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Autor Tema: TENER MENOS = GOZAR MíS...  (Leído 144 veces)

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TENER MENOS = GOZAR MíS...
« en: Mayo 04, 2014, 12:02:49 pm »
Por...   íNGELA MARULANDA 





Yo creo que los padres de la primera mitad del siglo pasado fueron los precursores del comunismo, porque en las familias de ese entonces la propiedad privada no existí­a. Todo era de todos y hasta las cosas personales habí­a que compartirlas con los hermanos, los primos, los vecinos, los amigos, mejor dicho, con todo el mundo, aunque no nos gustara.

Además, como en ese entonces la austeridad era una virtud y la opulencia un defecto, nuestros antecesores tambiíén fueron los precursores del reciclaje: los zapatos viejos del mayor se volví­an los nuevos del menor, el vestido de Primera Comunión de la primogíénita era el que usábamos las hermanas y primas de ahí­ en adelante; los sobrados de la comida del sábado se convertí­an en calentado para el almuerzo del domingo; y el pan viejo se reciclaba en la changua con huevo para el desayuno de los trasnochados. Además, todo lo que aun pudiera servir se reacondicionaba: el calzado se remontaba, las medias de nailon se zurcí­an y a los bluyines rotos se les poní­an parches en la rodilla. Pero hoy ya nada se recicla ni se remienda sino que todo se desecha porque "eso ya no se usa".

Así­ mismo, todo habí­a que compartirlo con los demás: los juguetes tení­amos que prestárselos a los primos cuando iban a nuestra casa aunque no quisiíéramos; los caramelos de la piñata habí­a que repartirlos con los hermanos para que no nos acusaran de antipáticos; las mejores presas del pollo eran siempre para los papás, seguidos de los hermanos mayores y, como resultado, los menores crecimos convencidos de que el pollo sólo tení­a alas.

Por estos motivos durante la niñez soñábamos con "ser grandes" para poder tener derecho a la propiedad de nuestras cosas y no tener el deber de cedíérselas a nadie por obligación o por miedo a irnos para el infierno por egoí­stas.

Sin embargo, hoy gracias al consumismo pasamos de un extremo a otro y constantemente vivimos comprando cosas que no se necesitan, con dinero que no tenemos y para complacer a quienes ya no aprecian ni agradecen nada.

Por el bien de todos y del planeta, ojalá que compráramos menos y que recicláramos no solo las cosas sino tambiíén los valores de antaño (que se perdieron gracias al consumismo) como son la moderación, la humildad, la modestia, la sencillez o la gratitud. Si no tuviíéramos tanto, posiblemente los hijos valorarí­an más lo que tienen, serí­an personas más generosas, luchadoras, entusiastas y, seguramente, vivirí­an más agradecidos y satisfechos.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...