El Banco de Japón (BOJ, por sus siglas en inglíés) ha mantenido estable su política monetaria y ha revisado al alza su evaluación del crecimiento de las economías extranjeras, mostrando confianza en que el país puede cumplir su meta de precios sin un estímulo adicional.
El BOJ está cada vez más convencido de que la tercera mayor economía del mundo continuará su modesta recuperación mientras las empresas aumentan gradualmente el gasto de capital y la confianza del consumidor se mantiene, a pesar de la reciente subida del IVA.
Sin embargo, la debilidad en las exportaciones sigue siendo un importante punto díébil para la economía, aunque los funcionarios del BOJ creen que los vientos en contra en el extranjero están cediendo en momentos en que los envíos a China se recuperan y mientras la economía de Estados Unidos se recupera de un invierno severo.
"Las economías de ultramar, principalmente las economías avanzadas, se están recuperando, aunque se ven comportamientos mediocres en algunas áreas", explica el banco central.
Ese fue un punto de vista ligeramente más brillante que el ofrecido el mes pasado, cuando el BOJ aseguró que el crecimiento mundial estaba "comenzando a recuperarse".
Como se esperaba, el banco central votó de forma unánime en favor de mantener su promesa de aumentar la base monetaria, su principal herramienta de política, a un ritmo anual de 60 billones a 70 billones de yenes (590.000 millones a 688.000 millones de dólares).
El BCE se convirtió la semana pasada en el primer banco central importante que impone tipos de interíés negativas, donde pasa a cobrar a las instituciones financieras por guardar su dinero, una medida que los mercados ven como parcialmente orientada a a limitar las ganancias del euro.
Algunos en el BOJ, que se han visto sorprendidos por los tíérminos inusualmente directos que los funcionarios del BCE han estado utilizando para frenar los repuntes del euro, se sintieron aliviados al ver que la acción política del Mario Draghi no dio lugar a un repunte del yen contra la moneda única.
Tanto el BCE como el Banco de Japón sostienen que sus políticas monetarias no apuntan directamente a influir en las monedas, pero ambos prefieren que sus monedas se debiliten porque eso va a hacer subir los precios y brinda a sus exportaciones una ventaja competitiva en el extranjero.