Los ministros de Finanzas de los países más ricos y de los principales emergentes quieren dejar atrás las tinieblas de la crisis. El viento comienza a soplar, aún díébil, en la buena dirección y las economías más influyentes quieren aprovechar para pisar el acelerador e impulsar la economía. Por eso, los ministros de Economía del G-20 pactaron un documento en el que acuerdan acelerar el crecimiento económico en un 2% del producto interior bruto global durante los próximos cinco años. El grupo, que ha estado reunido en Sidney este fin de semana, evitó concretar cuotas específicas para cada país.
El documento final pide a los miembros “acciones concretas†para impulsar la economía y recoge medidas como “aumentar la inversión, estimular el empleo y la participación, mejorar el comercio y promover la competenciaâ€. Los miembros del organismo que agrupa las economías más poderosas del mundo presentarán sus planes para impulsar el crecimiento durante el encuentro de jefes de Gobierno del G-20 que se celebrará el próximo noviembre en Brisbane.
El ministro de Economía español, Luis de Guindos, destacó que el objetivo de crecimiento acordado supera los dos billones de dólares (en torno a 1,4 billones de euros), lo que representa “una vez y media el tamaño de la economía españolaâ€.
Guindos afirmó que “lo importante del mensaje es que a partir de reformas estructurales, a travíés de reformas en los mercados de productos y los mercados de trabajo se pueden obtener mejoras en la economía a corto o medio plazoâ€.
Sin embargo, España no emprenderá medidas específicas para impulsar el crecimiento tras la reunión del G-20. El ministro español destacó que el Ejecutivo ya ha puesto en marcha un programa de estabilización en materia de política fiscal y se refirió al Plan Nacional de Reformas que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, repasará durante el debate sobre el estado de la nación a partir de mañana.
El plan del G-20 implicaría que el PIB español crecerá un 0,4% anual por encima del crecimiento ya previsto. El Fondo Monetario Internacional (FMI) cifró recientemente una mejoría para España de un 0,6% en 2014 y un 0,8% en 2015.
El ministro de Finanzas de Canadá, Jim Flaherty, destacó el carácter simbólico de un acuerdo que no contempla penalizaciones en caso de que los países no consigan el objetivo. “El objetivo de crecimiento debería interpretarse como una aspiración, más que como un objetivo en síâ€, admitió Flaherty.
El gobernador del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, se escudó en su habitual prudencia y concedió que “es algo ambicioso establecer un objetivo numíérico para todo el mundoâ€. Preguntado por las posibilidades de España de aumentar su crecimiento casi medio punto anual por encima de las previsiones actuales, Draghi reiteró que “uno puede fácilmente estar de acuerdo y compartir esta confianza en el encuentro del G-20, pero el objetivo cuantitativo es algo ambiciosoâ€.
Draghi valoró que “hay varios signos esperanzadores en España, especialmente el superávit en las exportaciones y la estabilización del sistema financieroâ€. El gobernador del BCE se refirió a la reforma del mercado laboral y aseguró que “ha habido una mejora muy significativa respecto a hace dos añosâ€.
Pero sobre la cita de Sidney sobrevolaron tambiíén otras preocupaciones relacionadas con la inestabilidad de las divisas de los emergentes. El comunicado del G-20 recoge las tensiones entre las economías emergentes y los países desarrollados. La fuga de capitales desde Indonesia, India, Sudáfrica, Turquía o Argentina hacia EE UU tras el inicio de la retirada de estímulos de la Reserva Federal desataron una crisis en las monedas de estos países.
Las economías emergentes utilizaron el primer encuentro del G20 tras el inicio de esta crisis, el pasado verano, como escenario para expresar sus quejas y reclamar más consideración a la Fed a la hora de retirar los estímulos. “Todos estamos dispuestos a dar los pasos necesarios para mantener la estabilidad de los precios, afrontando a tiempo presiones inflacionarias y deflacionariasâ€, reza el documento, que aclara que “los bancos centrales mantienen su compromiso de que el establecimiento de la política monetaria continuará siendo calibrada y comunicada de forma claraâ€.
El G-20 traslada la idea que cambios como la retirada de estímulos “puede conducir a una volatilidad excesiva†y remarca que “aunque muchas economías están preparadas para esto, la principal respuesta es reforzar y refinar el marco de nuestra política domíéstica financiera, estructural y macroeconómicaâ€.
Otro de los habituales puntos de discusión en las cumbres de países ricos tiene que ver con la evasión fiscal de las multinacionales y el papel de los paraísos fiscales. El G-20 no aprobó medidas concretas, pero acordó llevar a la cumbre de jefes de Gobierno de Brisbane el próximo otoño “medidas efectivas, prácticas y sostenibles para implantar†un sistema estándar que permita a las autoridades de todo el mundo intercambiar información de forma automática.
El tesorero australiano, Joe Hockey, aclaró que “la discusión no es alrededor de quíé países se quedan quíé porcentaje de los impuestos, sino que hay un acuerdo unánime en que las empresas tienen que pagar impuestosâ€.