Por… Swaminathan S. Anklesaria Aiyar
La selección de Satya Nadella como jefe ejecutiva de Microsoft revela el hecho de que EE.UU. se ha convertido en el principal poder tecnológico en el mundo al aprovecharse de las habilidades de millones de inmigrantes asiáticos altamente calificados. Tambiíén es una reivindicación, 50 años despuíés del hecho, de la legislación del presidente Lyndon Johnson que pretendía crear una “Gran Sociedad†que sacara de la pobreza a la gente y acabara con la discriminación racial.
Como parte de sus históricas iniciativas de derechos civiles, Johnson aprobó la Ley Hart-Cellar de 1965, que fue en ese entonces percibida como un cambio menor pero que tuvo consecuencias revolucionarias. La legislación acabó con la discriminación en la inmigración impuesta durante la díécada de 1920 en la forma de cuotas que favorecían la inmigración de europeos del norte y excluía totalmente a los asiáticos y africanos. Esta ley decretó que la inmigración en el futuro sería libre de discriminación y que estaría basada en la calificación del inmigrante y la reunión de familias.
Al permitir que los mejores cerebros del mundo vengan a Amíérica, Johnson inadvertidamente ayudó a hacer de EE.UU. la economía más innovadora del mundo. Las grandes economías como Alemania y Japón, que ni querían ni recibieron millones de inmigrantes preparados, dependen de los cerebros educados en casa. EE.UU., mientras tanto, reunió a los mejores cerebros de todo el mundo, particularmente de Asia. Wall Street, la academia estadounidense, las empresas, la medicina y el derecho todos han ganado de manera fenomenal. Los asiático-americanos han ganado docenas de Premios Nobel.
La industria tecnológica tambiíén ha recibido un soporte importante de parte de la inmigración asiática. Vivek Wadwha de Duke University ha mostrado que “desde 2005, 52,4 por ciento de las empresas de Silicon Valley tenían un jefe ejecutivo o tecnólogo titular que había nacido en el extranjero, y aquellos nacidos en la India habían fundado 25,8 por ciento de estas empresasâ€. El Sr. Nadella se une a asiáticos como Jerry Yang, uno de los fundadores de Yahoo, y a Steve Chen y Jawed Karim, co-fundadores de YouTube.
Cuando la Ley Hart-Cellar fue debatida en el congreso, los políticos la trataron como una extensión lógica de la legislación de derechos civiles. Esperaron pocos cambios demográficos, con muy poca inmigración adicional proviniendo de Italia, que tenía un retraso de 250.000 aplicaciones de visa pendientes. Dean Rusk, entonces Secretario de Estado, calculó que 8.000 indios ingresarían a EE.UU. durante los próximos cinco años. El número resultó ser de 27.859. Los arribos de Europa pronto fueron superados con creces por aquellos de Amíérica Latina y Asia. Hoy, EE.UU. tiene 18 millones de asiático-americanos nacidos en EE.UU. y en el extranjero, incluyendo a los 4 millones de chino-americanos y los 3 millones de indio-americanos.
La ley inició una revolución demográfica que se intensificó con una mayor liberalización de las leyes migratorias. Hasta el siglo veinte, la inmigración comprendía de manera abrumadora a los europeos del norte, junto con los africanos esclavizados. Pero luego de la Ley Hart-Cellar, los no-blancos e hispánicos pronto empezaron a dominar la inmigración. El resultado es que la mayoría blanca no-hispánica, históricamente dominante en EE.UU., se convertirá en una minoría para 2040. Esto ya sucedió en California.
En muchos otros países, tal cambio demográfico hubiese provocado una oposición política, caos social y conflictos raciales. Esto es evidente en los países de Europa Occidental que tienen niveles mucho más bajos de inmigración pero que han experimentado el auge de partidos anti-inmigración como el Frente Nacional en Francia y el Partido Libertad en Países Bajos. Los suizos, que prohibieron los minaretes hace algunos años, ahora han votado en un referíéndum para limitar la inmigración de la Unión Europea (UE), arriesgándose a enfrascarse en una grave disputa política. Los partidos no-racistas están experimentando tal presión popular que están buscando límites mucho más severos a la inmigración, incluso en países históricamente liberales como Suecia.
EE.UU. es único en continuar dándole la bienvenida a inmigrantes de todas las naciones, incluso cuando esto implica reducir el grupo original de migrantes a una minoría. De todos los argumentos a favor de la excepcionalidad estadounidense, este es el más sólido. China, dada su gran población, puede en algunas díécadas superar a EE.UU. en tíérminos de su producto domíéstico bruto —pero no en el ingreso per cápita ni en su capacidad mental. EE.UU. continuará siendo la economía más poderosa del mundo, en vista de su capacidad de y disposición a atraer el mejor talento global.
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