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Autor Tema: Argentina contiene la respiración  (Leído 86 veces)

Eguzki

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Argentina contiene la respiración
« en: Enero 27, 2014, 07:35:34 am »
Lo que ocurre estos dí­as en Argentina podrí­a suscitar una pieza humorí­stica si no fuera porque están en juego las condiciones de vida de millones de personas. El miíércoles pasado el peso sufrió la mayor devaluación en 12 años respecto al dólar oficial. La presidenta, Cristina Fernández, tras 34 dí­as de ausencia en actos públicos, pronunció esa noche en la Casa Rosada tres discursos con un total de 5.000 palabras. Y ninguna de ellas fue “devaluación”. Meses atrás, en otra intervención, advertí­a: “Los que pretendan ganar plata a costa de una devaluación que tenga que pagar el pueblo van a tener que esperar a otro Gobierno”.

El jueves y el viernes la depreciación de la moneda continuó batiendo ríécords. El Banco Central tuvo que echar mano de sus fatigadas reservas —que menguaron desde los 47.821 millones de hace dos años a los 29.063 de ahora—, para frenar la depreciación y dejarla en ocho pesos por dólar oficial. Se trataba de una devaluación en toda regla, aunque el Gobierno prefiere llamarlo “polí­tica cambiaria de flotación administrada del tipo de cambio”.
El viernes por la mañana el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, anunció de forma sorpresiva, que a partir del lunes se autorizarí­a “la compra de dólares para tenencia de personas fí­sicas” en función de sus niveles de ingresos declarados. O sea, justo lo contrario de las medidas que vení­a implantando el Gobierno desde octubre de 2011, cuando se restringió el acceso a la divisa. Tan sólo dos dí­as antes, con el fin de cuidar la huida de dólares, el Gobierno habí­a limitado las compras en el exterior por Internet a dos por año y con un tope anual de 25 dólares. Quien quisiera comprar más, tendrí­a que registrarse como importador en las oficinas del ente recaudador. Pero ese viernes por la mañana, Capitanich anunciaba incluso una reducción desde el 35% al 20% en los recargos de compras con tarjeta en el exterior. Claro que el ministro de Economí­a, Axel Kicillof, aseguraba en una entrevista publicada por Página 12 este domingo que ese paso no serí­a “implementado este lunes”. Marcha atrás de nuevo. Kicillof explicó por quíé no iban a abordar la medida el lunes: “El turismo interno este año mejoró mucho y la gente que quiso viajar al exterior viajó. Es gente de alto poder adquisitivo, que pudo gastar dólares sin lí­mites en el exterior a travíés de su tarjeta de críédito”. Pero en ningún momento explicó por quíé habí­an anunciado la medida el viernes.
Las contradicciones no solo afectaban al Gobierno. Buena parte de los economistas opositores que vení­an reclamando durante meses una devaluación del peso y la apertura de lo que llaman el “cepo cambiario”, ahora dicen que ni la devaluación ni la flexibilidad del cepo —cuya letra pequeña habrá que estudiar a partir del lunes— son insuficientes si no se abordan dentro de otras medidas “integrales” contra la inflación. El opositor y exministro de Economí­a Roberto Lavagna (2002- 2005) utilizó la metáfora del conductor indeciso para referirse al problema del Gobierno: “Cuando uno va manejando [conduciendo] detrás de alguien que hace zigzag, sabe que lo que tiene que hacer es alejarse, tomar distancia. Porque si no va a terminar chocando”.

Y en efecto, en los últimos meses se han producido varias medidas contradictorias dentro del Gobierno. La cara más visible de esos zigzagueos y marchas atrás ha sido la del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien se inició hace dos meses en el cargo como una figura sólida. Parecí­a la gran apuesta del kirchnerismo como heredero de Cristina Fernández para las elecciones de 2015. Pero en estos dos meses se ha visto corregido en público varias veces por otros ministros del Gabinete, entre ellos el propio Axel Kicillof.

El ministro de Economí­a ha ido acumulando poder dentro del Gobierno, distribuyendo a gente de su confianza en grandes puestos de responsabilidad. Pero Kicillof se juega su credibilidad y solvencia en cada vaivíén de la economí­a. Hasta el momento, el panorama macroeconómico que dibuja que Kicillof es bien optimista. Según íél, no hay razones reales para preocuparse, ya que Argentina disfruta de un “comercio exterior superavitario, vencimientos de deuda razonables, un presupuesto que enero arrojará un equilibrio, una polí­tica monetaria predecible y un contexto internacional que mejora”. La culpa de las últimas convulsiones cambiarias las achaca a operaciones especulativas que pretenden desestabilizar al Gobierno.
Pero algunas preguntas suscitadas este fin de semana continúan flotando en el aire. ¿Seguirá batiendo ríécord el dólar negro o blue, el del mercado paralelo, que sobrepasó el jueves la barrera de los 13 pesos? Kicillof admite que “culturalmente en la mentalidad argentina está insertado el deseo de la tenencia de dólares”. Pero cree que no hay una necesidad real de comprar dólares y piensa que con la nueva medida que se implantará el lunes, la gente irá tomando “la mejor decisión”.

Las inquietudes no terminan ahí­. A partir de ahora, ¿cómo afectará la devaluación a los precios, cuál será su impacto en la inflación? El Gobierno habí­a alcanzado en diciembre un acuerdo con los principales mayoristas para que no se encareciesen los precios de 100 tipos de productos. Pero Alfredo Coto, dueño de una de las principales cadenas de supermercados, advirtió el sábado que la subida del dólar harí­a “oscilar” el acuerdo. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, salió a responderle ese mismo dí­a con siete tuits en los que advertí­a de que el Gobierno actuarí­a “con todo el rigor de la ley” contra los “abusos de los formadores de precios”.

Mientras las preguntas bullen entre los ciudadanos, la presidenta Cristina Fernández almorzaba en Cuba con Fidel Castro, durante su viaje a la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).