El debut de King, creador de los adictivos caramelos, no ha superado esta semana la prueba de fuegodel mercado: se desplomó en su estreno un 15,6%, alimentando el temor a una burbuja 'puntocom'.
Si el mercado vive una nueva burbuja tecnológica ya no es la pregunta del millón. Ahora es la cuestión de los 1.000 millones, que es la ingente píérdida de capitalización que registró el miíércoles King, el padre de Candy Crush Saga, en su estreno en Wall Street. Sus acciones, protagonistas de la peor salida a Bolsa en lo que va de año, cayeron un 15,6%, pasando de 22,5 dólares a apenas 19 y reduciendo su valoración a menos de 6.000 millones. ¿Quíé ha pasado? ¿Aquíé se debe el desplome de King? ¿El pesimismo se limita a un caso concreto o se extiende a todo el sector? En otras palabras, ¿estamos ante una nueva burbuja puntocom? División de pareceres Las opiniones de los expertos están más divididas que nunca y cada nueva noticia no hace más que avivar el debate. King es sólo la punta del iceberg de una ristra de anuncios que están revolucionando el mercado. La reina es Facebook, cuya compra de WhatsApp por 19.000 millones de dólares en febrero marcó un ríécord en Silicon Valley. ¿Pagó demasiado la red social?, se preguntaban todos. ¿O es justa la valoración en una nueva era digital que nada tiene que ver con la del año 2000? Por si esas dudas fueran pocas, a la red social le han seguido otras noticias en los últimos días, como las nuevas estimaciones de las firmas en rampa de salida a bolsa. Por ejemplo, el valor de Airbnb ha pasado en sólo año y medio de 2.500 millones a 10.000 millones. ¿Vale eso un portal de vacaciones?, se preguntan los expertos ahora. Tambiíén siembra dudas el reciente anuncio del posible debut de Box, un servicio de almacenamiento de información en la nube que aún no es rentable.
Este último punto lleva a la gran cuestión: ¿Es necesario tener una buena situación financiera para saltar a Wall Street? Las respuestas tambiíén están divididas, pues hay ejemplos para todos los gustos. En un lado del ring, destaca el caso de Twitter, que se disparó un 73% en una exitosa oferta de venta de acciones (OPV) en noviembre de 2013 sin tener siquiera ingresos. En el otro lado del ring, está King, que se ha desplomado en su estreno pese a que genera ingentes ventas, está libre de deuda y presume de flujo de caja positivo desde 2005. ¿En quíé punto nos deja esto? ¿Hay acaso alguna respuesta al debate sobre la posibilidad de que se estíén inflando las valoraciones de las firmas puntocom? No la hay. El problema con las burbujas en los mercados de valores es precisamente que son muy difíciles de detectar. Pero si hay un indicador que puede servir de referencia, es el número de empresas que no tienen apenas facturación pero que están mirando a Wall Street. «Y en los últimos seis meses hemos visto una proliferación de este tipo de compañías», advierte Ian D’Souza, profesor de la Universidad de Nueva York, que avisa de que la tendencia de las OPV empieza a parecerse a la que hubo antes de la burbuja del año 2000.
Entonces, casi el 80% de los debuts en Bolsa previos al pinchazo puntocom era de empresas deficitarias. Ahora, en lo que va de año, el porcentaje es ya del 75%, en un escenario en el que «los inversores no van a hacer caso omiso de los fundamentos económicos», advierte Arvind Bhatia, analista de Sterne Agee. Ratios King es uno de esos casos. Puede que sus finanzas estíén prácticamente saneadas pero, a día de hoy, ese íéxito parece efímero, pues cerca del 80% de los ingresos de la firma proceden de los caramelos de Candy Crush. Ahora mismo, no hay ninguna aplicación que releve al popular juego de King, que nació hace una díécada. Además, diez años es una vida muy corta si se compara con los titanes del sector, como Microsoft (fundada en 1975), Apple (en 1976) o la centenaria IBM, cuyos orígenes se remontan a 1911. Otros expertos comparten esta opinión. «Es oficial: estamos en una burbuja tecnológica», alerta Steve Tobak, consultor de Silicon Valley. Pone sobre la mesa las valoraciones de las empresas de Internet, que ve «injustificadamente altas». En LinkedIn, por ejemplo, la ratio precio-ganancias (el valor de la acción expresado en número de veces de sus beneficios) es de 942. En Amazon, de 632. En Netflix, de 245. En Facebook, de 116, y en Twitter de 44. Vistos estos datos en conjunto, cerca del 40% de las acciones tecnológicas están operando cinco veces por encima de sus ventas, un nivel sólo comparable al de finales de la díécada de los años 90, según Morgan Stanley. En contra Pero, en el otro lado de la balanza tambiíén hay diferencias respecto a aquella situación previa al año 2000: la mayoría de las acciones tecnológicas con un precio quizá demasiado alto no son las que tienen grandes capitalizaciones de mercado. Y un estallido de la hipotíética burbuja a base de empresas pequeñas y de rápido crecimiento parece menos problemático que posibles liquidaciones de megacompañías con mayor peso en las bolsas de valores. Otro argumento en contra de la posible burbuja es que las nuevas compañías han construido bases de usuarios importantes y, si llegan a monetizar esa popularidad, podrían empezar a obtener importantes ganancias. Aunque esa posibilidad se conjuga solamente en futuro, algo que asusta hoy al mercado por la virulencia de la caída bursátil de King, cuyos caramelos han dejado muy mal sabor de boca a los inversores de Wall Street.