Por... BEATRIZ DE MAJO C.
En abril de este año el ministro de Relaciones Exteriores de China estuvo por tierras latinoamericanas para preparar el tour que el mandatario Xi Jinping hará por Latinoamíérica el mes entrante en el que solo tres preferidos socios serán el objeto de la visita cumbre: Argentina, Brasil y Venezuela
Brasil, el único latinoamericano que forma parte de las economías emergentes conocidas como BRICS ha de ser, en esta ocasión, el eje focal de este periplo. El fin de la Copa Mundial de Futbol será el momento ideal para hacerse presente y evidenciar una positiva alianza bilateral que les daría visibilidad y brillo a ambos. La agenda de la visita a Brasil podría tener un acento más político que económico. Esta nación propugna una reforma del orden internacional en el que la gravitación de los liderazgos se desplazaría hacia lo multipolar y se minimizaría la influencia del Fondo Monetario en los asuntos mundiales. Brasil ejercerá la Presidencia de este grupo en un ambiente internacional en el que ya comienzan a presentarse fisuras en los liderazgos tradicionales, una prueba de lo cual es la eyección reciente de Rusia del Grupo de los 8.
En el caso de Venezuela, China está resolviendo parcialmente su voracidad actual por energía fósil convirtiendo al país suramericano en un tributario de Beijing a travíés de la contratación de deuda masiva pagadera con petróleo de su subsuelo. Las necesidades de financiamiento de Venezuela para la economía domíéstica son aun tan colosales que China tendrá por muchas lunas a la Revolución Bolivariana comiendo de su mano. El asunto a dirimir con Caracas en esta escala, es la capacidad de sostíén que tiene su maltrecha economía y los problemas políticos de estabilidad y gobernabilidad que el descalabro en curso les está causando a la Revolución Socialista. La lupa china en los tiempos que vienen estará siempre ubicada sobre el devenir venezolano.
Con Argentina, el acento estará puesto en las importantes obras de infraestructura que están siendo emprendidas en el país austral con financiamiento preferencial chino. Ello en el momento en que su modelo económico, igualmente, muestra preocupantes signos de inestabilidad. Las dos primeras, el tren Belgrano-Cargas y las represas de Santa Cruz, recibirán 7.000 millones de dólares que en gran medida serán invertidos en equipamiento chino. Caridad con uñas, podría afirmarse, pero, al igual que en Venezuela, esta es una alianza a abotonar que aporta a ambos lados beneficios, mientras consolida el liderazgo que China persigue en este lado del Pacífico.
Porque de eso es de lo que se trata. De pisar cada día más fuerte en la región. Amíérica Latina en su conjunto es un área prioritaria para las relaciones económicas del gigante. De la región, el dragón asiático ha extraído un importante volumen de sus materias primas particularmente en hierro, petróleo y soya, al tiempo que se constituía en el sostíén de las exportaciones de estos tres países en las íépocas turbulentas que siguieron a la crisis de los mercados financieros del 2008. El potencial de cooperación bilateral con estos es realmente grande. Pero a Beijing le hace falta que, de la misma manera que en el caso de Venezuela, la sociedad de cooperación mutua adquiera un carácter de largo plazo y que, además, se asiente en el campo de la construcción de infraestructura, con el fin de disputar los liderazgos históricamente presentes en la región.