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Autor Tema: Telepatí­a no es magia ni poderes ocultos  (Leído 541 veces)

Scientia

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Telepatí­a no es magia ni poderes ocultos
« en: Abril 23, 2015, 06:51:52 pm »
http://evolucionconsciente.org/telepatia-no-es-magia-ni-poderes-ocultos/


Telepatí­a no es magia ni poderes ocultos


Este post trata sobre lo que se ha llamado antiguamente como “poderes” ya que hoy en dí­a se ha demostrado cientí­ficamente que la  telepatia no es magia ni poderes ocultos. Mucho se ha contrapunteado la ciencia con la telepatí­a, y esta última no es cuestión de magia ni poderes ocultos. Diversos experimentos han demostrado la base del fenómeno y los cientí­ficos siguen poniendo resistencia ante ello por mero prejuicio. Veamos quíé argumentos sustentan la telepatí­a. La telepatí­a ha sido comprobada cientí­ficamente,¿por quíé seguimos sin aceptarla como una realidad?

Repetidos experimentos, avalados por numerosos cientí­ficos, han comprobado la existencia de fenómenos de percepción extrasensorial; sin embargo, la corriente principal de la ciencia sigue rechazando a la telepatí­a, acaso ví­ctima de un nuevo dogma, avatar de una estrecha visión religiosa cuando pensaban que la telepatia es magia o poderes ocultos.
La ciencia lleva la voz dominante de lo que es real en nuestra cultura. Su míétodo de obtención de conocimientos, aparentemente objetivo y riguroso, se ha erigido como el más efectivo dentro de nuestro paradigma sociocultural. Sin embargo, como antes la religión, que tanto criticó, la ciencia ha construido una autoridad oficial que en ocasiones legisla a travíés del dogma.
Un caso que parece demostrar lo anterior es el de la telepatí­a o la percepción extrasensorial (ESP, en inglíés). Como bien muestra Chris Carter, maestro por la Universidad de Oxford, en un reciente ensayo, existen numerosas pruebas cientí­ficas que comprueban la existencia de la telepatí­a y sin embargo íésta es considerada como una aberración del pensamiento mágico insuperado por las conciencia primitivas que merodean las afueras de los laboratorios y las universidades.
Este prejuicio que pende sobre lo mal llamado “paranormal” tiene un larga historia, adoptado incluso por cientí­ficos tan reconocidos como Einstein, quien llamó despectivamente al fenómeno que hoy conocemos como entrelazamiento cuántico “spooky action at a distance” (“acción fantasmagórica a distancia”).
Carter traza la historia del sesgo (paradójicamente) irracional que existe en contra de la telepatí­a que recurrentemente se manifiesta en la ciencia. Por ejemplo, recientemente el famoso psicólogo escíéptico Richard Wiseman admitió que la evidencia que se tiene de la telepatí­a es tan buena que “para los estándares de cualquier otra área de la ciencia está comprobada”. Carter trae a colación que esto viene sucediendo desde díécadas atrás. El psicólogo Donald Hebb escribió en 1951:
¿Por quíé no aceptamos la percepción extrasensorial como un hecho psicológico? Rhine ha ofrecido suficiente evidencia para convencernos en casi cualquier otra cuestión. Personalmente, no aceptó la percepción extrasensorial porque no hace sentido. Mi criterio externo, tanto de fí­sica como de fisiologí­a, dice que la la percepción extrasensorial no es un hecho pese a la evidencia de que ha sido reportada. No puedo ver que otra base tienen mis colegas para rechazarla. Rhine puede acabar estando en lo correcto, improbable como pienso que es, y mi propio rechazo de esta perspectiva es –en el sentido literal– prejuicio.
Cuatro años despuíés George Price publicó un artí­culo en la prestigiosa revista Science:
