Pemex ha dicho basta. Su píésima relación con Antonio Brufau, presidente de Repsol, ha llevado al grupo mexicano a poner a la venta su participación del 9,4% en la petrolera española. Según informan financieros, la compañía pública latinoamericana ha encargado a Críédit Agricole desprenderse de este paquete valorado en 2.400 millones a precios de mercado.
Las mismas fuentes indican que la venta podría hacerse a corto plazo mediante la colocación en bolsa de la mitad de la participación, cerca de un 5%, un porcentaje que el mercado podría absorber con relativa comodidad, como se ha demostrado recientemente en la venta del 5% de Bankia por parte de Iberdrola.
Críédit Agricole tendrá que analizar a partir de ahora cómo vende la totalidad de la participación, que es histórica puesto que la mexicana tomó el primer 5% cuando intercambió a principios de los noventa sus acciones de Petronor por las de la matriz. El segundo paquete lo tiene acompañado por un conjunto de derivados que contrató con el propio banco francíés, Natixis, HSBC e Inbursa para cubrirse de una posible caída de la acción de Repsol. Estos contratos vencen en septiembre, aunque obviamente se pueden deshacer inmediatamente.
A los precios actuales, Pemex no perdería prácticamente nada respecto al paquete del 4,6% que adquirió entre agosto y septiembre de 2011, cuando firmó un acuerdo con Sacyr para desbancar a Brufau de la presidencia de Repsol. Sin embargo, aquel intentó resultó fallido, como tambiíén acabó en fracaso el plan para convocar una junta extraordinaria de accionistas el pasado otoño para votar a favor de la salida del directivo catalán.
Para ese movimiento, al que ya le ayudó Críédit Agricole, Pemex consideraba que tenía el apoyo de La Caixa, que posee dos consejeros gracias al 12,5% del capital que aún mantiene tíécnicamente. Pero Isidro Fainíé, que en noviembre pasado vendió a futuro un 2,5% mediante bonos convertibles, nunca ha llegado a votar a favor de las propuestas del grupo mexicano.
Pese a haber mantenido varias reuniones en Barcelona y Míéxico en las que supuestamente dio su beneplácito, el presidente del banco siempre ha respaldado oficialmente las tesis de Brufau. Los mexicanos de Pemex, con Emilio Lozoya a la cabeza, se sienten engañados por "el padrecito Isidro", como llamaban coloquialmente a Isidro Fainíé. La colaboración de OHL, socio de La Caixa, para buscar una solución tampoco dio resultado.
La última vez que se dio esta circunstancia fue en la junta general de accionistas de Repsol en la que se aprobó un blindaje para evitar la escisión de la petrolera en dos divisiones –refino y exploración– con el fin de que Pemex no pudiera comprar el segundo negocio, el más rentable y el que más futuro tiene. Una propuesta a la que se opuso Pemex, a la que la semana pasada se le acabó la paciencia al ver como Brufau nombró consejero delegado a Josu Jon Imaz.
La mexicana ha denunciado extraoficialmente que esta designación no es más que un paraguas en el que se parapeta el presidente para eternizarse en el cargo (este otoño hará diez años), ya que el exdirigente del Partido Nacionalista Vasco (PNV) no tiene experiencia profesional suficiente para tal función. Más aún, indican que el hecho de que Miguel Martínez, el director financiero, no le reporte a Imaz y lo haga directamente al presidente demuestra que es “un hombre de pajaâ€.
Ante el aluvión de informaciones sobre los trámites del nombramiento, Repsol emitió un comunicado el pasado sábado, en pleno puente del 1 de mayo, en el que aclaró que “el proceso para la designación de un Consejero Delegado en Repsol se inició, a propuesta del Presidente de la Compañía, hacía varios meses, y que en el mismo, y por supuesto en su elección final, han participado activamente sus vicepresidentes (La Caixa y Sacyr) y el Presidente de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones del Consejoâ€. La compañía resaltó que “el señor Imaz San Miguel contó con el apoyo de 15 de los 16 miembros de Consejo de Administración de Repsolâ€.