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Autor Tema: El arte de no autoengañarse…  (Leído 140 veces)

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El arte de no autoengañarse…
« en: Mayo 19, 2014, 07:45:48 pm »
Por…  Luis Ramí­rez


Una cita de Warren Buffet que dice “Un inversor necesita hacer muy pocas cosas bien si evita grandes errores. No es necesario hacer cosas extraordinarias para obtener resultados extraordinarios”, me parece resume muy bien el punto que deseo exponer ahora. Especí­ficamente me quiero referir a los errores que solemos cometer en el mercado cuando las emociones afectan la forma en que tomamos nuestras decisiones de inversión.

Empecemos analizando lo que llamamos “la defensa del ego”. Esta idea está relacionada con la “disonancia cognitiva”, un concepto que recuerdo haber explicado antes en este espacio, y que básicamente hace referencia a la tensión interna que se produce cuando entran en conflicto nuestras creencias con algún comportamiento o realidad externa.

Hablando especí­ficamente de nuestras inversiones, esta disonancia se presenta cuando tomamos una mala decisión. Ya sea que hicimos caso al “dato” que alguien nos dio, o porque no hicimos el análisis correcto, o porque no consideramos o tuvimos en cuenta toda la información necesaria, o porque el timing no fue el adecuado, o por la razón que sea, lo cierto es que compramos mal.

Lo que hay que hacer en estos casos es simple, hay que vender lo que no debimos comprar, hay que minimizar la píérdida. Lamentablemente materializar la píérdida (por pequeña que sea) equivale a reconocer que nos hemos equivocado, y ello nos produce angustia pues nuestro cerebro no está preparado para aceptar una imagen mala o deficiente de nosotros mismos. Por el contrario, tendemos a buscar nuestra zona de confort, y lejos de corregir el error, entramos en la fase de negación y nos esforzamos por crear un entorno agradable a la mala decisión, buscando noticias u opiniones de terceros (no necesariamente de especialistas) que nos ayuden a justificar nuestra mala decisión. Es decir, buscamos alguien que nos diga exactamente lo que queremos escuchar.

Por esta razón algunos inversores tienden a mantener posiciones perdedoras durante mucho tiempo, con el consiguiente deterioro del valor de su inversión, y el efecto pernicioso de una píérdida que se vuelve difí­cil de revertir. Verán, un error corregido a tiempo los expone a una píérdida de 3% o 5% tal vez, lo cual es un número manejable y se puede recuperar fácilmente. Pero cuando se aferran tercamente a una posición perdedora porque creen y se repiten tratando de convencerse a sí­ mismos que “algún dí­a subirá”, terminan acumulando una desvalorización de 40%, 50% o más. Entonces recuperarse ya es complicado, porque para revertir una píérdida de 50% por ejemplo, ahora deberán ganar 100% para estar igual que al inicio.

Intuyo que la situación que he descrito no es del todo desconocido para varios, o tal vez muchos inversionistas que por ejemplo invirtieron en mineras junior, o alguna que otra acción que se decí­a iba a “volar” cuando pase esto o aquello. El vaticinio no se cumplió, las acciones se dieron la vuelta, no realizaron la píérdida cuando debieron, y ahora se encuentran colgados con estas acciones a precios bastante más altos a los que transan ahora en el mercado, si es que todaví­a negocian.

Ahora, tratando de entender quíé nos llevó en su momento a tomar estas decisiones. Las finanzas conductuales tambiíén tienen una explicación para ello. La presión social y la actitud de adaptación nos aclaran como es caemos en el famoso comportamiento de rebaño y nos involucramos en estas inversiones.

Resulta que permanecer fuera del mercado mientras una acción (o el mercado) se va “inflando” puede desesperar a muchos. Especialmente cuando escuchamos al vecino, amigo, primo, o conocido lo mucho que está ganando. La sensación de “perderse la fiesta” es algo que nos resulta difí­cil de tolerar. La codicia se apodera de nosotros y literalmente “reclamamos” nuestra porción de la torta. En este momento dejamos que el entorno influya sobre nuestras decisiones. Nuestra racionalidad queda multiplicada por cero y compramos como se dice siguiendo a los demás, aunque los fundamentos ya no sean tan atractivos. Todo parece tener sentido principalmente porque es lo que hacen los demás, y es que cuando adoptamos un comportamiento de rebaño, tendemos a ver las decisiones irracionales como racionales.

A veces el “consenso” exacerba este comportamiento. Una posición objetiva frente al mercado debe abstraerse de sesgos mediáticos en los que se destaca lo bien (o mal) que lo está haciendo el mercado. No olvidemos que los mercados son cí­clicos. No caigamos en el exceso de confianza de sobreestimar nuestras predicciones alcistas (o bajistas), ni nos dejemos influenciar por un exceso de optimismo. Los mercados no avanzan (ni retroceden) en lí­nea recta, y las tendencias se mantienen vigentes hasta que confirmen lo contrario.

En este momento a muchos debo parecerles el “tumba fiesta” del mercado. Ni modo, yo prefiero estar alerta y ser objetivo para no dejarme llevar por el entusiasmo de un movimiento que por ahora, y hasta que se confirme lo contrario, solamente es la fase alcista dentro de una tendencia lateral. Hay momentos en que es mejor esperar antes de actuar.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...