¿Danone? No, los yogures son un artículo de interíés nacional. ¿Dailymotion? No, un portal de vídeos es un estandarte de orgullo patrio. Francia es la patria del colbertismo, la teoría que sostiene que la economía está al servicio del Estado, y que toma su nombre del ministro de Finanzas de Luis XIV, Jean-Baptiste Colbert.
Y tambiíén el país que ha creado el tíérmino chauvinismo -o chovinismo, según la RAE que, como toda organización destinada a decidir quíé es bueno y quíé no para el público en general sin que íéste tenga nada que decir al respecto, es de origen francíés-: una "exaltación desmesurada de lo nacional frente a lo extranjero".
Sin embargo, Francia ha accedido a que el mayor fabricante de bienes de capital del mundo, la estadounidense General Electric (GE), se quede, por 12.500 millones de euros, con gran parte de los activos de producción de energía de Alstom, una de las joyas de la corte de los campeones nacionales franceses. España, Alemania e Italia tambiíén son adictos a la teoría de los campeones nacionales, que sostiene que hay que tener monopolios u oligopolios para poder competir en el mercado global.
El acuerdo ha sido una batalla íépica, porque el consejo de administración de Alstom no vaciló en apoyar la oferta estadounidense desde el primer momento. Claro que eso ni impidió que el Gobierno francíés asumiera el control de la negociación, alegando, como es habitual, razones de interíés nacional. Aunque, al final, París ha tenido que ceder y dejar a GE el control de la unidad de calderas de gas de Alstom y el 50% de los reactores nucleares, redes elíéctricas y renovables, y la empresa se convierte más en un fabricante de trenes y equipos ferroviarios que otra cosa.
GE se hace con el control de un negocio que tiene amplio potencial de crecimiento en los países de ífrica y Asia, donde todavía se están construyendo tíérmicas de carbón, y Alstom gana margen para reestructurarse. Pero las concesiones de la estadounidense no han sido bien recibidas en Wall Street.
Entretanto, los accionistas de Alstom no han tenido ni arte ni parte en la negociación, que fue asumida por el Gobierno francíés como algo de derecho propio. Y es que trescientos años de colbertismo mueren mal, como muestra que, como parte del acuerdo final, el Estado francíés se haga con el 20% de Alstom que posee la constructora Bouygues. Anoche, Bouygues y el Gobierno de Franí§ois Hollande alcanzaron un acuerdo en virtud del cual el Estado tendrá la opción de adquirir esa participación por algo menos de 2.000 millones de euros. En 2003, el Ejecutivo de Jacques Chirac ya rescató a Alstom de la quiebra con una inyección de 3.400 millones de euros.
Vende sus 'flores'
El hecho de que Francia haya accedido a que GE se quede con parte de Alstom es un paso notable en un país que, como explica en un reciente artículo el economista del Peterson Institute for International Economics, Nicolas Víéron, da primacía a tener grandes empresas sobre la marcha de la economía.
Ya en 2005, el Gobierno de Jacques Chirac impidió que la estadounidense PepsiCo comprara Danone. En aquella ocasión, al primer ministro de Exteriores francíés, Dominique de Villepin, se le fue la cabeza hasta el extremo de que declaró al fabricante de lácteos "flor de nuestras empresas". Hace un año, París bloqueó el plan de Yahoo de hacerse con el sitio de videos francíés Dailymotion por 220 millones de euros.
Sin embargo, poco a poco, París está bajando la cabeza. En 2011, accedió a que la estadounidense General Mills se hiciera con el control de otra flor de la industria, en este caso la empresa de yogures Yoplait, si bien exigió un atrabiliario acuerdo que dividió a la empresa en dos sociedades y que era calcado a los que se llevan a cabo en el mercado de las marcas de lujo, acaso porque un yogur -si es francíés- es tan extraordinario como un Jaguar.
Ahora, con Alstom, se ha repetido esa fórmula.