Por… Paul Krugman
No importa la libertad de expresión, la libertad de religión, la libertad de no desear, la libertad de no temer. Lo que los sitiados multimillonarios de Estados Unidos están exigiendo como derecho de nacimiento (y lo digo en un sentido muy literal) es algo mucho más importante: la libertad de no ser criticado.
Haciendo una desesperada resistencia en The Wall Street Journal, hombres heroicos y oprimidos como Tom Perkins y ahora Charles Koch lo han estado poniendo como sigue: cualquiera que diga una cosa negativa de ellos simplemente es como los nazis, o tal vez como Stalin.
OK, siendo justos el Sr. Koch no dijo explícitamente que sus críticos sean como Hitler o Stalin. A continuación lo que escribió recientemente en una columna de opinión del Journal: “En lugar de fomentar un debate libre y abierto, los colectivistas se esfuerzan para desacreditar e intimidar a los oponentes. Participan de difamación (me consta, siendo el blanco casi diario de sus ataques). í‰ste es el enfoque que Arthur Schopenhauer describió en el siglo XIX, que Saul Alinsky famosamente defendió en el siglo XX y que tantos díéspotas han practicado infamemente. Estas tácticas son la antítesis de lo que se requiere para una sociedad libre, y una señal reveladora de que los colectivistas no tienen respuestas buenasâ€.
Entonces, tal como lo señaló Jonathan Chait, de la revista New York, el Sr. Koch podría estar refiriíéndose a algunos otros díéspotas. ¿Tal vez a Francisco Franco?
Y sí, la difamación es la marca del colectivismo. Nunca se vería a The Wall Street Journal haciendo algo así; y los liberales absolutamente nunca son sujetos a ataques personales de los conservadores. Ah, espere…
Pero la libertad de no ser criticado no apunta a constituirse como derecho universal. Es para los creadores de puestos de trabajo. Podríamos llamarlo el “droit du seigneurâ€.
En cualquier caso, lo interesante es lo susceptible que son estas personas. Una sociedad donde el ganador se lleva todo.
Definitivamente hay momentos en que nuestra sociedad donde el ganador se lleva todo tambiíén parece una sociedad donde el quejumbroso se lleva todo; es realmente sorprendente lo rápido que son los multimillonarios para presentarse como víctimas porque algunas personas dicen cosas desagradables de ellos.
Un aspecto notable de este gimoteo es que las cosas desagradables realmente no son tan desagradables. Cuando alguien dice que los hermanos Koch están usando su riqueza para promover una agenda política que los hará aún más ricos, esa persona está haciendo una afirmación de peso, no está participando de difamación; no es lo mismo que, digamos, sugerir que Hillary Clinton sea una asesina. No obstante, los hermanos Koch y Perkins actúan como si fuera algo totalmente vil, como si fuera un ataque contra su libertad.
Pero espere, aún hay más. Lo que he estado escuchando de los defensores de los Koch es que gente como yo carecemos de autoridad para ridiculizar a los multimillonarios. Verá, a veces digo cosas sarcásticas sobre los argumentos de la gente que discrepa conmigo, y hasta cuestiono sus motivos cuando dicen cosas que considero obviamente equivocadas. Y eso es como comparar a esa gente con Hitler.
La cosa es que no creo que estas reacciones lloronas sean una simple actuación armada por motivos estratíégicos. Pienso que son reales. Los multimillonarios realmente se sienten vulnerables pese a su riqueza y poder, o tal vez debido a ello. Y los apparátchik que sirven al 0.01 por ciento están profundamente inseguros, cultural e intelectualmente, por lo que el ridículo cala hondo.
Es lamentable, en verdad, pero tambiíén más que ligeramente espeluznante: cuando la gente con egos frágiles tiene gran poder.
Suerte en sus vidas…