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MADRID | WASHINGTON.- El presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, y el secretario del Departamento del Tesoro, Henry Paulson, han exigido de forma conjunta al Congreso que actúe de forma "inmediata" para aliviar la desconfianza que atraviesa el mercado financiero, porque, de no aprobar el plan de 700.000 millones de dólares anunciado por la Administración Bush, la "inacción" de la Cámara, controlada por los demócratas, tendría "consecuencias muy serias" para el país norteamericano.
Ante el 'tsunami' desatado por el hundimiento de la banca de inversión y el resto de entidades financieras, Ben Bernanke ha defendido el plan de rescate financiero del Gobierno estadounidense ante la Comisión de bancos del Senado.
Bernanke ha reconocido que el desplome financiero de American International Group (AIG) fue una sorpresa para el organismo que dirige. "Quizá la quiebra de Lehman Brothers era manejable, pero se combinó con el inesperado hundimiento de AIG, lo que provocó las extraordinarias turbulencias financieras que sacudieron a los mercados internacionales".
En las últimas jornadas, la Casa Blanca, el departamento del Tesoro y la Reserva Federal han instado a los legisladores a la rápida aprobación del plan de 700.000 millones de dólares (480.000 millones de euros). Paulson sostiene que "es una condición previa para una recuperación buena y saludable" y ha añadido que no hacerlo golpeará el empleo y el PIB aún más.
Sin embargo, el proyecto ha creado serias dudas en los dos candidatos a la Casa Blanca, el demócrata Barack Obama y el republicano John McCain. Opinión a la que se suman otras como la del senador Christopher Dodd, presidente de la Comisión de Bancos del Senado: "Esta propuesta es asombrosa, sin precedentes en su magnitud y carece de detalle".
En cambio, el presidente de EEUU, George W. Bush, expresó su confianza porque "hay buenas ideas que hay que escuchar para lograr un buen proyecto de ley que ataje la situación". "Los republicanos y los demócratas se unirán para sacar adelante esta legislación".
No obstante Bernanke advierte que "a pesar de los esfuerzos de la Reserva Federal, el Tesoro y otras agencias, los mercados financieros globales siguen bajo una tensión extraordinaria".
"Retirar estos activos de los balances de las instituciones financieras va a contribuir a restaurar la confianza en nuestros mercados financieros, lo que permitirá a los bancos y a otras instituciones que reunan capitales para conceder críéditos con los que apoyar el crecimiento económico", explicó.
Nuevo golpe para la confianza en la banca
Bernanke sale así al paso de las dudas respecto al plan de rescate que negocian el Gobierno de EEUU y el Congreso para salvar a las entidades expuestas a la crisis hipotecaria.
En las últimas horas, las Bolsas han pasado de la euforia a la incertidumbre. Los inversores no están seguros de que el proyecto de George W. Bush sea suficiente para resolver la crisis crediticia y asisten con inquietud a la negociación entre un Legislativo controlado por los demócratas y el Ejecutivo republicano. Ambas partes mantienen diferencias importantes en temas como las compensaciones de los ejecutivos, el plan de ayudas o la participación estatal.
"Se requiere la acción urgente del Congreso para estabilizar la situación y evitar lo que de otro modo podría tener consecuencias serias para nuestros mercados financieros y nuestra economía", sostiene Bernanke, que ha añadido que "si las condiciones financieras no mejoran pronto, las implicaciones para la economía en general podrían ser muy adversas".
La semana pasada los mercados asistieron a un recrudecimiento del bloqueo que atraviesa el sistema financiero, donde los bancos se muestran reacios a prestarse dinero ante la caída de algunas grandes entidades. A la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers se sumaron las dificultades de la tercera aseguradora del mundo, AIG, y la reestructuración de Morgan Stanley y Goldman Sachs en bancos comerciales. Son las últimas víctimas de una crisis nacida de las hipotecas de alto riesgo, un negocio jugoso que se convirtió en un quebradero de cabeza cuando se disparó la morosidad.