La brecha que separa a la economía estadounidense y a la europea se hace notar en el mercado de divisas, sin que estíé siendo necesaria ninguna intervención explícita del BCE a favor de un debilitamiento del euro. La zona euro vive bajo la amenaza de la deflación y con claros síntomas de enfriamiento económico, como muestran la recaída en recesión de Italia o la contracción del PIB alemán en el segundo trimestre. Y esos síntomas, frente a una economía estadounidense que arroja señales de fortaleza, han terminado por llevar al euro por debajo de los 1,33 dólares.
Hoy cedió esa cota por primera vez desde septiembre del pasado año y acumula así un descenso del 4,5% desde los máximos alcanzados en mayo de este año. Mario Draghi ya advirtió a principios de agosto que las políticas monetarias de Estados Unidos y la zona euro iban a divergir durante un largo período de tiempo, en definitiva en reflejo del distinto ritmo al que intentan dejar atrás la crisis sus respectivas economías. Y si la Fed está desde hace más de un año en la senda de la retirada de estímulos, la realidad europea cada vez es más exigente con el BCE para que adopte medidas extraordinarias. Por lo pronto, el euro ha cedido terreno frente al dólar, lo que favorece las exportaciones de la zona euro.
El nuevo mínimo en casi un año de la divisa europea será punto de partida para la reunión de banqueros centrales que comienza mañana jueves en Jackson Hole, en EE UU, donde podrán intuirse las guías principales que tienen marcadas Fed, BCE y el resto de autoridades monetarias para los próximos meses, así como su diagnóstico sobre las salud de las economías. El tema central del encuentro de este año es el empleo, que ha sido referente básico en las decisiones de política monetaria de la Fed y que es un problema que pesa como una losa sobre el BCE, incapaz aún de reactivar el críédito bancario que debe financiar en última instancia a la economía real. El encuentro se desarrolla hasta el sábado pero el momento más señalado será el viernes, con los discursos de Janet Yellen, que acudirá por primera vez como presidenta de la Fed, y de Mario Draghi, presidente del BCE.
Los inversores analizarán con lupa sus intervenciones, a la espera de nuevas pistas sobre el ritmo de la retirada de estímulos de la Reserva Federal, que podría subir tipos ya el año próximo. El alza del precio del dinero es ya una posibilidad que se abre paso en el Banco de Inglaterra, donde dos consejeros ya votaron en la reunión de principios de agosto a favor de una subida, según las actas publicadas hoy. Tambiíén hoy publica sus actas la Reserva Federal, a las 20.00 (hora española).
Los bancos centrales volverá a ser en los próximos días el foco de atención de los inversores. Y en la espera a los mensajes de Jackson Hole, el Ibex apenas registra movimientos. Ha logrado cerrar, eso sí, en positivo frente a las leves píérdidas del resto de Bolsas europeas. El selectivo español ha quedado en los 10.420,90 puntos, tras un alza del 0,33% que ha logrado en la recta final de la jornada. Suma tres jornadas de avances en las que logra acumular un alza del 1,94% con la que alejarse por ahora de la corrección que está marcando a la Bolsa en el mes de agosto.
Poco más tiene el inversor que echarse a la boca. En Ucrania siguen los combates, al igual que siguen los contactos diplomáticos. Y en Gaza se ha roto el alto el fuego. Son niveles de violencia insuficientes, al parecer, para alterar el ánimo de los operadores. Ni en Europa, donde los índices marcan descensos muy limitados, ni en Asia, donde los parquíés han terminado el día tambiíén planos, con variaciones del 0,25% como máximo.