Por... BEATRIZ DE MAJO C.
El Foro Económico de Davos dejó pendiente para la agenda de este año 2014 una gran inquietud en torno al crecimiento y la estabilidad del dragón chino. Se trata del tema del desempleo, una variable capaz de convertirse en un peso muerto para su desenvolvimiento, además de una lacra capaz de provocar serios desacomodos en su paz social.
Razón tenía Hu Jintao cuando, desde su posición de mando, aseguraba que la peor de sus pesadillas era conseguir mantener una tasa dinámica de crecimiento de la oferta laboral. Hoy los líderes del Partido Comunista no dejan de reconocer la importancia de esta variable pero esconden al país su dramática realidad. A fin del año pasado, el Premier Keqiang aseguraba que un crecimiento como el de 2013 debería provocar una oferta de 10 millones de puestos al año. Lejos de allí, lo razonable es pensar que una economía planificada para contraerse, provocará una exponencial reducción en su oferta laboral.
En efecto, mientras las inversiones chinas en terceros países representan la garantía de la creación de miles de empleos en el lugar de destino, una corriente inversa se está produciendo en su propio suelo. En la medida en que el país crece, el número de nuevos empleos que se generan como consecuencia de la expansión de cada punto del PIB es cada vez más exigua, pero además desordenada. En el 2013 se crearon menos de 3 millones de puestos de trabajo. Los empleos apenas se expandieron 0,37 % mientras el PIB creció a razón de 7,7 %.
De acuerdo al criterio de sus líderes para mantener la tasa de expansión que ha sido planificada para los años que vienen es menester estar en capacidad de crear 25 millones de nuevos empleos cada año. No solo la meta luce inalcanzable sino que existe un importante desequilibrio en la composición sectorial de la masa trabajadora. íreas como la industria y los servicios -que generan más valor añadido-, deben ser apuntalados, al tiempo que se hacen los esfuerzos para que solo entre el 5 % y el 10 % de los trabajadores sean agrícolas, como ocurre en las economías desarrolladas. En el momento actual el trabajo del campo aporta menos del 10 % del Producto Interior Bruto pero aglutina aun a uno de cada 3 de los empleos.
De la misma manera, la existencia de 253 millones de migrantes de las zonas rurales a las ciudades costeras surorientales representa un reto colosal. Se trata de una masa de ciudadanos sin formación para la industria, comercio o los servicios, sin registro formal, sin acceso a la seguridad social que puede provocar una erupción de descontento con muy poco estímulo. Tampoco en las ciudades la composición de la oferta de trabajo es la adecuada. El 80 % de la generación de puestos se produce en empresas de pequeña y de mediana talla donde la protección del trabajador es más deficiente.
Hasta el presente, la legitimidad del Partido ha guardado una estrecha relación, en la mente de los gobernados, con los logros en la extracción de millones de ciudadanos de la pobreza a travíés de la rápida creación de oportunidades de trabajo. Por imperio contrario, la situación que vive el país en la actualidad terminará por minar la credibilidad de los líderes.
Al menos eso es lo que muestran los estudios realizados a travíés de las redes sociales: la confianza en el gobierno por estas razones vinculadas al desempleo ha caído 10 puntos… hasta 60 %