Los creyentes en los fenómenos psí­quicos… parecen haber dado con una decisiva victoria y virtualmente silenciado a la oposición. La victoria es el resultado de cuidadosa experimetación e inteligente argumentación. Docenas de experimentadores han obtenido pruebas positivas de percepción extrasensorial en experimentos, y los procedimientos matemáticos han sido aprobados por los más destacados estadí­sticos… Contra esta evidencia, casi la única defensa que le queda al cientí­fico escíéptico es la ignorancia.
George Price, del departamento de medicina de la Universidad de Minnesota, sin embargo, dijo que ya que la parapsicologí­a y la ciencia moderna son incompatibles se debí­a rechazar la telepatí­a –como si el edificio de la ciencia moderna hubiera sido construido con oro solido y nada pudiera mancillarlo o derribarlo (o todo aquello que amenazara con hacer esto deberí­a de ser marginado).
Los anteriores ejemplos muestran claramente que los escíépticos consideraban que si la telepatí­a fuera un campo de investigación como los otros que investiga la ciencia, ya habrí­a sido aceptada como una realidad. Sin embargo, por ser un caso especial se requiere “evidencia extraordinaria”. Pero esta evidencia extraordinaria contrasta con la experiencia ordinaria de miles y miles de personas que viven la telepatí­a como algo común en sus vidas cotidianas.
Curiosamente, según un par de encuestas citadas por Carter, incluso los fí­sicos se inclinan en más de un 50% a creer que la telepatí­a existe, pero los psicólogos se inclinan a negar esta posibildad.
Una de las principales razones por las que los cientí­ficos se oponen a la telepatí­a, pese a las pruebas experimentales, es que supuestamente, en palabras de Richard Dawkins “pone de cabeza las leyes de la fí­sica”. Pero esto, según Carter, en realidad solo aplica a la fí­sica clásica, y no a la fí­sica cuántica actual. No ocurre una contradicción con el modelo de la fí­sica cuántica actual, en el que partí­culas subatómicas exhiben una conexión instantánea a distancia, lo que se conoce como entrelazamiento cuántico, repetidas veces probado en el laboratorio desde el seminal experimento de Alain Aspect en 1981.
En el esfuerzo de entender cómo funciona la telepatí­a desde un modelo cientí­fico es interesante revisar el trabajo de Rupert Sheldrake, quien no sólo ha realizado experimentos midiendo la telepatí­a humana y animal, sino que ha establecido una base teórica para entender la percepción extrasensorial, particularmente la transmisión psí­quica de información a distancia. Sheldrake ha observado indirectamente la existencia de lo que llama “campos mórficos” o “campos morfogeníéticos”, los cuales almacenan la memoria de una especie incorpóreamente. Sheldrake sugiere que los seres vivos entran en un estado de resonancia con estos campos –o con otros miembros de su especie– y de esta forma reciben información puntual a distancia.
Quizás serí­a bueno recordarles a algunos cientí­ficos como las creencias religiosas en su momento fueron el enemigo principal del conocimiento… como la creencia en general va en detrimento de la inteligencia. Ya que su creencia en un modelo del mundo les impide observar sin filtros los datos experimentales que se contraponen a su visión de cómo son las cosas (una visión que es más un cómo deberí­an de ser las cosas). Todos proyectamos nuestros pensamientos y creencias en el mundo, pero supuestamente la ciencia estaba libre de esto. Una ciencia que por otro lado ha descubierto que esa proyección, ese acto de observación con un instrumento, modifica la realidad observada
« Última modificación: Abril 23, 2015, 06:58:56 pm por Scientia »



