La intervención de Rusia ha elevado la crisis de Ucrania a una nueva dimensión. Todas las miradas del mundo se centran ya en este enclave geográfico. Tambiíén los de los inversores, que ayer reaccionaron en consecuencia. El dinero emprendió un movimiento migratorio con origen en los activos con riesgo y destino en los refugios tradicionales. Todo ello a escala planetaria, puesto que Moscú generó un efecto dominó global en los mercados financieros.
1. Divisas. La primera manifestación de lo que estaba por venir en la sesión del lunes en todos los mercados se observó en las divisas, con epicentro en el rublo. En la madrugada del domingo al lunes, el rublo se desplomó más de un 2% contra el dólar y el euro, hasta los 36,9 rublos y los 50,8 rublos, respectivamente. En ese momento, la moneda rusa estaba en mínimos históricos y todo indicaba que el desplome iba a ir a más.
Para detener esa tendencia, el Banco de Rusia anunció un incremento de los tipos de interíés del 5,5 al 7%, una maniobra a la que dio continuidad luego con una intervención directa en el mercado de divisas. Pero todo lo que consiguió fue frenar la caída del rublo hasta las 36,6 unidades por dólar y las 50,4 unidades por euro. Esta debilidad revela la fuga de capitales que está sufriendo el país, ante la que Rusia intentará responder con nuevas medidas para retener el dinero en su país. En este sentido, habrá que ver cómo evolucionan sus reservas en divisa extranjera, que en enero ya menguaron hasta los 498.900 millones de dólares, el nivel más bajo desde diciembre de 2011.
Pero los efectos en el mercado de divisas no se limitaron al rublo. Hubo, al menos, dos movimientos adicionales de gran calado. El primero, que la incertidumbre que procede de Ucrania reactivó la fuga de capitales de otros mercados emergentes y la consiguiente caída de sus divisas. El euro se apreció un 1,8% contra el real brasileño, hasta los 3,237 reales; un 0,8% contra el rand sudafricano, hasta los 14,96 rands; o un 0,6% contra la lira turca, hasta las 3,06 liras.
En cuanto al segundo, el fortalecimiento del yen, que actúa como divisa refugio cuando los nervios vuelven a los mercados. El euro bajó un 0,8% contra la divisa nipona, hasta los 139,3 yenes, y el dólar, un 0,4%, hasta los 101,4 yenes. Este comportamiento afianza al yen como la divisa más fuerte entre las principales del mundo en lo que va de 2014.
2. Bolsas. La incertidumbre ante lo que pueda acabar ocurriendo en Ucrania desató una oleada de ventas en la renta variable internacional. Tras esta reacción figuró una actitud defensiva por parte de los inversores, pero tambiíén las ganas de usar lo que está aconteciendo en Crimea como excusa para hacer caja. "Tenemos incertidumbre asegurada para rato. Y con los mercados en máximos, es razonable que continúe la recogida de beneficios en los mercados de riesgo", valora Miguel Paz, de Unicorp Patrimonio.
La bolsa más damnificada fue la rusa. El índice RTS se hundió un 12%, hasta los 1.115 puntos, en la que fue su mayor caída diaria desde 2008. El Dax alemán y el FT/Mib italiano cedieron más de un 3% y en los restantes índices europeos, incluido el Ibex 35 español, los retrocesos se movieron entre el 2 y el 3%. En Wall Street y los principales mercados emergentes, los retrocesos rondaron el 1%.
3. Materias primas. La onda expansiva se propagó a las materias primas. Como Ucrania es uno de los 10 mayores productores de trigo del mundo, las agrícolas se tensaron; como Rusia y Ucrania, en su conjunto, representan una región estratíégica para las materias primas energíéticas, el petróleo tambiíén se disparó; y como los inversores buscaron refugios, el oro se apuntó a las subidas.
El trigo llegó a encarecerse un 6%, hasta los 640 dólares, para frenarse luego hasta los 617. El barril de crudo Texas, de referencia en EEUU, se revalorizó un 2%, hasta los 104,3 dólares, el precio más alto desde septiembre, mientras que el europeo Brent subió un 1,7%, hasta los 110,9 dólares. Y el oro avanzó un 1,7%, hasta los 1.350 dólares, la cotización más alta desde octubre.
4. Deuda pública. Con el dinero buscando guaridas, la deuda pública ofreció cobijo. Las compras, con el consiguiente descenso de los rendimientos -que bajan cuando el precio de los títulos sube-, propiciaron que la rentabilidad de los bonos estadounidenses a 10 años bajara del 2,65 al 2,60%; la de los británicos, del 2,72 al 2,64%; y la de los alemanes, del 1,62 al 1,55%. En el caso de los títulos germanos, se trata del rendimiento más bajo desde julio. ¿Y quíé ocurrió con los españoles? Como síntoma del cambio de percepción visto en los últimos meses, la rentabilidad de las obligaciones a 10 años se moderó levemente del 3,509 al 3,503%.
Pero no todo fueron compras. Tambiíén hubo ración de ventas, y suculenta, en la deuda rusa y ucraniana. El rendimiento de los bonos rusos subió del 4,66 al 5,03% y el de los títulos ucranianos, del 9,51 al 10,54%.
5. Volatilidad. La escalada de la tensión en Crimea se tradujo en un fuerte incremento de la volatilidad en los mercados. El índice VIX, que actúa como termómetro del miedo en EEUU, se disparó un 15%, hasta los 16,1 puntos; y el indicador VDAX, que mide la volatilidad en la bolsa alemana, un 27%, hasta los 17,8 puntos. En ambos casos, se trata de los niveles más altos desde comienzos de febrero.