Por… Manuel E. Yepe
Cuando los países en desarrollo orientados al socialismo acuden a soluciones de mercado para hacer avanzar sus proyectos progresistas, la propaganda contra ellos desde los países capitalistas capitaneados por Estados Unidos invariablemente presenta esos propósitos como demostración del fracaso del socialismo, que les obliga a trazarse senderos que los conducirán de regreso al capitalismo.
Pero la experiencia universal indica que, de la misma manera que las economías centralizadas acuden a soluciones de mercado para enfrentar sus problemas, las economías regidas por el mercado buscan remedios basados en las direcciones centralizadas y no mercantiles para la solución de sus contradicciones internas.
La más reciente abrumadora demostración de la vigencia de esta regla, tuvo lugar cuando el gobierno de Estados Unidos, seguido por otros gobiernos de países capitalistas desarrollados de todo el mundo, dedicó millones de millones de dólares al rescate de gigantescas instituciones financieras en manos privadas que habían quebrado.
Subvencionaron masivamente a esos bancos y se mostraron dispuestos a rescatarlos nuevamente cuando ello fuera necesario, pero a nadie se le ocurrió decir que Washington estaba girando hacia el socialismo empleando la misma lógica que algunos en Estados Unidos aplican a China, Vietnam y Cuba, por ejemplo.
Alberto Rabilotta, periodista argentino-canadiense experto en temas económicos, en ensayo que tituló “El capitalismo neoliberal ha muerto viva el corporativista†publicado en Alai-Amlatina el 23/01/2013, recoge criterios de varios economistas estadounidenses acerca de la grave y persistente situación de las economías reales en los países del llamado “capitalismo avanzado†luego de la gran recesión de 2008 en Estados Unidos.
El muy difundido economista estadounidense Joseph Stiglitz ha diagnosticado que aquella crisis estructural exacerbada por el crac no podría ser resuelta por el mercado porque, siendo una crisis de alcance mundial, para encararla se requieren transiciones estructurales, en las que “es necesario que los gobiernos desempeñen un papel más activoâ€.
A juicio de su colega Paúl Krugman dos explicaciones aplican para este fenómeno. Una es que la tecnología hizo un viraje que ha puesto el trabajo asalariado en desventaja; la otra es que se trata de los efectos de un neto aumento en el poder de los monopolios.
El analista económico William Greider refiere que en una reunión efectuada en el Instituto Peterson (IP) en Washington DC, cuna del neoliberalismo estadounidense, se argumentó que, si las cosas no cambian, habrá rebeliones populares incluso en EE.UU., porque habiendo perdido la confianza en las promesas del sistema de libre comercio, “muchos están volviíéndose hacia los gobiernos para que los salven del capitalismo globalâ€.
Howard Rosen, investigador del IP, recomendó reformas tales como: salario mínimo en todo el mundo, aumentos de salarios vinculados a los aumentos de productividad, seguro contra el desempleo, adopción de estándares laborales internacionales, promoción de la sindicalización, y compromisos entre Wall Street y las instituciones financieras internacionales para que no se brinden financiamientos a las naciones que no acepten tales reformas.
El economista David Branchflower, de la Dartmouth University, advirtió en la propia reunión que la clase trabajadora en Europa está “ardiendo†y que se está frente a una potencial rebelión que puede ocurrir tambiíén en Estados Unidos.
Adam Posen, ex economista de la Reserva Federal y nuevo presidente del IP, admitió que hay problemas en el basamento político de la globalización y que uno de los alarmantes efectos de la crisis financiera global es una amplia erosión de la confianza del capitalismo en sí mismoâ€.
El economista Dani Rodrick, de la Universidad de Harvard, contrapuso el “liberalismo económico†reinante en los países de capitalismo avanzado al mercantilismo aplicado por los países emergentes de Asia, concluyendo que se ha llegado “al final de esta feliz coexistencia. El modelo liberal ha perdido su brillo, debido al aumento de la desigualdad y la difícil situación de la clase media en Occidente.â€
Para el economista Anatole Kaletsky, “un nuevo modelo de capitalismo global administrado está en evolución y gradualmente reemplazará el fundamentalismo de mercado que dominó el mundo desde la era Reagan-Thatcher hasta el 2008â€.
El economista Daron Acemoglu y el analista James Robinson se preguntan si no habrá llegado la hora de actualizar los libros de economía y estudiar las formas de “capitalismo de Estadoâ€.
Todo parece indicar que el capitalismo seguirá buscando, e imponiendo, nuevas variantes para conservar su hegemonía hasta que la humanidad logre deshacerse de este sistema que comenzó siendo progresista y hoy es el peor enemigo de la paz, la naturaleza y la supervivencia de la especie humana.
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