Colonial celebra hoy junta general extraordinaria de accionistas para permitir, como posiblemente ocurra, que el grupo lance una ampliación de capital de 1.000 millones de euros que supondría que Juan Miguel Villar Mir se convertiría en el primer accionista de la inmobiliaria rozando el 30% del capital.
Villar Mir, con 300 millones de euros, y el colombiano Grupo Santo Domingo y el banco andorrano Mora Banc, cada uno de ellos con 100 millones, acudirían a dicha ampliación si se cumplieran ciertas condiciones. Entre estas condiciones se encuentran que el precio de emisión del aumento de capital dinerario sea como máximo de 0,5 euros por acción y que no se venda más de un 20% de la participación en la filial francesa del grupo español, Socií¨tí¨ Foncií¨re Lyonnaise (SFL), la joya de la corona.
De acuerdo a fuentes cercanas a la compañía, Morgan Stanley y Credit Agricole estarían buscando ya inversores dispuestos a participar en esa ampliación de capital y en un futuro críédito sindicado que solicitaría la inmobiliaria.
Se trata de una ampliación clave para el futuro de la compañía, cinco años despuíés de que Luis Portillo abandonara el grupo dejando a Colonial temblando con una deuda superior al billón de las antiguas pesetas. El grupo llegó a tener una deuda cercana a los 9.000 millones de euros, billón y medio de pesetas, como resultado de las adquisiciones que llevó a cabo Portillo, con el apoyo de algunos de los mayores bancos del mundo (el empresario sevillano compró Colonial, Riofisa y el 15% de FCC).
En este periodo el nuevo equipo gestor del grupo, encabezado por el presidente Juan Josíé Brugera y el consejero delegado Pere Viñolas, han diseñado imaginativas soluciones financieras para ir refinanciando la enorme deuda de la compañía y convencer a los bancos de ampliar las fechas de vencimiento.
Entre esas imaginativas soluciones está la de tratar de desvincular del grupo la filial de suelo, Asentia, antigua Riofisa. Esta sociedad figura en la contabilidad de Colonial como “actividad mantenida para la ventaâ€, con una deuda de 1.428 millones de euros; pero está por ver que a los acreedores del grupo tanta imaginería financiera les convenza de seguir refinanciando, en lugar de vender los mejores activos de la compañía y cobrar parte de la deuda (a septiembre de este año la deuda de Colonial ascendía a 3.486 millones).
Esta última opción es la que parece defender Brookfield. El fondo canadiense advirtió la pasada semana que tiene una propuesta distinta a la planteada a la ampliación de capital que se vota en la junta de Colonial. Pero su propuesta no será votada en la junta de accionistas.
A diferencia de Villar Mir –que se ha asegurado parte del íéxito de la propuesta de hoy en junta de accionistas al adquirir recientemente el 20% y convertirse ya en el primer accionista de Colonial– Brookfield ha optado por invertir, en lugar de en títulos del grupo, en deuda de la inmobiliaria y convertirse en el primer acreedor del grupo (el fondo canadiense asegura haber firmado contratos para adquirir cerca del 46% de la deuda de Colonial).
Brookfield propone vender SFL y llevar a cabo una ampliación de capital que supondría que el fondo canadiense superaría el 30% del capital y lanzaría una opa por el 100% del grupo. Al no tener presencia en el accionariado del grupo el fondo canadiense no podrá oponerse al plan de ampliación de capital diseñado por el actual consejo de administración.
Pero es difícil creer que una sociedad como Brookfield, que dice gestionar activos en el mundo por valor de 175.000 millones de dólares, ha cometido un error estratíégico al preferir invertir en deuda que en acciones de Colonial. A la inmobiliaria española mes a mes le van subiendo los intereses; si fracasa en su intento de ampliación de capital, el fondo canadiense se hará posiblemente con el control.