Barclays es más británico que nunca. El consejero delegado del banco, Antony Jenkins, presentó este jueves en Londres la nueva estrategia del grupo, que pasa por reducir drásticamente su división de banca de inversiones, crear una especie de banco malo con 115.000 millones de libras en activos de riesgo, poner a la venta (o reducir el tamaño) de sus filiales de banca comercial de Europa y más concretamente, en España, Francia e Italia. Tambiíén cerrará parte de sus negocios en Asia. Todas las unidades de las que quiere desprenderse, a la espera de encontrar un comprador, se han agrupado en un banco denominado no core, es decir, no estratíégico.
La clave es centrarse solo en las actividades donde esperan mayor rentabilidad a corto y medio plazo. Barclays renuncia así a ser un banco global para centrarse en su negocio en Reino Unido y Estados Unidos.
El plan supone recortar otros 7.000 empleos en banca de inversión hasta finales de 2016. Además, Barclays dice que hn elevado los planes que contemplaban entre 10.000 y 12.000 recortes, para elevarlos hasta los 14.000 despidos en total.
Los inversores empezaban a cuestionar la gestión de Jenkins desde que en 2012 sustituyó al políémico Bob Diamond con la promesa de reducir la división de banca de inversiones y aumentar drásticamente la rentabilidad. La confusa gestión de Jenkins había provocado una fuga de cerebros en la entidad que íél ha calificado ahora de “cambio generacionalâ€.
La estrategia diseñada por el primer ejecutivo, sin embargo, ha sido bien recibida por los inversores y las acciones de Barclays se apreciaron un 7,87% en Londres, aunque arrastra una caída del 18% desde mayo de 2013. “La nueva estrategia es sensata y debería ser bien recibida. El cambio de orientación de banco de inversión hacia un mayor peso de la división comercial tiene el potencial de llevar a una recalificación de las acciones de Barclaysâ€, escribió un analista de Citibank en una nota a sus clientes, citada por Bloomberg.
El grupo se reorganizará en torno a cuatro divisiones: las potentes divisiones de banca personal y corporativa y de banca de inversiones, que suman cada una de ellas en torno al 38% de los activos ponderados por riesgo y representan en total casi el 90% de los activos, la división de tarjetas Barclaycard y el área de ífrica.
El banco no estratíégico, llamado Barclays Non-Core (BNC), tendrá unos activos ponderados por riesgo de 140.000 millones de euros y un activo total de 488.000 millones de euros.
La noticia cayó como una bomba en las oficinas de Barclays España, que tiene 2.819 empleados y 271 oficinas. No es la primera, la segunda ni la tercera vez que se habla de la salida de España, pero este jueves se hizo oficial. Este paso supone un duro golpe para la actividad comercial del banco, que lleva 40 años instalado en España. A partir de ahora será difícil retener (y mucho más captar) buenos clientes. Los rumores de la marcha de España se acrecentaron en las últimas semanas. El 4 de abril pasado, este periódico publicó que Londres negociaba con un banco de inversión la búsqueda de un comprador para el negocio español.
Según algunas fuentes, todavía no está claro si Barclays España mantendrá o no el negocio de clientes de alto patrimonio, el de tarjetas y una parte de la banca de inversión, que son los más rentables.
Los peores resultados vienen del negocio con clientes de rentas medias y bajas, muchos de ellos procedentes de la compra del Zaragozano. Lo que hunde su cuenta de resultados es la cartera de unos 17.000 millones en hipotecas concedidas con un bajo diferencial sobre el euríbor, alrededor de medio punto porcentual, que reportan píérdidas porque su rentabilidad es más baja de lo que le cuesta financiarse a Barclays. Además, muchos de estos clientes no tienen vinculación con la entidad a travíés de nómina, tarjetas o seguros por lo que dejan menos margen.
El banco se encuentra en plena transformación comercial, con frecuente rotación de ejecutivos, para fomentar la banca por internet centrada en clientes de alto patrimonio, un giro complicado. Sin embargo, algunos analistas critican la marcha ahora de España porque, una vez provisionado (con más de 2.000 millones) toda la morosidad del ladrillo, en los próximos años puede subir la rentabilidad del negocio. No obstante, desde 2011 hasta septiembre de 2013, la filial española ha perdido 681 millones y Londres ha decidido centrarse en lo más rentable a corto plazo.