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Autor Tema: El proyecto de TTIP/TAFTA y sus consecuencias socioeconómicas y ambientales...  (Leído 273 veces)

OCIN

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Por...  Seattle to Brussels Network 





Un informe realizado por la red Seattle to Brussels Network desmitifica los presuntos beneficios económicos de la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) y pone al descubierto cómo íéste podrí­a perjudicar al medio ambiente y a la economí­a a los dos lados del Atlántico.
 
Resumen ejecutivo
 
En el verano de 2013 se iniciaron conversaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos sobre una Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP por sus siglas en inglíés) a la vez que muchos dirigentes comerciales y polí­ticos saludaban el acuerdo como el santo remedio contra la difí­cil recuperación económica que incide en ambos lados del Atlántico. La consolidación de las relaciones comerciales entre los dos socios en un solo mercado transatlántico se ha vendido a los ciudadanos estadounidenses y europeos como un vehí­culo poderoso para estimular el crecimiento económico y algunos de sus defensores predecí­an hasta un uno por ciento de incremento del PIB. Los funcionarios de Estados Unidos y la Unión Europea insisten en que la eliminación de los aranceles a la importación y la armonización reglamentaria a los dos lados del Atlántico incrementarán el comercio entre las dos regiones, lo que creará millones de nuevos empleos.
 
Sin embargo, como sugiere este análisis preliminar de las implicaciones geopolí­ticas, medioambientales y socioeconómicas de un acuerdo comercial transatlántico, no sólo se ha colocado en el lugar equivocado la fe en la liberalización y la desregulación comerciales –lo que caracteriza las negociaciones actuales–, sino que tambiíén se han juzgado mal los beneficios económicos pronosticados a la vez que se han minimizado –cuando no ignorado– los riesgos más amplios.
 
Lo que aflora, por tanto, es que la TTIP es el proyecto polí­tico de una elite polí­tica y corporativa transatlántica que, basándose en la promesa infundada del aumento del comercio y la creación de puestos de trabajo, intentará invertir la protección reglamentaria social y medioambiental, desviar los derechos legales de los ciudadanos hacia las corporaciones y consolidar el liderazgo global europeo y estadounidense dentro de un orden mundial cambiante.
 
Beneficios exagerados y riesgos minimizados
 
Como detalla este informe (cuya versión completa sólo está disponible en inglíés), el comisario de Comercio de la Unión Europea, Karel De Gucht, ha exagerado en exceso los beneficios económicos de la TTIP. Sobre la base de una investigación financiada por la industria, se ha prometido un crecimiento del PIB del 1 por ciento, junto con la creación de “cientos de miles de empleos”. Sin embargo, la propia evaluación del impacto de la TTIP de la Comisión Europea concluye que una tasa regional de crecimiento del 0,1 por ciento serí­a una expectativa más realista. Esto equivaldrí­a a una tasa de crecimiento del PIB de apenas un 0,01 por ciento en un periodo de diez años, ya tildada de ‘trivial’ por los economistas.
 
Sin embargo, los riesgos medioambientales y socioeconómicos asociados a beneficios económicos tan triviales podrí­an ser catastróficos. La competencia incrementada vinculada con la liberalización comercial entre la Unión Europea y Estados Unidos podrí­a provocar la píérdida de puestos de trabajo (capí­tulo 1). La competencia añadida entre Europa y Estados Unidos podrí­a agrandar aún más la brecha entre los paí­ses centrales y la periferia en Europa, ya que los principales intereses ofensivos de exportación de Estados Unidos residen precisamente en los sectores en los que la periferia europea tiene intereses defensivos, como la agricultura (capí­tulo 3).
 
