Restringido (MRTP, por sus siglas en inglíés) fueron abolidos, el comercio fue liberalizado, los aranceles a las importaciones fueron gradualmente reducidos desde 300% hasta alrededor de 10% en 2005. Los monopolios en el sector público como las telecomunicaciones y la refinación de petróleo fueron abiertos al sector privado, permitiendo la creación del servicio de telecomunicaciones que crecí­a más rápido en el mundo y que tambiíén era el más barato, y de las refinerí­as más orientadas a la exportación del mundo. La inversión extranjera liberalizada permitió a India convertirse en un núcleo productor de autos pequeños. Muchas multinacionales como General Electric vinieron e hicieron del paí­s un centro de investigaciones y desarrollo. Un sector privado liberalizado creó la revolución de software y la contratación remota de procesos de negocios (BPO, por sus siglas en inglíés).

Las exportaciones de mercancí­as aumentaron de 5% del PIB a 15%. Las exportaciones de servicios aumentaron todaví­a más rápido y la India se convirtió en lí­der mundial en software. La rupia se fortaleció de 50 rupias por dólar en 2002 a 40 rupias por dólar para 2008. La creciente competitividad de India hizo de ella un súper poder. Eso de repente se esfumó. En los últimos tres años, el crecimiento del PIB ha colapsado, la industria y las exportaciones se han estancado, el díéficit actual en la cuenta corriente se ha ampliado dramáticamente, y la rupia ha colapsado. Hace un año, esto finalmente persuadió al gobierno para que íéste emprenda algunas reformas, pero estas no han logrado revivir el viejo dinamismo.

¿Por quíé? Porque las nuevas medidas no cambiaron la mentalidad polí­tica de ignorar la competitividad constantemente al momento de formular nuevas polí­ticas y regulaciones.

Los polí­ticos subestiman la competitividad y simplemente quieren dividirse las ganancias derivadas del crecimiento. Por lo tanto, el abandono de la competitividad ha resultado en el colapso del crecimiento y tambiíén de las ganancias.

En su “presupuesto de sueños” de 1997, el Ministro de Finanzas Palaniappan Chidambaram declaró que India reducirí­a constantemente sus aranceles a las importaciones hasta llegar a los niveles de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste de Asia). Esto pretendí­a hacer que India compita con los tigres asiáticos, no solamente en tasas tributarias sino en todo lo demás, convirtiendo a India en el próximo tigre. Esto de hecho sucedió. Pero en lugar de reconocer esto como un modelo para las próximas polí­ticas, el gobierno de UPA desde 2004 no se preocupó acerca del crecimiento rápido y dejó de tratar de competir. Manmohan Singh firmó un acuerdo nuclear con EE.UU., pero aprobó una ley nuclear tí­mida que no incluyó las cláusulas de responsabilidad que eran la práctica global. El resultado: ni siquiera los rusos quieren venderle nuevos reactores a India.

India seguramente necesita nuevas reglas para asegurar el medio ambiente y las tribus. Pero al formular nuevas reglas y regulaciones, ¿alguien se encargó de revisar si nuestras reglas eran similares a aquellas de paí­ses con los cuales competimos? Lamentablemente, no. Necesitamos una polí­tica de adquisición de tierras más justa. Pero nuestra nueva ley exige la evaluación de impacto social y la aprobación de un grupo de expertos antes de que se de cualquier adquisición. ¿Las naciones con las que competimos tienen normas que retardan tanto así­ el proceso? ¿Acaso sus gobiernos insisten en que 80% de los propietarios de tierras consientan las adquisiciones? ¿Le dan a los trabajadores, proveedores y otros no-propietarios poderes de veto sobre las tierras? ¿Asignan la carga de la rehabilitación a las industrias o al gobierno?

Las cortes activistas y las ONGs han empeorado estas cuestiones, a pesar de sus buenas intenciones. El tribunal verde ha prohibido la minerí­a de arena sin aprobación ambiental. El resultado es una gigante escasez de arena legal, lo que simplemente fomenta la minerí­a ilegal. Un resultado similar es evidente luego de las prohibiciones mal formuladas a la explotación de las canteras de rocas. Ahora demora 12 años abrir una nueva mina de carbón. No solo la minerí­a ilegal de hierro sino tambiíén la legal han sido prohibidas en algunos estados. ¿Otros competidores asiáticos tienen prohibiciones de este tipo? Si no las tienen, ¿cómo afecta esta regulación la competitividad de India?

Esto parece no importarle a las cortes, ni a las ONGs ni a los polí­ticos. Un sinnúmero de nuevas reglas y regulaciones son constantemente creadas sin que se haga ejercicio alguno de costo-beneficio para determinar el impacto sobre la competitividad. El último reporte Haciendo Negocios del Banco Mundial dice que India ha caí­do de la posición 131 a la posición 134 en la facilidad para hacer negocios. Se encuentra en la posición 177 en la facilidad de establecer una empresa, 183 en la facilidad para obtener un permiso de construcción, y 186 en la facilidad para hacer cumplir los contratos. Aún así­ esta condenatoria exposición de nuestra falta de competitividad no produce voluntad polí­tica alguna para realizar los cambios. Tenemos un profundo problema estructural que ni siquiera es reconocido, mucho menos resuelto. ¿India tendrá que quebrar una vez más para concentrar las mentes de los polí­ticos?

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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...