Los chiringuitos financieros ofrecen productos arriesgados que implican un alto apalancamiento. Lo puedes perder todo o puedes hacer que tu capital se multiplique exponencialmente. Nada de los típicos títulos de bolsa. Los chiringuitos ofrecen opciones, warrants, futuros y otros productos similares que no son tan accesibles para el ciudadano de a pie como las acciones o que, al menos, necesitan de asesoramiento externo. Lo curioso del tema es que contratar uno de estos instrumentos es más barato que comprar unos títulos de Telefónica o del BBVA. Sin embargo, los chiringuitos cobran una comisión de entre un 15% y un 25% sobre el montante de la operación realizada, se gane o se pierda, lo que a todas luces es una estafa.
Estas comisiones permiten unos márgenes muy abultados, de ahí los sueldos desproporcionados que tienen estos empleados, más propios de altos ejecutivos de multinacional que de vendedor de warrants. Ningún directivo de la banca de inversión o del private equity tiene unos márgenes similares. Por ello, las grandes entidades que operan en España se consideran otra víctima de los chiringuitos, pues les roban clientes y se hacen pasar por profesionales cualificados cuando no lo son.
No es lo mismo un comercial de JP Morgan que uno de JT Merlin. El problema es que hay un segmento de la opinión pública que no hace distingos entre ambas. Cuando saltó el caso de Forum y Afinsa, algunos particulares retiraron sus cuentas de ING Direct porque ofrecía rentabilidades muy similares a las de las compañías implicadas en el escándalo, y eso les hacía sospechar. La diferencia es que Forum y Afinsa no estaban supervisados ni por el Banco de España ni por la CNMV, todo lo contrario que el banco holandíés, que pertenece al Eurostoxx 50 (el índice que recoge los cincuenta mayores valores de la Zona Euro) y cuenta con una solvencia acreditada.
El disfraz de asesor y otros cuentos chinos
Los chiringuitos financieros carecen de permiso para dar servicios bursátiles. Si una sociedad pretende operar como intermediario bursátil, necesita la autorización de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Los chiringuitos no cuentan con dicha autorización. Ellos arguyen que no la necesitan porque no se dedican a operar en bolsa, que sólo asesoran, que no pasan de meros consultores. Operador y asesor, asesor y operador, una frontera muy difusa de la que se valen estas sociedades para esquivar a la ley. “Se esconden diciendo que son asesores. Es su salvaguarda porque los asesores, hasta ahora, no tenían que estar registrados en la CNMV. Pero eso se va a acabar. Con la entrada en vigor de la MiFID [Directiva Europea sobre Mercados de Instrumentos Financieros], los asesores tambiíén van a estar obligados a registrarse y ahí se va a ver quiíén es cada cualâ€, asegura un portavoz oficial de la CNMV.
Una opinión que es compartida por los profesionales del sector. “La asesoría financiera mueve muchísimo dinero y es muy potente fuera de España. Aquí no lo es por culpa de este tipo de establecimientos, que dañan nuestra imagen. El decreto que desarrolle la MiFID, que estará listo en 2008, será muy positivo para los asesores profesionales porque les distinguirá del resto, porque estarán registrados en la Comisión y porque les permitirá hablar de tú a tú con brokers y gestoresâ€, señala Alain Galibert, director general de Bolságora. “La duda es saber si la CNMV va a actuar de forma eficiente contra los chiringuitos financieros. Si quisiera, el próximo año podría acabar con ellos. Con el decreto puede matarlosâ€, añade Galibert.
El organismo regulador que dirige actualmente Julio Segura tiene editada una guía (Quíé debe saber de… los chiringuitos financieros) que previene sobre este tipo de establecimientos. La guía es de lectura fácil, letra gruesa e ilustraciones que parecen sacadas de un cuento infantil, quizá porque las víctimas que quedan atrapadas en los chiringuitos, y que se dejan engañar por ellos con el argumento de inversiones millonarias, son como esos niños que se guían por el olor a manzana de caramelo. La conclusión del manual de la CNMV no es baladí: si usted mete el dinero en uno de estos chiringuitos, tenga la seguridad de que lo va a perder todo.