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Re: Telepatí­ano es magia ni poderes ocultos
« Respuesta #1 en: Abril 23, 2015, 06:58:06 pm »
http://www.revistauh.es/las-hondas-raices-de-la-telepatia/

Las hondas raí­ces de la telepatí­a



Definición
La palabra telepatí­a deriva de dos palabras griegas: tele, que significa a distancia, y pathos, que significa sentimiento. Por ello, se definirí­a literalmente como sentimiento a distancia. F.W.H. Meyers, acadíémico del mundo clásico y uno de los fundadores de la Sociedad británica para la investigación psí­quica, acuñó por primera vez el tíérmino a partir de sus componentes griegos. Para íél, era la comunicación de impresiones de cualquier tipo desde una mente hacia otra, con independencia de todo canal reconocido de los sentidos.
Historia
A lo largo de la historia de todas las culturas, tanto del Este como del Oeste, desde la antigí¼edad hasta la era moderna, se ha reivindicado en muchas ocasiones que ciertos individuos (desde profetas, santos y fundadores de tradiciones religiosas hasta personas normales) han podido, en alguna ocasión, leer los pensamientos, las emociones y los acontecimientos relacionados con las vidas de otros, ya se encontraran cerca o lejos. En el siglo pasado se llevaron a cabo muchas investigaciones extensivas sobre el fenómeno de la telepatí­a, y estas han demostrado su veracidad más allá de cualquier duda razonable.
El 9 de septiembre de 1848, en el asedio de Mooltan, el General R., C.B., que era en aquel momento ayudante del ríégimen, estaba herido de gravedad y creí­a que iba a morirse, por lo que pidió que le quitaran el anillo y se lo enviaran a su esposa. Al mismo tiempo, ella estaba en Ferozepore (a unos 240 km de distancia) tumbada en la cama adormilada. En ese instante, vio con claridad cómo se llevaban a su marido del campo y escuchó que su voz decí­a “Quitadme este anillo y enviádselo a mi mujer”. El caso fue verificado. Se dieron a conocer todos los nombres a la sociedad.
La investigación cientí­fica moderna en telepatí­a
La edición de 1974 de la Enciclopedia Británica declara que los más de 40 años de investigación cientí­fica controlada en laboratorios, llevada a cabo por más de 200 investigadores profesionales de 27 paí­ses, establece la existencia objetiva de los fenómenos psí­quicos mentales en general.
Las cartas Zener del Dr. J.B. Rhine
La investigación, ahora famosa, del Dr. J.B. Rhine de la Universidad de Duke está tan extendida en la actualidad que no es necesario hablar mucho de ella. Uno de los experimentos más conocidos del Dr. Rhine implica el uso de las cartas Zener, las cuales están marcadas con varios sí­mbolos geomíétricos: por ejemplo, un cí­rculo, un cuadrado, una estrella u ondas. Desde una habitación del laboratorio, el emisor se concentra en el dibujo especí­fico de una carta elegida al azar. El receptor, que se encuentra en otra habitación, intenta captar impresiones mentales e identificar la carta en la que el emisor se está concentrando.
La telepatí­a en los sueños y en estado de duermevela
En los años 60 y 70 se hicieron experimentos de telepatí­a más recientes pero menos conocidos. Estos se llevaron a cabo tanto en estado de sueño como despierto en el Centro sanitario de Maimonides, en Nueva York. Los responsables fueron un grupo de psiquiatras y psicólogos, entre los que se incluye al Dr. Montagne Ullman, al Dr. Stanley Krippner y a Charles Honorton. En estos experimentos, el emisor, que se encontraba en una habitación, se concentraba en un cuadro o fotografí­a escogido al azar. En este caso, quien participaba voluntariamente como receptor se encontraba en un estado alterado de conciencia en otra habitación. Podí­a hallarse despierto, en estado de duermevela (generado a partir de sentarse en un columpio con movimiento libre, con los ojos vendados y escuchando música) o tambiíén en estado dormido y soñando. Despuíés de que el emisor hubiera enviado la imagen, se interrumpí­a o despertada al receptor y se le pedí­a que narrara su flujo de pensamiento o sueños. A menudo se descubrí­a que la imagen de la carta escogida al azar en la que se habí­a concentrado el emisor se integraba con todo detalle en las visiones o en los sueños del receptor.
Lo más sorprendente e incluso inquietante es que las personas que captaron y asimilaron en su propio flujo de pensamiento o sueños la imagen que les habí­an enviado de forma telepática creí­an que la imagen formaba parte de su propio proceso mental, y no del proceso mental del emisor. Esto sugerirí­a que en ocasiones estamos abiertos a la posibilidad (tanto si lo sabemos como si no) de captar los pensamientos de otra persona y creer que forman parte de nuestras propias ideas.
La telepatí­a en el espacio: el experimento del astronauta
Durante el vuelo del Apolo XIV, el capitán astronauta Edgar Mitchell realizó un experimento de percepción extrasensorial desde la superficie de la luna. Este consistí­a en que Mitchell se concentrara en un número de siete dí­gitos elegido al azar e intentara transmitirlo mediante telepatí­a a cuatro personas, seleccionadas con anterioridad, que se encontraban en cuatro ubicaciones distintas de la tierra. Varios investigadores profesionales computaron los increí­bles resultados con míétodos estadí­sticos estándar. El astronauta se jubiló tras la misión del Apolo y fundó el Instituto de ciencias noíéticas de California para el estudio cientí­fico de la conciencia humana y de las facultades psi.
En 1977, recorrí­ la India con el astronauta Mitchell, Swami Vishnu Devananda (el Swami volador de la India) y el Padre Dr. John Rossner, sacerdote anglicano de la Universidad de Concordia. La idea consistí­a en que un míédium (yo), un astronauta (el capitán Mitchell), un Swami indio (Swami Vishnu) y un sacerdote anglicano (el Padre John) unieran fuerzas para hacer conferencias con el tema El Yoga y los descubrimientos psí­quicos. Nuestro mensaje, y cito al Padre John, era que al igual que ha habido astronautas y cosmonautas que han explorado el espacio exterior, ha habido tambiíén «psiquenautas», o yoguis y míédiums de la India que han explorado el espacio interior a lo largo de los siglos. En la práctica, le estábamos diciendo al tercer mundo: Sí­, quedaos con nuestra ciencia y tecnologí­a occidental que puede mandar al hombre al espacio y a la luna; pero a su vez no os olvidíéis ni despreciíéis vuestras tradiciones espirituales nativas que saben apreciar la realidad y el poder de las cualidades humanas espirituales y de la mediumnidad. Esperamos que llegue el dí­a en que el estudio de la conciencia (incluida la telepatí­a) unifique las dimensiones internas y externas de la experiencia humana por todo el mundo globalizado.
Dra. Marilyn Rossner
Traducción: Davinia Albert