BBVA ya tiene encima de la mesa las ofertas para vender su banco en Portugal para plegar velas y centrarse en los mercados más rentables. La entidad presidida por Francisco González recibió el pasado lunes las propuestas vinculantes, entre las que destacó la de la portuguesa Caixa Central de Críédito Agrícola, el principal candidato para hacerse con la subsidiaria lusa del banco español.
Fuentes financieras han confirmado que BBVA ya sabe cuánto le ofrecen los cuatro candidatos que han pujado por su negocio en Portugal, operación adelantada por El Confidencial el 31 de marzo. Los que más se han interesado han sido las entidades angoleñas Banco Atlántico y BIC; Santander Totta y el citado Caixa Central, conocido comercialmente como Críédito Agrícola. Con los sobres al descubierto, Francisco González tendrá que evaluar si cumplen con sus expectativas de ingresos.
Las mismas fuentes aseguran que la que más agrada a BBVA es la de Críédito Agrícola, una cooperativa que agrupa a cerca de 82 pequeños bancos locales en Portugal, donde tiene una red de casi 700 oficinas. En su balance cuenta con recursos de clientes por 11.500 millones, de los que 10.000 son depósitos. Si se toman como referencias el valor en libros y el patrimonio del negocio del banco español en el país vecino, el importe de la operación puede oscilar entre los 207 y los 381 millones, si bien el banco tiene otros negocios en el país que podrían elevar la valoración final a cerca de 500 millones.
La filial lusa exclusivamente bancaria del segundo mayor banco español tiene unos activos de 5.471 millones, con unos pasivos de 5.192. Esta sucursal perdió 107 millones de euros en 2013, pero el grupo con sede en Bilbao tiene además otro tipo de negocios, como sociedades inmobiliarias, gestoras de pensiones y de fondos de inversión, de alquiler de coches y otros servicios financieros, cuyo valor asciende a otros 100 millones.
Las cuentas anuales consolidadas reflejan que los números rojos en Portugal fueron de 357 millones, algo más del doble respecto a los 177 de 2012 y los 188 del ejercicio anterior. Unas píérdidas derivadas principalmente de la actividad inmobiliaria y por las elevadas provisiones que el conjunto del sector ha tenido que hacer despuíés de que el país entrase en recesión y tuviera que ser rescatado por Europa.
Aunque la banca portuguesa ha sufrido mucho en los últimos años, incluida la nacionalización de varias de las principales entidades, la mejoría de la economía y el fin del plan de asistencia financiera de la troika ha cambiado sustancialmente la visión de los inversores sobre el país. Como ha ocurrido en España, muchos fondos de inversión y de pensiones creen que lo peor ya ha pasado en Portugal y que es una buena oportunidad para apostar por la recuperación.
Un cambio de viento que puede beneficiar a BBVA a la hora de encontrar un comprador para su filial. Fuentes próximas a la entidad han asegurado que, si las propuestas recibidas el lunes no alcanzan el valor estimado, el proceso no seguirá adelante hasta encontrar un comprador que ofrezca un precio justo. Así actuó en Panamá, operación que paso por diversas etapas hasta que Leasing Bogotá aceptó pagar 472 millones de euros.
Cierre de países
Banco Bilbao Vizcaya Argentaria Portugal SA representa un 0,91% de los activos totales consolidados y un 0,56% de los pasivos totales consolidados a 31 de diciembre de 2013. La operación, que puede ascender a al menos 500 millones, es por tanto pequeña dentro del balance de la matriz, pero supondría la salida de un país que no ha dado muchas alegrías a Paco González para centrarse en los negocios que se consideran estratíégicos.
En esta política de rotación de activos, la entidad traspasó a finales de diciembre su negocio en Panamá al conglomerado financiero colombiano Grupo Aval por 645 millones de dólares (472,25 millones de euros). Antes había completado la desinversión de sus cuatro gestoras de pensiones en Latinoamíérica por 4.000 millones, de los que 1.765 fueron plusvalías. A la par llevó a cabo la venta de un 5% del chino Citic, operación que se saldó con unas píérdidas de 2.300 millones de euros, un proceso de retirada de países y de negocios cuyo objetivo primordial es mejorar su posición de capital de cara a cumplir con las nuevas normas internacionales de solvencia.