Por... PAUL WISEMAN y STEVE ROTHWELL
La inflación, la mala administración económica y la inestabilidad política se han ensañado con numerosos mercados emergentes, como Turquía, Sudáfrica y Argentina.
Y una interrogante pende sobre todo esto: si los países en desarrollo como grupo pueden hacer frente al fin de políticas monetarias excesivamente benignas que los bancos centrales han mantenido durante cinco años.
La respuesta corta es: bueno, parece que sí.
Muchos economistas manifiestan optimismo de que los problemas en los mercados emergentes no infectarán la economía mundial entera. Señalan que las mayores amenazas en el mundo en desarrollo están confinadas a economías de envergadura mediana —Sudáfrica, Turquía, Argentina— y no parece probable que hagan mucho daño fuera de esas fronteras.
Por una parte, las economías emergentes como grupo gozan de mucha mejor salud que la última vez que sufrieron una prueba seria, durante la crisis financiera de Asia a finales de la díécada de 1990.
Muchas han acumulado suficientes reservas internacionales a las que pueden echar mano para comprar su propia divisa y apoyar su valor. Cuando la crisis financiera de Asia se hizo sentir en 1997, las reservas internacionales de los mercados emergentes equivalían a 9,9% de su Producto Interno Bruto (PIB) y muchos países no pudieron defender sus monedas. En 2013 ese porcentaje había aumentado a casi 30%, según el Instituto de Finanzas Internacionales.
Y las economías más pujantes del mundo —Estados Unidos y Europa— parecen fortalecerse. De ser así, comprarán más bienes a los países en desarrollo y así atenuarán las consecuencias de cualquier daño.
"Algunos mercados emergentes han sido afectados con mucha fuerza", indicaron economistas de BNP Paribas en un informe emitido la semana pasada. "Sin embargo, la afectación ha sido limitada, de manera que no es una crisis amplia en los mercados emergentes".
El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía mundial crezca 3,7% este año, un alza en comparación con 3% en 2013. El FMI pronostica que las economías en desarrollo como un todo tambiíén crecerán más en 2014, a un ritmo de 5,1%, en comparación con 4,7% en 2013.
Sin embargo, la inestabilidad en los mercados emergentes este año ha asustado a los inversionistas. En lo que va de este año, el peso argentino ha perdido 19%, el rand sudafricano 7% y la lira turca 6%. La respuesta de los bancos centrales de Argentina, Turquía y Sudáfrica ha sido aumentar las tasas de interíés para tratar de controlar la inflación y apuntalar sus divisas. La turbulencia resultante de estas acciones tambiíén ha asustado a los inversionistas en Estados Unidos: desde su cota máxima del 31 de diciembre, el promedio industrial Dow Jones ha perdido 7%.
¿Por quíé los problemas en los mercados emergentes han asustado a los inversionistas en Estados Unidos y Europa? El temor a lo desconocido.
Despuíés de inyectar enormes cantidades de dinero en el sistema financiero tras la crisis de 2008, la Reserva Federal de Estados Unidos ha comenzado a reducir su apoyo. El programa de compra de deuda de la Fed ha hecho bajar las tasas de interíés en Estados Unidos y provocó que los inversionistas se fueran a los mercados emergentes en busca de mayores ganancias. Pero ahora que los tipos de interíés deben comenzar a aumentar en Estados Unidos, esas inversiones regresan a casa, lo que presiona a las divisas y los mercados financieros de los países emergentes.
Los economistas han advertido que los mercados emergentes deben hacer su parte por eliminar su dependencia del dinero barato, mediante la mejora de las carreteras y otra infraestructura, reducir la dependencia de las exportaciones, impulsar el consumo interno, reformar sus mercados y abrir sus economías a la competencia extranjera.
En el caso de Argentina, el país sufre de una escasez de dólares y tiene una de las mayores tasas de inflación del mundo, entre 25% y 30%, muy por encima de las cifras oficiales del gobierno.
Se espera que la economía argentina no crezca este año más de 1,5%, en lo fundamental debido a los menores precios de los bienes básicos que produce y a una reducción en la demanda de sus productos agrícolas por parte de China. La política gubernamental de nacionalizar las empresas privadas tambiíén ha asustado a los inversionistas. El valor del peso argentino se ha desplomado y el país depende de pocas reservas internacionales para defenderlo.
Como muchos otros, Carlos Partcha, un periodista retirado de 80 años, está comprando dólares estadounidenses y los guarda debajo el colchón, como ha hecho desde hace más de un decenio. "Nosotros ya no confiamos en nada, ni siquiera en las instituciones bancarias", dijo Partcha.