Por… Iván Carrino
En la última reunión de política monetaria, el Banco Central Europeo (BCE) decidió reducir, luego de mantenerla por 7 meses en el mínimo histórico, la tasa de interíés de política monetaria a un nuevo mínimo del 0,15%. La idea detrás de esta reducción, así como de todas las anteriores desde 2008, es abaratar el costo del críédito para estimular la recuperación.
Por si esto fuera poco, se redujo la “tasa de facilidad de depósitos†desde el mínimo inquebrantable de 0%, ¡al -0,1%! algo pocas veces visto en la historia de los bancos centrales (brevemente: se le cobrará a los bancos por los fondos que no presten).
La medida seguramente sea bienvenida por la mayoría de los economistas sean estos keynesianos o monetaristas. Si bien los keynesianos descreen de la política monetaria y enfatizan más el rol de la política fiscal, siempre le dan la bienvenida al rol activo del estado cuando se trata de combatir los “espíritus animales†del mercado.
Por su parte, los monetaristas desde Friedman para acá otorgan un rol fundamental a la política monetaria para que contrarreste los shocks adversos. En esa línea, desde estos lares sugerían hace unos meses que el BCE debía:
"Quebrar la aún vigente restricción de críédito, enemiga número uno del crecimiento, llevando “la tasa de facilidad de depósitos†(aquella a la cual el BCE remunera los depósitos de las entidades financieras, generados por sus respectivos excedentes de capacidad prestable), del 0% actual a una tasa negativa de al menos 0,5%".
Dicho y hecho. Sin embargo, este planteo ignora los motivos de por quíé los tipos de interíés tan bajos (nada menos que 0%) no logran estimular la recuperación. Es decir, no hacen que la gente se endeude para consumir e invertir. Juan Ramón Rallo nos da la respuesta aquí.
"Pero, ¿quíé implica que parte de los inversores sólo estíén dispuestos a demandar financiación a tipos de interíés negativos?"
Pues que ninguno de los proyectos de inversión que conocen es rentable: nadie ha ideado un plan de negocios capaz de generar un rendimiento positivo a partir del cual pagar tipos de interíés positivos. De ahí que si una compañía pierde cada año el -3%, sólo estíé dispuesta a endeudarse a tipos de, por ejemplo, el -5%.
Pero que la pauta general de una depresión sea que todo el mundo pierda dinero (debido a las malas y burbujísticas inversiones pasadas que acometieron) no significa que debamos estimular nuevas inversiones "a píérdida".
En Argentina, por años las tasas de interíés reales fueron negativas. En ese escenario, el críédito desaparece y como respuesta el gobierno obliga a los bancos a prestar a píérdida. Como consecuencia, no solo hay una inflación descomunal, sino que prevalece una estructura productiva subsidiada que una vez que las variables comienzan a normalizarse, tiembla y genera preocupaciones sobre el nivel de actividad y el nivel de empleo. Finalmente, cuando se sinceren las tasas de interíés y se liberen los controles, muchos sectores deberán reestructurarse y enfrentaremos una nueva crisis.
La estrategia del BCE, por innovadora que parezca, no hace más que reincidir en los viejos errores del intervencionismo. En este caso, solo patean para adelante el problema y buscan crear una nueva burbuja que, tarde o temprano, volverá a pincharse. Nuestra historia reciente no es tan distinta.
Suerte en sus inversiones…