Además, en bastantes áreas normativas, las leyes y la reglamentación estadounidenses ofrecen bastante menos protección que en Europa. La armonización legislativa propuesta entre la Unión Europea y Estados Unidos implica que el nivel de protección al consumidor en Europa podrí­a minarse significativamente, por ejemplo en las áreas del acceso al mercado de los organismos geníéticamente modificados (OGM), la carne tratada con hormonas y el pollo desinfectado con cloro (capí­tulo 3). En consecuencia, una polí­tica agrí­cola sostenible podrí­a desaparecer del horizonte en el caso de que Europa tuviera que abrir sus mercados a los productos estadounidenses no sujetos a la reglamentación más estricta sobre el bienestar de los animales o el uso de pesticidas agrí­colas dañinos que están obligados a cumplir los productores europeos (capí­tulo 3).
 
A medida que los dos socios comerciales se acerquen al mí­nimo común denominador, las polí­ticas medioambientales en Europa (capí­tulo 2) y la regulación financiera en Estados Unidos (capí­tulo 6) podrí­an sufrir tambiíén. Por ejemplo, la TTIP podrí­a amenazar las moratorias europeas existentes sobre el asunto controvertido de la extracción del gas de esquisto (capí­tulo 2) a la vez que mina la emblemática regulación europea sobre sustancias quí­micas –REACH–, al sortear los requisitos de ensayo de miles de sustancias quí­micas tóxicas (capí­tulo 5).
 
La regulación financiera estadounidense –actualmente más estricta que la de la Unión Europea– podrí­a verse comprometida, ya que los grandes bancos esperan utilizar las negociaciones comerciales para minar los intentos que surjan despuíés de la crisis con el fin de introducir una reglamentación financiera más severa (capí­tulo 6). En un momento en el que hasta el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial han empezado a reconocer que el control de capitales es una manera útil de impedir y detener la fuga de capitales con intenciones desestabilizadoras y especulativas, la TTIP propone la liberalización y desregulación de todos los sectores de servicios, incluidos los servicios financieros, con el riesgo de estimular, en vez de impedir, otra crisis financiera internacional.
 
Una amenaza para los derechos civiles y el modelo social de Europa
 
Mediante la profunda reestructuración de las relaciones sociales inherentes a la asociación comercial propuesta, la TTIP plantea una amenaza real para los derechos civiles y los cimientos del modelo social de Europa. Mientras que en Estados Unidos las empresas gozan de un acceso prácticamente ilimitado a los datos personales de los ciudadanos, en Europa todaví­a está garantizado por ley cierto grado de intimidad. Sin embargo, la TTIP podrí­a cambiar esto si las negociaciones incluyesen el políémico capí­tulo que se propone actualmente sobre los derechos relacionados con la propiedad intelectual.
 
Los intentos anteriores de minar el derecho a la intimidad de los europeos mediante el Acuerdo Comercial de Lucha contra la Falsificación (ACTA) se combatieron con íéxito en el Parlamento Europeo cuando se rechazó la propuesta a consecuencia de la creciente oposición pública. Sin embargo, como la TTIP se negocia a puerta cerrada y sin intervención parlamentaria, hay riesgo grave de que esta vez los ciudadanos no puedan proteger sus derechos civiles (capí­tulo 4).
 
La inclusión de un capí­tulo sobre derechos de propiedad intelectual inspirado en el ACTA podrí­a tambiíén socavar seriamente el derecho de los pacientes europeos a la atención sanitaria asequible (capí­tulo 5). Una mayor protección de los patentes de los productos farmacíéuticos al amparo de la TTIP podrí­a impedir el acceso a medicamentos geníéricos que salvan vidas (actualmente un sector industrial en auge en Europa). Asimismo, mediante la armonización propuesta de normas y reglamentaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos (que incluirí­a el ‘reconocimiento mutuo’ del actual marco reglamentario de ambos socios como ‘igualitario’), la comercialización de los servicios públicos (al estilo de Estados Unidos) podrí­a alentarse aún más en Europa y de esta manera incrementar los costes sanitarios de los pacientes europeos.
 
