La agencia podría rebajar uno o dos niveles la nota de más de 50 bancos al reducirse el apoyo público que pueden recibir en futuras crisis.
La Unión Europea trabaja en los cambios regulatorios más ambiciosos desde su creación. Además de las exigencias de capital de la futura Basilea III, se ha puesto en marcha la nueva Directiva sobre resolución bancaria, que pretende proteger a los depositantes, así como los recursos públicos, en futuros rescates bancarios. Precisamente, este punto es el que va a provocar que las agencias de ráting tengan que adaptar su metodología. Y es que a partir de enero de 2016 entra en vigor la norma que permitiría a los bancos obligar a los acreedores a asumir los costes de un potencial rescate (bail in).
En este sentido, Standard & Poor’s reaccionó el 29 de abril poniendo en perspectiva negativa a 15 bancos europeos y añadió una advertencia sobre los efectos de la nueva legislación en otros 38 bancos que ya contaban con esa perspectiva. “Las perspectivas negativas que tienen muchos bancos europeos importantes desde el punto de vista sistíémico reflejan nuestra visión de que se podría reducir o remover el apoyo de los gobiernosâ€, indicaba la agencia en una nota. Durante los próximos meses, estas entidades, entre los que se encuentran todos los grandes bancos (Credit Suisse, Deutsche Bank, ING, UBS, Críédit Agricole, BNP, RBS, entre otros), podrían sufrir un recorte de uno o dos escalones. Sin embargo, BBVA y Santander, que actualmente cuentan con una calificación de BBB- o BBB, respectivamente, no se encuentran en la lista negra. Es decir, con la nueva regulación, las calificaciones de estos dos grandes bancos españoles se irán acercando a las notas de los grandes europeos de los países core o más solventes.
El motivo es el siguiente. Cuando S&P otorga una calificación tiene en cuenta tres elementos principales. En primer lugar, se analizan los riesgos económicos y de la industria en general para llegar a un ráting base. Despuíés, se analiza la fortaleza intrínseca de cada entidad, con variables como la posición de negocio, el capital, los riesgos y su posición de liquidez. En tercer lugar, se suma un escalón o dos en función del apoyo gubernamental que recibirían en el caso de problemas.
í‰ste último punto es precisamente el que S&P se está planteando eliminar, con su consiguiente efecto negativo. Las entidades que operan en un país con una calificación muy alta, como Alemania, que tiene una triple AAA, podrían ser los más afectados. Por ejemplo, Deutsche Bank tiene un ráting de A precisamente por el alto apoyo que tendría si el banco tuviera que recibir asistencia pública. Sin embargo, en el caso de Santander y BBVA no es así y siguen con perspectiva estable. El ráting de España es BBB –S&P lo subió ayer–. Y ambos contarán con una calificación igual o superior por su alta diversificación.
El cambio que aborda S&P tiene sentido con los objetivos que persigue la directiva: se romperá el vínculo entre riesgo soberano y bancario y cobrarán más importancia los fundamentales y la estructura de la deuda de cada banco.