Enumeran dos míétodos de captación de clientes. El primero es el de las doscientas llamadas: los comerciales disparan vía telíéfono a sus futuras víctimas, muchas de ellas elegidas al azar. No las presionan, simplemente se trata de hablar con ellas, de recomendarles algunas acciones concretas. A las cien primeras les dicen que unos determinados títulos van a subir; a las cien segundas, que van a bajar. Al día siguiente vuelven a llamar a las personas con las que acertaron en sus predicciones y repiten el proceso: fifty-fifty. Y así sucesivamente. Al final de la semana sólo quedará un puñado de clientes potenciales, pero todos ellos estarán como locos por invertir en la firma. Creerán que cuentan con una bola mágica. Craso error.
El segundo de los míétodos tiene una estructura más parecida a la conocida como estafa piramidal: “Uno de los trucos más utilizados es el de pagar beneficios a los primeros inversores utilizando para ello su propio dinero o el dinero de otros inversores. De esta manera, su eficacia se comunicará de boca en boca a los amigos del primer inversor, y luego a los amigos de estos segundos. Lamentablemente, sólo se pagan los primeros beneficios. En posteriores inversiones, cuando se pretende recuperar lo invertido, el dinero ya ha desaparecidoâ€, explica la CNMV. Los estafadores, a los que les gusta rodearse de todo tipo de lujos y excentricidades, se gastan el capital de sus ‘clientes’ nada más caer en sus manos. Vive y deja morir.
Internet les quita la careta
La Comisión Nacional del Mercado de Valores cuenta con un departamento de inspección de unas quince personas que se encarga de, entre otras funciones, detectar chiringuitos financieros. Suelen dar con ellos a travíés de supervisiones más o menos periódicas, de las consultas de inversores particulares que se interesan por la solvencia de determinadas sociedades y del análisis de anuncios que aparecen en los periódicos y en los que se ofrecen extraños productos financieros con altas rentabilidades. Cuando el departamento detecta que una firma no está registrada y tiene indicios de que esa sociedad está realizando actividades para las que no está habilitada, la CNMV hace pública una advertencia sobre el chiringuito y pone sobre aviso a los inversores. Si tiene pruebas fehacientes de que opera en el mercado sin tener licencia para ello, entonces dicha advertencia deriva en un expediente sancionador que acarrea la inmediata cesación de la actividad y, en ocasiones, una multa.
Todos los chiringuitos detectados se encuentran en la página web de la CNMV en el apartado ‘Advertencias al público’. En la pestaña de ‘entidades no autorizadas’ aparecen once sociedades descubiertas en 2007: Euro Trust Capital Management; Broker S. Society, Sociedad de Gestión y Tramitación Financiero Aseguradora, S.L; Anderson McCormack Group, S.L.; Cornhill Management, S.L.; Br Consultance Alfaz, S.L.; Remington York Ltd.; Berkley Wyatt Asset Limited, S.L.; Cisa, S.L., Corporate Investment Services; Brookfield Partners, S.L.; y Administraciones Temple Bar, S.L. Extrañamente, en la pestaña de ‘entidades no autorizadas con expediente sancionador abierto’, no hay ningún registro en 2007.
Los inversores y afectados por chiringuitos financieros consideran que se encuentran en un estado de indefensión y que las autoridades no hacen todo lo que está en sus manos para evitar estas situaciones. Por este motivo, han elegido Internet como la herramienta idónea para movilizarse y quitarle la careta a este tipo de sociedades. Lo hacen a travíés de foros de algunas páginas web, donde cuentan sus casos particulares y ponen nombres y apellidos a esos chiringuitos que no aparecen en las listas oficiales de la CNMV. Las experiencias relatadas producen escalofríos.
Leyendo algunos comentarios se llega a una conclusión nítida: es más difícil mantener un buen patrimonio que ganarlo. El pelotazo fácil no existe. Los chiringuitos financieros venden ‘una vida mejor’ para sus clientes en papel verjurado manchado con tinta invisible. Una vez cubiertas las necesidades básicas, el apetito por acumular dinero no trae la felicidad sino problemas. La codicia, a pesar de lo que diga Gordon Gekko, es una mala consejera. Por cierto, Gekko acabó en la cárcel.