La armonización de las normas y reglamentaciones podrí­a tambiíén tener gran impacto en los derechos sindicales y laborales, puesto que el derecho a la libre asociación y la negociación colectiva en Estados Unidos es mucho más díébil que en Europa. En el caso de que tuvieran íéxito las negociaciones de la TTIP, podrí­amos contemplar en el futuro a los trabajadores estadounidenses y europeos competir entre sí­ en un intento desesperado de atraer a la inversión privada porque no hacerlo podrí­a hacer que las compañí­as europeas se trasladasen a Estados Unidos, donde disfrutarí­an de menos obligaciones con respecto a sus trabajadores (capí­tulo 1).
 
Importar la cultura estadounidense de las demandas legales
 
La TTIP pretende tambiíén restringir aún más las posibilidades de intervención reglamentaria si se incluye un capí­tulo sobre inversiones, tal como se propone actualmente en las negociaciones (capí­tulo 7). Si –como se prevíé– se incluyera un mecanismo de arreglo de controversias, los inversores extranjeros podrán llevar a los Gobiernos ante un tribunal internacional y demandarlos por desplegar polí­ticas consideradas perjudiciales para los beneficios (proyectados) de una compañí­a.
 
Se han producido algunos casos de este tipo al amparo del NAFTA (Tratado de Libre Comercio de Amíérica del Norte) y otros acuerdos comerciales bilaterales en los que las leyes democráticas, diseñadas para la protección de consumidores y el medio ambiente, han sido denunciadas por compañí­as privadas que exigen cientos de millones de dólares en concepto de compensación. El caso reciente del gigante tabaquero estadounidense Philip Morris, que se ha querellado contra los Gobiernos de Uruguay y Australia por sus leyes antitabaco, es un ejemplo de lo que se puede esperar si la TTIP confiere a las corporaciones este tipo de poderes legales.
 
En consecuencia las compañí­as estadounidenses que invierten en Europa podrí­an eludir los tribunales europeos y desafiar directamente a los Gobiernos de la Unión Europea en tribunales extraterritoriales cuando consideren que las leyes relacionadas con la salud pública, el medio ambiente o la protección social interfieren en sus beneficios. De este modo, es posible que la mera amenaza de un costoso litigio legal sea suficiente para impedir que los Gobiernos promulguen legislaciones progresistas en el futuro: un inconveniente importante para cualquier sistema polí­tico que desee parecer democrático.
 
Más allá del Atlántico
 
Teniendo en cuenta que más de un tercio del comercio global tiene lugar actualmente en Estados Unidos y la Unión Europea, la TTIP crearí­a el mayor bloque mundial de libre comercio, cuyas implicaciones irí­an más allá del Atlántico, puesto que la TTIP reestructurarí­a de facto las reglas comerciales internacionales (capí­tulo final).
 
De esta manera, la TTIP permitirí­a a la Unión Europea y a Estados Unidos superar el punto muerto polí­tico que afecta actualmente a las negociaciones comerciales a nivel multilateral, ya que los paí­ses en desarrollo ofrecen resistencia a las exigencias de Estados Unidos y la Unión Europea de liberalizar aún más sus economí­as (con la pretensión de que las compañí­as estadounidenses y europeas tengan acceso libre a sus mercados y materias primas).
 
La TTIP podrí­a convertirse así­ en el vehí­culo que fuerce al Sur Global a encaminarse por una senda de desarrollo definida por los intereses de Estados Unidos y la Unión Europea. La TTIP podrí­a convertirse, especialmente, en la estrategia de las elites corporativas de Estados Unidos y la Unión Europea para aventajar a economí­as emergentes como la India, Rusia, China, Brasil, Sudáfrica y la región ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), con la intención de recuperar el liderazgo internacional en un orden mundial cambiante que amenaza a la hegemoní­a estadounidense y europea.
 
Sin embargo, es cuestionable que íéstos deban ser los objetivos de un acuerdo comercial del siglo XXI. Este informe –al ofrecer un análisis crí­tico de las implicaciones medioambientales y socioeconómicas de la TTIP– busca contribuir a un debate público muy necesario sobre la naturaleza y los objetivos del comercio internacional y sus reglas.


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