Por... SHELDON G. ADELSON, WARREN E. BUFFETT AND BILL GATES
Los ciudadanos americanos le están pagando a 535 personas para que cuiden de las necesidades legislativas del país. He aquí un ejemplo: el pasado 10 de junio, un congresista en Virginia perdió las elecciones primarias en las que su rival consiguió tan solo 36.105 votos. De inmediato, muchos legisladores de Washington alzaron los brazos y declararon que este evento produciría una parálisis en el Congreso de E.U. durante cinco meses. Nos están diciendo que la reforma a la inmigración queda sin esperanzas.
Nosotros tres tenemos posiciones variadas en política y tambiíén diferiríamos en cuanto a los detalles de una ley de reforma migratoria. Pero sin duda podríamos juntarnos para crear una ley que fuera aceptable para cada uno de nosotros. Esperamos que ese hecho lleve consigo una lección: no hay que estar de acuerdo en todo para cooperar en asuntos sobre los cuales están razonablemente cerca a un acuerdo. La mayoría de los americanos creen que nuestro país tiene un interíés claro por activar una legislación migratoria que es tanto humana para los inmigrantes que viven aquí y a la vez contribuye a nuestro bienestar. Alcanzar estas metas es posible. Nuestra actual política, sin embargo, fracasa en ambos asuntos.
Nos parece que entrenar a personas inteligentes y motivadas en nuestras universidades, subsidiar su educación y luego deportarlos cuando se gradúan es algo que se aproxima a la locura. Muchas de estas personas quieren regresar a sus países, pero para aquellos que quieren quedarse y trabajar en informática o tecnología, campos que necesitan mucho de sus servicios, extendamos la bienvenida.
Una reforma de "graduado talentoso" había sido incluida en una ley que aprobó el Senado el año pasado. Esta eliminaría el tope universal en cuanto a la cantidad de visas que pueden ser obsequiadas a inmigrantes legales quienes obtengan un título universitario en ciencias, tecnología, ingeniería o matemáticas de una institución acreditada, con tal que tengan una oferta de empleo.
Para el futuro, los E.U. deberían dar todos los pasos para asegurar que todo futuro inmigrante siga las normas y que quienes las violen sean castigados severamente. Nadie quiere repetir el desastre actual.
Tambiíén creemos que el interíés propio de Amíérica debería estar reflejado en nuestra política de inmigración. Por ejemplo, el programa de inmigrante inversionista creado por el Congreso en 1990, tenía la intención de permitir que un número limitado de extranjeros con recursos financieros se vinieran a vivir a nuestro país, trayendo consigo un poder adquisitivo sustancial y duradero. Con este programa han salido a la luz casos de fraude y creemos que debe ser reformado para prevenir abuso, pero tambiíén debería ser ampliado para ser más efectivo. Las personas dispuestas a invertir en Amíérica y generar empleo merecen la oportunidad de hacerlo.
Su ciudadanía podría ser provisional dependiendo de sus inversiones de cierta magnitud en nuevos negocios. Inversiones de ese tipo nos ayudarían a impulsar el lado de la demanda en nuestra economía.
Sean cuales sean las provisiones exactas de una ley, es hora de que la Cámara diseñe y apruebe un proyecto de ley que refleje tanto el humanismo de nuestro país como sus intereses propios. Las diferencias con el Senado deberían ser discutidas por un comitíé comprometido con un acuerdo.
Un Congreso que no hace nada por solucionar estos problemas está extendiendo una política que es irracional por defecto; es decir, si los legisladores no actúan para cambiarla, se queda como está, irracional. El impasse actual, en el que se le asigna mayor orgullo a estropear a la oposición que a avanzar en los intereses del país, es deprimente para la mayoría de los americanos y sus empresarios.
Señas de una actitud más productiva en Washington, que es lo que la aprobación de un proyecto de ley de inmigración bien diseñado ofrecería, podría levantar los ánimos y por lo tanto estimular la economía. Es hora de que 535 ciudadanos americanos se acuerden de lo que le deben a los 318 millones que los emplean.