Pekín está abriendo las puertas de sectores altamente sensibles a seis grandes empresas españolas que se han ganado la confianza de los líderes comunistas.
El gigante de la consultoría tecnológica, Indra, ha diseñado el sistema que gestiona el tráfico aíéreo de ocho regiones del gigante asiático que, en su conjunto, equivalen a cuatro millones de kilómetros cuadrados u ocho veces el tamaño de España. Las soluciones tíécnicas de la multinacional española incluyen un avanzado programa de gestión de vuelos por trayectorias en cuatro dimensiones (las tres tradicionales más el tiempo), sistemas de comunicaciones y predicción de conflictos entre rutas y, por último, equipos y protocolos para secuenciar los despegues y aterrizajes en 50 aeropuertos simultáneamente. La fe de los políticos comunistas en la consultora de nuestro país es lo suficientemente intensa como para no haberle concedido sólo contratos que pueden afectar a las vidas de millones de pasajeros, sino tambiíén otros, quizás más espinosos, relacionados con la prevención de amenazas entre las que destacan las terroristas. Durante los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, Indra tuvo una de las llaves de la caja fuerte en la que se convirtió la capital china tras vender y poner en marcha cuatro radares secundarios para reforzar la vigilancia del espacio aíéreo de la ciudad. Prosegur, pese a que sólo lleva dos años en la segunda potencia mundial, tambiíén ha participado en la seguridad de eventos deportivos de proyección global. Junto con su socio local, Weldon Security, desplegó a 1.375 agentes para vigilar los accesos a las principales instalaciones del Gran Premio de Fórmula 1 que se celebró en Shanghái en 2013, controló el ingreso a la pista y gradas y cubrió palmo a palmo el vallado perimetral. El recinto poseía un aforo de 200.000 personas, superior al que ofrecerían los estadios Santiago Bernabíéu y Nou Camp juntos.
La asignatura pendiente de Prosegur ahora podría ser multiplicar su expansión en el gigante asiático, que destinó a seguridad interna 130.000 millones de dólares el año pasado despuíés de haber aumentado esa partida del gasto en los ejercicios anteriores hasta el punto de superar, con creces, la inversión destinada al ejíército. Más remota parece la posibilidad de que intente participar en los servicios de protección que necesitan los colosos chinos de las materias primas en lugares como ífrica y Oriente Medio, tanto en los emplazamientos de los yacimientos y refinerías como a bordo de los cargueros que, repletos de fuel o valiosas materias primas, se exponen a los ataques de los piratas del Golfo de Adíén, frente a las costas de Yemen y Somalia. Precisamente la alianza con firmas chinas de relumbrón para realizar ambiciosos proyectos en el extranjero es una de las especialidades de Tíécnicas Reunidas. Ha participado en grandes concursos de ingeniería petroquímica en Latinoamíérica y Oriente Medio con los tres imperios chinos del petróleo y el refino, es decir, Sinopec, CNPC-PetroChina y CNOOC. Los líderes comunistas han confiado en la tecnología y experiencia de la firma española para saciar parte de su apetito energíético y para curtirse en el exterior hasta que puedan competir con imperios del músculo y sofisticación de ExxonMobil o BP. Repsol tambiíén ha cortejado con íéxito al Big Oil de la segunda potencia mundial, utilizando en este caso Latinoamíérica como gran tarjeta de visita. La multinacional presidida por Antonio Brufau selló una alianza con Sinopec en Brasil en 2010 para alumbrar un gigante valorado en 17.8000 millones de dólares y participado al 60% por la petrolera de nuestro país. Brufau buscaba la financiación necesaria para multiplicar sus inversiones en bloques brasileños como Guará y Cairoca, dos enormes yacimientos capaces de rivalizar con las minas de ‘oro negro’ de Venezuela o Arabia Saudí.
De China al mundo y del mundo a China Pero Repsol y Tíécnicas Reunidas no sólo han abierto las puertas de su vecindario, sino que tambiíén han penetrado en el de sus socios y clientes. Así, la primera no se ha conformado con la construcción , a travíés de su filial Dynasol, de una fábrica que genera 100.000 toneladas al año de caucho sintíético, sino que ha cerrado igualmente un acuerdo de transferencia tecnológica para que Jilin Shenhua ponga en marcha hasta tres plantas que producirán unos derivados del plástico llamados polioles polimíéricos. Se puede decir que Tíécnicas Reunidas, despuíés de 23 años en el país y decenas de proyectos que van desde el refino hasta los fertilizantes, la energía, las infraestructuras o la siderurgia, es una compañía que aprovechó desde el primer momento la oportunidad que representaba el gigante asiático. Llegó cuando sus futuros socios y clientes acababan de escindirse del Ministerio del Petróleo y los ha acompañado, creciendo tambiíén con ellos, desde una infancia marcada por el desarrollo local y la reverencia ante los rivales estadounidenses hasta una juventud llena de ambición en la que ya han empezado a batirlos en algunos rincones del globo. Mientras Repsol y Tíécnicas Reunidas se incrustan cada vez más en el corazón petroquímico de China, hay otras dos empresas españolas que intentan hacer lo mismo en un ámbito no menos peliagudo para una dictadura comunista: las telecomunicaciones. Telefónica y China Unicom, además de mantener una participación cruzada, presionan juntas a los reguladores para imponer sus estándares en todo el mundo, cooperan en ámbitos tan distintos como las áreas de compras o el diseño de plataformas móviles y ofrecen unos amplísimos servicios de roaming. Internet y dilemas El segundo jugador español está más especializado y, a diferencia de la empresa presidida por Cíésar Alierta, ha desplegado operaciones específicas para el mercado chino. Gowex gestiona ya el WI-FI gratis y las conexiones inalámbricas inteligentes de uno de los mayores puertos del mundo, el de Ningbo, y espera pescar con fuerza en el caladero de otros 99 ayuntamientos en los que las autoridades comunistas han decidido implantar servicios de este tipo antes de 2016. Cuenta para ello con dos socios de postín: el proveedor de banda ancha en el sur de China Eastern FiberNet y el coloso estatal del hardware de telecomunicaciones ZTE.
A pesar de todos estos íéxitos, ni Gowex ni Telefónica, ni tampoco Indra, Prosegur, Tíécnicas Reunidas o Repsol están a salvo de los comunes dilemas que surgen de contemplar la enorme oportunidad que representa el mercado chino por un lado y, por otro, las profundas relaciones que necesitan para posicionarse en sus sectores estratíégicos con unas autoridades que no dudan en cometer, según Human Rights Watch, graves abusos contra los derechos humanos de su propia población y en tolerar prácticas empresariales de dudoso encaje legal en Europa. Los líderes comunistas tambiíén sufren sus propios dilemas con la penetración de las empresas extranjeras en ámbitos altamente sensibles. Su hambre de inversión y tecnología, esenciales para mantener grandes cifras de crecimiento y catapultar los niveles de bienestar de millones de personas, exigen abrir sectores claves a la participación de unas multinacionales como las españolas, que les han dado motivos para confiar en ellas durante años pero que, al mismo tiempo, defienden sus propios intereses y líneas rojas, provienen de un país miembro de la OTAN con bases americanas en su territorio y a veces, como le ocurre a Indra, pueden llegar a ser proveedoras del Pentágono y de las fuerzas de seguridad del gigante asiático al mismo tiempo.